A sus 31 años, en el currículo de Eduardo Carazo ya figuran una legislatura como alto cargo en la Junta y año y medio en el Congreso. Su última labor ha sido guiar la renovación de Nuevas Generaciones.
-Las organizaciones juveniles de los partidos son muy importantes, no solo para tener banquillo, de gente que pueda tomar responsabilidades, sino para conectar nosotros mejor con la sociedad y que sus ideas puedan estar ahí. Salía en televisión una encuesta que decía que en las elecciones de Madrid un 58% de los jóvenes votaron por Isabel Díaz Ayuso y por el PP. Tener gente joven en el partido te permite conectar mejor con esas nuevas generaciones, con lo que piensan y con su formad e ver la vida, que a veces es un poco distinta de lo que ven las generaciones posteriores.
-¿Pero eso no favorece el hacer carrera política sin haber trabajado fuera de ella nunca?
-Es importante que los que tenemos responsabilidades políticas estemos preparados y tengamos una formación. A mí muchos de los mayores del partido, cuando estaba en la universidad, me decían 'estudia, fórmate y luego ya te dedicarás a la política'. Pero se puede compatibilizar, muchos compañeros míos lo han hecho, han ido a la Universidad, tener buenas notas, buen expediente, saber idiomas, tener experiencia y dedicar algo de tu tiempo libre a la política. Es una actividad que exige que tengas vocación de servicio. Si no la tienes, es difícil, porque exige sacrificios, te quita mucho tiempo y dedicación a tu familia, a tus amigos… Pero a los que nos gusta y tenemos esa vocación de servicio, no apasiona.
-¿Se vigila que tengan esa formación? Como en esos clubes de fútbol que obligan a sacar el curso adelante.
-Sí, y además la sociedad cada vez es más exigente con sus políticos. Y eso está muy bien, que la sociedad exija personas preparadas. Pero no me gustan los tópicos que dividen entre gente joven y gente mayor. Lo importantes es que la gente que sé en política sea gente con vocación de servir y con talento. Que tengan 25 ó 55, cada cual podrá aportar unas cosas en función de su edad y de su visión de la sociedad. Pero lo importante es tener gente buena en los partidos. Y creo que Nuevas Generaciones y el PP tiene gente muy preparada, muy buena, en distintos campos. Tenemos médicos, economistas, abogados, ingenieros… Que nos pueden dar esa visión de la sociedad. Y el PP de Pablo Casado quiere precisamente ensanchar su base y que esa gente con talento que quiere implicarse más se venga a nuestro partido.
«Cuando Pablo Casado escogió a Isabel Díaz Ayuso como candidata, era una desconocida para mucha gente de fuera del PP. El respaldo que ha tenido demuestra que acertó»
-Pablo Casado ha comenzado una renovación profunda y ha llamado sobre todo a gente que coincidió con él en Nuevas Generaciones.
-Sí, por ejemplo Isabel Díaz Ayuso ha coincidido con él en Nuevas Generaciones. Y es un buen ejemplo de que ha apostado por una persona con convicciones, ideas, coraje… Cuando Casado la designó como candidata a la Comunidad de Madrid era una desconocida para mucha gente de fuera del PP, a mucha gente le sorprendió esa decisión. Y el respaldo que ha tenido después de gestionar la Comunidad de Madrid ha demostrado que Pablo Casado acertó. Y tiene a personas con más experiencia. Lo bueno es tener una combinación. La gente que lleva muchos años en el partido puede enseñar muchas cosas y es necesaria. Y la que llega nueva, con frescura, es necesaria también. Hay que tener equipos que representen lo mejor posible a la sociedad: jóvenes, mayores, con distintos niveles formativos, de diferentes ámbitos, buena, con ganas.
-Es muy difícil renovar, sin embargo. En Castilla y León se está viendo, hay reticencias al cambio.
-La intención de Pablo Casado, de Teodoro García Egea, es hacer una renovación inteligente. Eso no quiere decir cambiarlo todo. Hay gente que vale, que tiene que estar ahí y que el PP necesita. Pero hay que ir incorporando personas nuevas que vienen con mucha fuerza y lo estamos viendo en muchos congresos provinciales del partido.
-Ha pasado usted por casi todas las escalas de la política, la autonómica, la nacional… ¿Con cuál se queda?
-He estado en política autonómica en la Junta de Castilla y León, en el Gobierno, y ahora estoy en el legislativo y en la oposición en la política nacional. Es importante que, donde estés, trates de darlo todo y hacerlo lo mejor posible. En el Gobierno aprendes a gestionar, tienes un contacto importante con muchos colectivos sobre los que influye tu acción de gobierno para que la vida les vaya un poco mejor o un poco peor y tienes que intentar que sea mejor. Y en la oposición es una tarea importante. No nos gusta lo que hace Pedro Sánchez y estamos trabajando para que haya un cambio político en España. Depende mucho de que hagamos bien nuestra labor de oposición, que digamos qué es lo que hace Sánchez mal y que los españoles entiendan qué es lo que hay que cambiar en el Gobierno de España.
-Lo que trasluce del debate político nacional siempre es la algarabía. Pero, ¿se habla de temas profundos que van a llegar, como qué hacer con los robots y la Seguridad Social, por ejemplo?
-Sánchez está tratando de marcar la agenda con temas que son del pasado y que dividen mucho a la sociedad. Nosotros tenemos que hablar del presente y claro que se habla de esos temas. Y tenemos que hablar más. De esos 42.000 vallisoletanos que están en ERTE o que quieren trabajar y no pueden. Y tenemos que hablar del futuro. He oído a Pablo Casado hablar de que la revolución digital es una oportunidad para España si se aprovecha bien y estamos a la vanguardia. Pero si estás distraído con temas que dividen, de hace décadas, que mi generación no las ha vivido, puede que saques algún rendimiento electoral pero a la sociedad no le va a venir nada bien.
-Temas que van a marcar el futuro inmediato en las próximas dos décadas. Una revolución tecnológica que va a arramblar con todo, va a tocar todos los sectores.
-Por ejemplo, con la Ley Celaá, al final, de lo que se ha hablado en el debate, que ha sido muy oscuro, muy rápido, en mitad de una pandemia, sin consultar con el sector educativo, ha sido de cómo limitar la libertad de elección de los padres, de limitar la educación concertada, de eliminar la educación especial, de que si la asignatura de Religión computa o no. Son temas sobre los que no existe división en la sociedad española. Pero en ese debate no se ha hablado de cómo digitalizar las aulas, de cómo hacer que la cultura emprendedora sea mayor y que haya más jóvenes que quieran emprender, que no se haya hablado de cómo hacer que los jóvenes hablen mejor inglés… Esos son los temas del futuro y se ha hablado una vez más de los mismos temas que el PSOE lleva imponiendo en la educación desde los años 80. Es un ejemplo claro. Deberíamos hablar de cómo queremos que sea la educación dentro de 20 años y seguimos hablando de lo mismo.
-Ese mismo pecado lo cometió Wert, que impuso reválidas, currículos memorísticos… Una vuelta al pasado.
-Pero sí habló de la calidad de la educación y de cómo medirla. Habló de las reválidas pero también de una prueba única al final del Bachillerato en todo el país. No puede ser que sean diferentes en cada sitio. No solo porque haya diferentes niveles educativos, sino porque te puede pasar que un año el examen de Matemáticas sea más difícil en Valencia y más fácil en Aragón, y eso es injusto. El PP quiere mirar al futuro. Yo tengo 30 años y en los debates como ese veo que no se habla del futuro, solo de intentar dividir para sacar rédito electoral.
«La gente tiene que ver que la política es útil porque la desconexión con la gente llega cuando el ciudadano ve que la política no le sirve»
-¿No hay demasiado verbo vacío en la política?
-Cuando he estado en responsabilidades de Gobierno en la Junta he intentado ir siempre a las acciones concretas, porque son las que cambian la vida de la gente. No estamos para hacer normas vacías ni ministerios vacíos, que estamos viendo en el Gobierno de Sánchez que hay ministros que no sabemos para qué están ahí y llevamos año y medio. La gente tiene que ver que la política es útil porque esa desconexión con la gente llega cuando el ciudadano ve que la política no le sirve. Ayuso ha sabido, con mofa del PSOE, hablar de las cosas normales de la gente. La vicepresidenta Carmen Calvo se reía hablando de cañas y berberechos, pero es que la gente normal sale de trabajar y se va a tomar una caña con los amigos o quiere dar un paseo o quiere que le dejen trabajar o abrir su tienda. Esas son las cosas de la gente normal y no los debates de laboratorio que crean muchas veces en la Moncloa. Las leyes que están llevando al Parlamento son leyes absolutamente ideologizadas, mientras se abandonan las cosas que interesa a la gente de a pie.
-Es que todo lo que llega es ruido. Es la política del ruido. Y logra un efecto polarizador.
-En el parlamento tiene que haber discusión y se tienen que contraponer opiniones distintas, eso es la democracia. Pero se tiene que hablar de las cosas que importan de verdad. Estamos aún en mitad de una pandemia y se ha hablado mucho de Sanidad, pero a partir de ahora hay que hablar mucho de empleo, porque la gente quiere poder tener su proyecto de vida y para eso debe tener trabajo. Volvemos a ver cifras de paro juvenil cercanas al 40% en España. Pasa cada vez que llega el PSOE al Gobierno. Es verdad que esta vez ha habido una pandemia, pero es la mayor subida de los países europeos. Vemos un Gobierno escondido, que deja a las comunidades autónomas la gestión de la pandemia y a Europa la gestión de las vacunas. No hacen nada. Y una vez que estamos saliendo de la crisis sanitaria, llega una crisis social y económica y hay que actuar.
-¿Qué percepción tienen diputados y senadores de Castilla y León? ¿Pinta algo la comunidad en la política nacional?
-Estamos trabajando mucho para que pinte. Hemos presentado, los parlamentarios nacionales de Valladolid, en un año y cinco meses, más de 1.800 iniciativas en el parlamento. Muchas de ellas de Valladolid. Y haciendo que el PP se comprometa con la defensa de esos temas. Estamos viendo un desfile de ministros por aquí, pero la cartera se la dejan en Moncloa y aquí no queda ni un euro. Viene el de Justicia a hablar de la Ciudad de la Justicia pero hay 50.000 euros en el presupuesto. Viene la ministra Maroto a hablar del Parque Agroalimentario pero no compromete ni un euro de presupuesto. Viene la ministra Calvo al Museo de Escultura, que necesita una ampliación de la Casa del Sol y que se reforme la nave de pasos de Semana Santa, y no compromete ni un euro de presupuesto. Lo que le va mal a Valladolid es que gobierne el PSOE. El PP no es un partido provincialista, como otros que han surgido, somos un partido nacional, pero cuando gobernamos se reparten mejor las inversiones. En la tramitación de los presupuestos pedimos la prórroga del Centenario de Miguel Delibes, por ejemplo, porque con la pandemia muchos actos no se pudieron celebrar. Y el Gobierno nos lo vetó. Los diputados del PSOE por Valladolid votaron en contra de la prórroga. Son cosas sin un gran impacto económico en las arcas del Estado. Y luego vemos que regiones con partidos nacionalistas que tienen pactos con el Gobierno se llevan inversiones y nosotros no. Estamos siendo muy reivindicativos en Madrid.
-Dice que no es provincialista, pero ahora sí que mira mucho a Ávila desde las Cortes. A Por Ávila, al menos.
-Tenemos un presidente nacional que fue diputado por Ávila. Y hemos tenido más presidentes del Gobierno que fueron diputados por Ávila. Lo bueno es que cuando eres diputado por Ávila sueles acabar como presidente del Gobierno, por eso nos gusta mucho Ávila en el PP.
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