Noelia Aguado Sánchez, Cruz Roja
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Noelia Aguado Sánchez, Cruz Roja
«El objetivo es un hogar seguro sin perder vínculos y raíces»«Cuando un niño o un adolescente está en situación de riesgo o desamparo, la Junta asume su tutela para atender sus necesidades emocionales, psicológicas y físicas. Muchos de estos menores llevan encima un peso importante que les provoca problemas conductuales o emocionales. Vienen de ... familias que, por la razón que sea, no pueden ocuparse de ellos adecuadamente, darles un entorno seguro. Mientras esto sea así lo mejor para ellos -el consenso científico y de expertos es absoluto- es una familia de acogida. O bien extensa, es decir, con parentesco con ellos o, si no es posible, ajena», explica Noelia Aguado Sánchez, responsable del programa de Acogimientos Familiares de Cruz Roja, entidad colaboradora con la Consejería de Familia para gestionar este recurso.
Destaca que «la familia de acogida recibe formación e información para ello. Y hay que buscar el hogar más adecuado para cada niño, que es lo primordial, la que mejor pueda ofrecerle lo que necesita por edad, por tener algún problema o enfermedad, por ser varios hermanos... se trata de garantizar su desarrollo y su seguridad. Hay también un proceso de valoración y reflexión porque es una responsabilidad importante, un compromiso muy alto. Pero la experiencia es de éxito, algunas llevan 16 y 20 años con acogimientos». En algunos casos, «necesitamos familias especializadas. Cuando el menor tiene problemas de algún tipo físico o emocional conductual, requieren una prepación específica, una formación especial para prepararse para ello. Y este tipo de hogares es lo que más nos falta. Por eso hay niños en lista de espera y familias en activo sin acoger a ninguno, porque el acoplamiento exige cuidar que vaya a ir todo adecuadamente».
Noelia explica que habitualmente estas situaciones pueden llegar hasta los 18 años pero el acogimiento «puede prorrogarse hasta los 21 si ambas partes están de acuerdo. De esta forma, se mantienen las ayudas económicas o ciertas ventajas como la escolarizació ene l centro elegido y otras».
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Explica, asimismo, que «el objetivo primordial es la seguridad del menor durante todo el tiempo que lo necesite hasta que su familia de origen pueda hacerse cargo de él con garantías. A veces para siempre. Se procura que mantengtan contacto con la familia de origen en la frecuencia y forma que cada caso lo permita. Pueden visitarlos una, dos veces a la semana o reunirlos en los puntos de encuentro familiar. La posibilidad de retorno es importante y hay que cuidarla, no desvincularlos de sus raíces».
También hay la posibilidad de «acogimientos temporales durante las vacaciones, durante una quincena, un mes o dos en verano de menores que viven en centros. De esta forma, también se conocen y si la experiencia es positiva puede formalizarse un acogimiento».
Explica asimismo que los procedimientos de acogida y adopción «son totalmente distintos. La acogida pretende ser temporal y el retorno del niño con sus padres biológicos; pero incluso si esto fallara y pasara a adopción por lo que fuera, es un proceso totalmente distinto».
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