José Antonio Ortega Fernández, 'Toño Candeal' | Músico e investigador del folklore de Castilla y León
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José Antonio Ortega Fernández, 'Toño Candeal' | Músico e investigador del folklore de Castilla y León
«En la música tradicional, aquí se ha aceptado lo de fuera y olvidado lo propio»He aquí una gran voz autorizada del folklore tradicional de Castilla yLeón. José Antonio Ortega Fernández (Rueda, Valladolid, 71 años), la mitad viva del mítico dúo Candeal. Conocido por todos, precisamente por ese apellido, 'ToñoCandeal' detalla en esta entrevista algunos de los aspectos que definen ... la vida y milagros de cuarenta años de actividad del dúo, que hace nueve quedaron truncados por la enfermedad, primero, y el fallecimiento después, de su inseparable Félix, a la vez que lamenta que en las escuelas de Castilla yLeón la música y las tradiciones del folklore regional no ocupen ni cinco minutos del tiempo de formación de los alumnos. «Lo desconocen completamente», afirma.
–Candeal dejó de actuar en 2014, por la enfermedad de Félix, después de más de 2.000 conciertos. ¿No ha tenido nunca mono de volver al escenario?
–Sí, es verdad que te vienen golpes. Y si Félix no hubiera muerto, seguiríamos en activo porque ganas y fuerzas teníamos muchas y la respuesta del público era perfecta. Cuando a Félix le dio el ictus decidí esperar a que se recuperara; había esa posibilidad y él hizo todos los esfuerzos del mundo. Pero, al final, no lo consiguió porque la zona en la que le dio el ictus es la que afecta al habla. Nos dimos cuenta de que iba a ser imposible y tras 40 años de trayectoria y de que Candeal era una historia no solo de música tradicional, tanto de recuperación como de interpretación, sino que encima del escenario nuestro gancho era lo que teníamos entre los dos, las bromas...
–Compenetración al mil por cien.
–Nunca hicimos un guión.
–¿No?
–Jamás. Todo lo que decíamos era espontáneo. Y a muchos no sé si les gustaba más lo simpáticos que éramos y las bromas que gastábamos o lo que cantábamos.
–O ambas cosas.
–Era un compendio que nos daba más tirón. Cuando Félix faltó, me faltó la mitad. Y era importante. Yo podía haber seguido, pero tenía ya una edad y me dije: «40 años y 2.000 conciertos, hasta ahí llegó». Otra página. Joaquín Díaz me llama de vez en cuando y hacemos algo; para algún pregón me dicen... pero ya.
–¿Cómo es su vida sin Félix?
–Me falta la mitad. Me he tenido que ir adaptando. 40 años de Candeal,... antes en Trigo Verde. Me falta un hermano y me falta una actividad que me llenaba el espíritu. También era una parte importante económicamente, ¿eh?
–¿La adaptación a la vida sin Félix la ha completado?
–Me voy adaptando y, por suerte, aunque tengo momentos y me encanta que la gente me reconozca aún por la calle y me salude después de 9 años, no he tenido bajones de ánimo. También coincidió que a la par me divorcié y encontré una pareja que me ilusionó de nuevo y, seguramente, eso me compensó el bajón que podía haber tenido.
–Por mucho que intentó convencernos Julio Iglesias, ¿la vida nunca sigue igual, verdad?
–La vida sigue, que ya es mucho y es de agradecer. Pero igual, no. Félix ya no está, ni algunos compañeros... La vida sigue y que te deje disfrutar de ella es un mundo.
–Con lo seguro que hace 50 años era trabajar en un banco, ¿quién le mandó meterse en el mundo del folklore tradicional?
–Tenía el espíritu de aprender música y de tocar la guitarra. Empecé con 15 años. Claro que podía haberme fijado en Miguel Ríos o en los Rolling, pero por alguna razón, tal vez porque había textos, y estos me han gustado siempre tanto como las músicas, me fijé en Joaquín Díaz, una referencia muy cercana... Aquellos poemas, esos romances, las historietas que te aprendías y que cuando estabas en la panda sacabas la guitarra, las interpretabas y las chicas se quedaban con la boca abierta... Eso fue ayudando. Conocer a Joaquín Díaz fue el empujón definitivo: primero fue maestro, y ahora, amigo y maestro.
–Y andando, andando...
–Nos gustaba mucho hacer aquello, nos iba bien y eso que no era fácil. Eran años duros y la música tradicional no era tan reconocida.
–Sobre todo en estas tierras.
–Es que hablo de esta tierras, porque en otras regiones estaba y está mucho más apoyada. Pero nosotros, por lo que fuera, nuestro gancho, nuestra gracia o porque cantábamos un poco mejor, siempre tuvimos cierto tirón y nunca nos faltó trabajo. Eso nos animó más a seguir.
–Y no tenían antecedentes familiares, siquiera.
–No, no. Empezar en el banco fue fiesta en mi casa; ¡un sitio seguro de trabajo! Pero no quise ese futuro solo, porque me gustaba la música. Y con la tarde libre... Siempre que me ofrecieron en el banco un ascenso, lo rechacé. Implicaba perder media jornada para dedicarla a la música. Logramos compaginarlo bien.
–Del escenario a la ventanilla del banco... Contraste sí que tenía que producir, ¿eh?
–Una vez cantamos en el Palacio de Santa Cruz de Valladolid en la recepción de los alumnos de cursos de extranjero. Al día siguiente, una japonesa que había estado en aquel concierto fue al banco a cambiar moneda, llegó al mostrador y se asustó al verme allí después de habernos estado aplaudiendo el día antes. Puso cara de 'no puede ser, no puede ser'. Fue una coincidencia muy simpática.
–Candeal es inmortal, ¿verdad?
–No sé si tanto, no sé si tanto.
–¿Se va a poner a estas alturas en modo modesto?
–No, no. Lo más trascendente era Joaquín Díaz, el Nuevo Mester, María Salgado, Tahona y Candeal. Muchos otros desaparecieron porque no había ambiente donde desarrollarse ni muchas programaciones. Llegabas a un pueblo y leías la programación de las fiestas y encontrar alguna actuación de música tradicional en el programa, costaba. Pero sevillanas seguro que había.
-¡Tela!
–Eso desanima mucho y muchos grupos lo acabaron dejando. Se regateaba a la baja el caché de los grupos de música tradicional para dedicarlo a toros u otras cosas. Y no seré yo el que esté en contra de los festejos taurinos...
'Toño Candeal'
Músico e investigador del folklore de Castilla yLeón
–¿Por qué en los programas culturales de instituciones públicas la música tradicional castellana es la hermana pobre?
–Como sociedad nunca hemos confiado en ella, no nos la creemos. Tampoco ha habido un hilo de continuidad: aquí se cortó, por lo que fuere, la transmisión de tradiciones, empezó eso a parecer antiguo a mucha gente. Y en nuestra región abunda lo de preferir lo de fuera a lo propio...
–Ya, pero de ahí a preferir el flamenco...
–Es que el flamenco está muy arraigado en Castilla y hay gente que lo canta aquí muy bien. Pero en varias ocasiones hemos ido a pueblos a recoger canciones tradicionales castellanas con gente mayor y a lo mejor se nos ponían a cantar flamenco. Y les pedíamos lo que cantaban al patrón, o cuando iban a cortejar a las mozas, o cuando segaban y nos contestaban un 'Ah, ¿eso?'. Así ha ido cayendo en el olvido mucho de lo propio. Hemos ido aceptando todo lo que ha venido, pero lo malo es que no hemos ido manteniendo lo nuestro, no lo hemos compaginado.
–La efervescencia de Candeal coincidió con la de la política, y en otras regiones, la música tradicional propia se usó como reivindicación; la de Candeal, no.
–Es que la reivindicación no era nuestra intención.
–¿Y cuál era?
–Recuperar para mantener y demostrar que había una cultura tradicional, que había que recuperarla y proyectarla al futuro. Hubo algún partido que para demostrar que era muy de la tierra y miraba por ella nos ofreció cantar en sus mítines; ¡y pagaba bien! Pero siempre lo rechazamos. Tanto de un lado como de otro. No queríamos implicación política.
Músico e investigador del folklore de Castilla yLeón
–Claro, dime con quien cantas...
–Es que entonces, y ahora también, si cantabas en un mitin del PP, te hacían pasar como del PP, y si lo hacías en uno del PSOE, eras de éstos. La gente no entendía que si no tenías que ver con este o aquel partido, para qué cantabas en sus mítines. Así que nosotros, en ninguno.
–Sí cantaron en Valladolid en la época de Bolaños en conciertos del Ayuntamiento, no del partido.
–En la época de Bolaños fue cuando se instauró lo de cerrar las fiestas patronales Candeal. Y vino Javier León, con el PP, y lo mantuvo. Le estamos agradecidos por eso.
–¡Qué vería en Candeal!
–Con Javier León fuimos pregoneros de las fiestas de Valladolid. Yo no le conocía, pero antes de alcalde fue consejero de Cultura y recuerdo que un domingo en El Norte detalló que quería hacer intercambios con otras regiones y que si Castilla y León traía a Els Joglars, que Candeal fuera a Cataluña. Cuando lo leímos..., uf, ¡nos ponía al nivel de Els Joglars! Nos impactó aquella comparación por su parte.
–¿Tiene la música tradicional sentido para los jóvenes de hoy? Competir con Quevedo o Rosalía tiene que ser difícil.
–De los que han venido últimamente a la Plaza Mayor y la han reventado, ni sabía que existían. Y algunos, tal y como cantan y lo que cantan..., ¿es posible que gusten tanto y a tantos? No se puede ir contra los tiempos.
–Como para ir a esos jóvenes hoy con las rabeladas de Candeal...
–¡Pues era con lo que más triunfábamos! Nosotros hemos tenido siempre gente muy variopinta escuchándonos y de los chavales que iban sabíamos que saldrían habiéndose entretenido. Pero tenían que ir a vernos, porque ni radios ni televisiones nos programaban.
–¿Habría forma hoy de acercarlos al folklore tradicional?
–Si hubiera más política educacional, sobre todo en los colegios, de un día a la semana enseñarles cosas del folklore tradicional, de meterles así el gusanillo en el cuerpo, de que busquen llevar a clase algo vinculado a tradiciones musicales y textos, permitiría que supieran que en Castilla y León había y hay en esto algo importante, pero que ellos lo desconocen completamente.
–Rabel, zanfona, dulcimer, rotas, baldosa, cítara, laúd, requinto, pito, pandereta, tejoleta, carraca... ¿Quién va a a enseñar a tocas estos instrumentos a la gente joven?
–Pues no sé quién lo enseñará...
–En un conservatorio, nanay.
–En un conservatorio, no, aunque la música culta con la popular o la tradicional ha tenido encuentros importantísimos a lo largo de siglos. Para nosotros, era igual de bonito e importante cantar en un pueblo pequeño que en la Plaza Mayor de Valladolid, pero una de las actuaciones de referencia de Candeal, como salto diferencial, fue cuando le propusimos a la Orquesta de Castilla y León musicar las canciones tradicionales a nivel de orquesta; nos costó, pero accedieron al final. Y dimos un recital en La Granja. Y luego un concierto en el Miguel Delibes, que fue el no va más: escuchar canciones tradicionales con 80 músicos detrás es espectacular.
–En la época de Internet, cuando tendría que estar garantizada la conservación del folklore tradicional, que estén cayendo en el olvido muchas cosas que tienen que ver con él, ¿es una contradicción?
–Hay páginas, algunas muy buenas, de música tardicional, pero hace falta interés por visitarlas. La del Museo de Joaquín en Urueña tiene miles de visitas, pero de gente interesada en ello, claro.
–¿Usted está en el lado de los que creen que en Internet está todo o en el de lo que piensan que nunca lo estará?
–Si no está todo, está casi todo, desde luego. Es increíble y te saca de muchos apuros, te ayuda en muchas cosas.
–¿Será el folklore tradicional una de las pocas cosas que quede a salvo de la inteligencia artificial?
–No lo sé. La inteligencia artificial me tiene un poco desconcertado, todavía no la he cogido el tranquillo. Leo cosas y algunas me asustan un poco. Todos los avances bien empleados son válidos, lo malo es cuando los empleas para pervertir.
–¿Si un joven le pidiera consejo para dedicarse a la música tradicional?
–Le diría que sí. Es una música difícil, porque le falta el apoyo de los medios y las instituciones, pero para dedicarse ello hay que tener primero interés. Aunque es difícil que sea su vida en estos momentos, porque la música tradicional como medio de vida lo tiene difícil; la otra, la moderna, también, pero es más fácil llegar con lo que está de moda que con lo que está atrás. Pero como está atrás, a lo mejor hay alguien que lo desarrolla y puede ser cabeza de ratón en vez de cola de león.
–¿Entre alguno de esos 2.000 conciertos que protagonizó le dio tiempo a pensar qué quiere ser de mayor?
–No, porque pensé que no se iba a acabar nunca, aun sabiendo que en algún momento se tendría que acabar. Era tan bonito, tan cercano...
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