«Ahora que toda España observa a Castilla y León, la vamos a poner de moda». Cuando Alfonso Fernández Mañueco pronunció el 19 de abril, en su toma de posesión, ese augurio sobre el efecto que iba a tener su coalición con Vox, seguro que ... no asociaba el vaticinio con la semana que acaba de terminar. Castilla y León ha sido 'trending topic', tendencia nacional, por el comentario del vicepresidente a Noelia Frutos, procuradora del PSOE con una discapacidad física con diagnóstico de enanismo distrófico.
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Ese «le responderé como si fuera una persona como todas las demás» fue, en la más benévola de las lecturas, torpe. Para la parlamentaria burgalesa, asistentes al pleno, asociaciones que trabajan con personas con discapacidad y una parte de quienes han escuchado el contenido y el tono de Juan García-Gallardo a través de los medios de comunicación resultó insultante.
Ese fue el comienzo de una intervención que dio pie a introducir el argumento de la «cultura de la muerte», por las leyes de eutanasia y del aborto, asociada esta última al trato que da «la izquierda» a la discapacidad por la vía del diagnóstico prenatal. Según el dirigente de Vox, invitan a los padres a «triturar en el vientre de las madres a los niños a los que se detecta tempranamente la discapacidad». ¿Ese planteamiento conllevaría, aplicado a la gestión de la Junta, limitar o prohibir las amniocentesis que se incorporaron a la sanidad pública cuando eran una prueba instaurada en la privada para quien podía pagarla? ¿Solo toman esa decisión personas de izquierdas?
A esa «cultura de la muerte» recurrió también el lunes el vicepresidente al hablar del drama que supone la despoblación en Castilla y León. Si el PP intenta encarrilar la coalición por la gestión y los hechos, para Vox la ideología va primero, porque es vital para esa «batalla cultural» que García-Gallardo avisó que darán desde la Junta. Adentrándose en cuestiones morales respetables, pero con una dialética de dogmatismo que llega a incomodar a sus socios del PP, que no son la izquierda.
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Mencionar que en uno de cada dos pueblos no nacen niños y encadenar a continuación los efectos de la eutanasia y el aborto libre es una manera peregrina de buscar solución a la «emergencia demográfica» que sufre una comunidad a la que buscan convertir en «una región maternal», con mujeres «portadoras y dadoras de vida». ¿Los hombres no dan vida? Familia y mujer. Ni palabra de hombres y padres ni de si se les reserva algún papel en la reversión de esa «brecha maternal» que el líder de Vox reconoce como «un impedimento para la promoción de la mujer». Solo hay seis mujeres entre los 24 altos cargos de Vox en la Junta. Es un dato que lleva a una pregunta ¿No las hay tituladas, con méritos y valía? En el PP trazan línea fronteriza con los de Abascal cuando sale este asunto. La consejera de Movilidad, María González Corral, invitó a la oposición a sumar hombres y mujeres en su equipo cuando afloró el reproche de la paridad. Son mitad y mitad en esa consejería.
Y también ponen distancia con el «adoctrinamiento» sexual a niños de seis años en los colegios que criticó el vicepresidente, que no supo aportar luego ningún caso. Fue el día que trascendió el primer roce en una coalición recién estrenada. El PP vio en García-Gallardo una «involuntaria confusión» de su papel en la Junta. Error. Vox lo tiene bastante claro. No engaña. Prima su credo ideológico y obliga al PP de Fernández Mañueco a pasar de la gestión cotidiana a la gestión de daños políticos, matizando a su socio y pidiendo disculpas en su nombre.
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