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Mina a cielo abierto Feixolín, cerca de Villablino (León). El Norte

Miles de hectáreas de minas a cielo abierto siguen sin restaurar

Los fondos europeos incluyen 70 millones de euros para restaurar tres grandes cortes en las cuencas de León

Antonio Corbillón

Valladolid

Domingo, 24 de octubre 2021, 08:43

Las minas a cielo abierto han arañado la superficie de Castilla y León desde tiempos inmemoriales. Y sus 'cicatrices' dan testimonio de la lucha por extraer las riquezas del subsuelo. La mayor y más antigua de occidente la abrió el emperador romano Octavio Augusto ... hace más de dos mil años para sacar el oro de Las Médulas (León). Hoy es patrimonio de la humanidad y recibe miles de visitas anuales.

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Pero pocas, por no decir ninguna más, ha seguido su estela. El final abrupto hace tres años de la minería de carbón en las cuencas mineras ha dejado para el futuro algo más que la incertidumbre económica de sus pueblos. Hay miles de hectáreas de cielos abiertos y terrenos horadados como un queso 'gruyere'.

«Se calcula que ha afectado a más de 5.000 hectáreas en el norte de las provincias de León y Palencia. Hemos heredado una problemática ambiental muy seria», resume la profesora del Área de Ecología del campus de la Universidad de Valladolid (UVA) en Palencia, Carolina Martínez. Es una cifra aproxima que algunos expertos han llegado a duplicar. Martínez lleva lleva 20 años investigando y lamenta que todavía no haya un inventario de espacios afectados.

La baja calidad de las vetas de mineral en estas zonas hizo que el volumen de desmontes, siempre en sentido transversal, dejaran los mayores 'rotos' que se conocen en la minerías española. Ahí está la Gran Corta de Fabero, el mayor tajo abierto de Europa, con sus 700 hectáreas.

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La legislación establece de forma nítida que un permiso de explotación minera debe incluir un proyecto de restauración posterior. Pero la mayoría «han quedado como huecos abandonados o mal restaurados porque, a pesar de la legislación, no se aplica con severidad», resume Martínez, que también es miembro del Instituto de Investigación en Gestión Forestal Sostenible de la UVA.

En los años de bonanza minera, nadie se preocupaba de ejecutar los avales depositados por los empresarios. Solo se pensaba en alimentar las calderas y dar empleo. Hoy, paradas las vagonetas, la responsabilidad ha pasado a la Administración.

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Pérdida de tiempo y dinero

En general, las actuaciones que se han hecho hasta ahora han sido simples 'chapuzas'. En un libro sobre restauración que próximamente publicará el Ministerio para la Transición Ecológica, Carolina Martínez aporta un capítulo dedicado al norte de Palencia. En él se puede leer que «en algunos casos se han plantado especies autóctonas (...) en un intento de mejorar la percepción paisajística y recuperar rápidamente la cubierta arbórea que no han conseguido arraigar salvo escasos individuos». Martínez asegura que todo ha sido «una pérdida de tiempo y dinero».

Precisamente, dinero es lo que sobrará en el futuro para restañar las 'heridas' de las cuencas.No solo porque la ONU haya declarado esta década 2020-2030 como la de la Restauración Ecológica. Los fondos europeos para la recuperación ya han asignado 144 millones de euros para la restauración ambiental de las minas de Asturias y Castilla y León.

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De ellos, casi la mitad (70 millones) serán para León, donde se espera adecentar el equivalente a 1.500 campos de fútbol (1.062 hectáreas). De cómo se acometan estas labores dependerá gran parte del futuro ambiental de muchas zonas. El problema va mucho más allá de la estética, de la desagradable sensación de montañas demolidas a 'mordiscos'.

Además de alcalde de Villablino y presidente de la Asociación de Cuencas Mineras, Mario Rivas trabajó en las minas a cielo abierto de su pueblo. «Todo esto es una brecha viva, heridas abiertas importantes», lamenta. Conocedor de la geografía de la montaña leonesa, Rivas invita a mirar más allá de la superficie. «Aparte de lo visible, tenemos una enorme cantidad de minas de interior y escombreras que, no se recuperan solas. Cuando se haga balance, nos sorprenderá la cantidad que hay y los problemas que dan».

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Entre otros problemas, está la pobreza de los mantos verdes actuales que hace que «cuando llueve -explica Martínez- todo se lava ladera abajo. El agua que va a muchos acuíferos acaban siendo aguas negras». Además del deprimente paisaje de 'arqueología industrial' en abandono, en los pueblos cuentan historias como la de algunas minas en la zona de Guardo (Palencia) que se usan para hacer carreras piratas de todoterrenos rectificados.

Voz para los pueblos

El problema es que las minas quedaron como el día que se dejaron de explotar. «Deberían haberse ido restaurando según se iban explotando pero en la práctica no se llevaba a cabo», lamentan tanto Rivas como la investigadora Carolina Martínez.

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Esa sensación de dejadez recibe a quien se acerca a Barruelo de Santullán, cabecera del carbón palentino y hoy sede del Centro de Interpretación de la Minería. «La entrada a nuestro pueblo es una escombrera que, a falta de compromiso humano, la está regenerando la naturaleza», lamenta su alcalde Cristian Delgado.

Este munícipe se siente atado de pies y manos porque «se siguen renovando las concesiones privadas para algo que se está dejando caer». Asegura que ni la Junta ni el ministerio escuchan a estas zonas. Tampoco les han dado voz para ser incluidos en los planes de restauración que van a llegar desde Europa gracias a los fondos de resiliencia poscovid.

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«A día de hoy no sabemos nada de esos proyectos», se queja Delgado. En la misma línea, su colega de Villablino, Mario Rivas, exige que «los Ayuntamientos en donde se van a recuperar estas zonas deben ser escuchados. Nadie mejor que nosotros conoce los efectos contaminantes».

En Barruelo han llegado incluso a plantearse «comprar parte de esas ruinas», para poder hacer algo con ellas. Tras el la condena al paro por el cierre minero, en estas áreas queda la tibia esperanza de que la recuperación de suelos traiga algo de empleo. Solo en la Gran Corta de Fabero se espera recolocar a 300 personas durante los tres años que durarán los trabajos.

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«Puede ser un nicho de trabajo diferente para los exmineros», apunta Martínez. «Es compatible ofrecer trabajo en la zona y reforestar de forma óptima para que esos terrenos tengan futuro ambiental», concluye el alcalde Mario Rivas.

Una condena modelo

Le conocían como el Rey del Carbón, dueño de la Minero Siderúrgica de Ponferrada, cabeza del mayor emporio minero del norte de España. Victorino Alonso se ha sentado varias veces en los banquillos.

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Hace unos meses, la Audiencia de León le condenó a cuatro años de cárcel y al pago de 24 millones de euros de responsabilidad civil por los daños causados en la explotación de la mina Nueva Julia, situada entre Cabrillanes y Villablino. «Todo valía para la promotora con tal de extraer carbón y obtener rendimientos económicos. El cumplimiento de obligaciones legales ni valía la pena, ni importaba nada», afirman contundentes los magistrados.

Riada de millones en León

El Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) ha destinado los primeros 144 millones de euros de fondos europeos a las primeras zonas de restauración ambiental afectadas por explotaciones mineras repartidas entre Asturias y Castilla y León. Son las remesas iniciales del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

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Setenta millones caerán del lado leonés en tres explotaciones de las comarcas de El Bierzo y Laciana. Destaca la que en su día fue la mayor mina de Europa y una referencia internacional, la Gran Corta de Fabero, que recibirá 38 millones. Allí se hará frente a sus 700 hectáreas durante tres años. El proyecto incluye la habilitación de zonas recreativas y una zona de observación con vegetación autóctona.

Proyectos similares se abordarán en las minas Charcón, Rebollal y Pico (20,5 millones) y Torre del Bierzo y Villagatón (11,5 millones). Entre todas suman 1.062 hectáreas (cerca de 1.500 campos de fútbol).

Esta labor deberían haberla hecho las empresas pero «las que fueron cerradas en los últimos años no lo hicieron por encontrarse en liquidación y una vez constatado que los avales que en su día presentaron (las compañías) para costear las recuperaciones han resultado insuficientes», admiten desde la Junta de Castilla y León.

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