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«Solo el hecho de saber que nuestro hijo Lucas irá a clase con quince niños en lugar de los 25 que le hubieran tocado ... en Madrid ya nos tranquiliza. No sabemos si se contagiará o no, pero saber que va al colegio con menos gente ya es una garantía». Quien habla es Roberto Moral, que a raíz del confinamiento apostó por dejar la capital para trasladarse a vivir con su familia a Sotosalbos, localidad segoviana de 120 vecinos situada a apenas veinte kilómetros de la ciudad. Tomaron la decisión, reconoce, porque el aislamiento domiciliario les hizo replantearse la «escala de valores».
Querían que sus «pequeños», como se refiere de un modo cariñoso a Lucas, de seis años, y Mateo, de dos, crecieran en un ambiente rural y que adquirieran «otra serie de valores totalmente diferentes a los que se pueden tener a la ciudad». «El encierro nos hizo replantearnos qué es lo que queríamos. Teníamos el plan de pasar nuestra vejez en un pueblo; era algo que teníamos en mente hacer, pero probablemente si no hubiera habido pandemia lo hubiéramos retrasado y hoy no estaríamos aquí», asegura Moral.
Y pensaron en Sotosalbos. La opción «perfecta». Donde su mujer, Cristina Arribas, veraneaba cuando era pequeña y de donde proceden sus suegros. «Está muy cerca de la sierra y de Segovia, con salida directa hacia Madrid y Valladolid para cuando sea necesario. Llevamos aquí desde finales de junio y han sido unos meses maravillosos; los niños están felices y contentos, correteando todo el día y con espacio de sobra para jugar», afirma.
Pero, sin duda, dice Moral, una de las «mejores cosas» de haberse ido a vivir al medio rural es la «tranquilidad» de poder llevar a su hijo mayor a una escuela rural y al pequeño, a una guardería donde «no habrá muchos niños», ambos centros en Torrecaballeros, municipio a nueve kilómetros de distancia. «Estamos contentísimos con la vuelta al cole. Nos da miedo porque no sabemos qué pasara, pero nos hubiera dado muchísimo más si hubieran ido a Madrid, con clases más grandes», subraya.
Asimismo, este matrimonio se muestra «partidario» de que el regreso a las aulas sea presencial. El motivo, según explica Moral, es porque «tienes que seguir con tu actividad». «A los niños puedes enseñarles y ponerles fichas, pero llegas a un punto en el que no sabes muy bien cómo seguir o avanzar. No eres su profesor, y puede ser que cuanto más se retrase ese contacto con el docente, más pierda a la hora de volver a la normalidad», apostilla, al tiempo que indica que «en un pueblo es más fácil tener controlados a los niños en caso de que haya algún contagio».
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