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Nazareth Aparicio, fotografiada en Roa en una cruda mañana de este invierno en su explotación de lombrices californianas para producir humus. J. HERRERAS
Nazareth Aparicio, bióloga e impulsora de una empresa para la producción de humus con lombrices

«Da mucho miedo pensar cómo estarán los pueblos de aquí a 10 años»

«Una cosa es lo que te cuentan los políticos y otra, lo que de verdad ocurre», comenta tras su exitosa experiencia de emprender en su pueblo

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 24 de febrero 2024, 00:04

He aquí una mujer que ha sabido hallar en esta vida el lugar en el que desarrollar su proyecto personal y profesional. Nazareth Aparicio (Roa de Duero, 33 años). Se licenció en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid y tras aprobar el Máster en ... Ciencias Agroambientales regresó a su pueblo en la Ribera del Duero burgalesa. Allí, con la complicidad inquebrantable de su pareja, Samuel, licenciado en Geografía, y viendo ambos que lo que quisieran hacer tendrían que trabajárselo con mucho esfuerzo, emprendieron el proyecto de vermicompostaje de cría de lombriz para producir humus. Hoy, ocho años después de ponerse manos a la obra, tienen entre manos una empresa de éxito, Vermiduero, nacida de su empeño constante por labrarse un futuro ilusionante.

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–Si había probado ya las ventajas de la gran ciudad cuando estudiaba, ¿por qué volvió a Roa?

–No me volví al pueblo muy por gusto. Terminé la carrera y mi objetivo inicial era dedicarme al laboratorio, porque me gustaba mucho la genética, pero Madrid es muy caro y tampoco tenía muy claro por dónde quería ir, qué máster quería estudiar. Así que me volví a casa hasta que se me aclararan las ideas.

Nazareth Aparicio, en su explotación de Roa de Duero. J. HERRERAS

–Trabajó en una gasolinera.

–Y en bares de Roa y Aranda.

–Injusticia de tomo y lomo: en una gasolinera siendo bióloga.

–Me lo tomé como algo transitorio. Trabajaba para compatibilizarlo con la preparación de oposiciones y de ahí pasé a preparar la idea de montar la empresa de producir humus con lombrices.

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–En esto de emprender, ¿obligada te veas?

–En ningún momento me había planteado el emprendimiento como una salida. Emprender no es algo que nos inculquen desde pequeños. Te surge a ti por una idea, pero en España no hay mucha cultura del emprendimiento.

–Pero, ¿por qué lombrices?

–Me encontré un día un manual de lombricultura en la biblioteca de Aranda. Lo empecé a leer y, como soy bióloga, me interesó para hacer algo en mi casa, con unas cajitas de fruta y unas bolsas de basura. Compré por Internet un puñado de lombrices y ese fue el inicio, en el patio de casa. Aunque en principio hablar de lombrices a la gente le puede dar reparo, resulta que es algo muy interesante porque vas viendo cómo se va descomponiendo la materia, cómo vas produciendo tu abono y lo puedes usar para tus plantas y esto sí que es economía circular: reciclas los restos que generas en la cocina de casa, los puedes usar para tu huerta y tus plantas. E investigué.

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«Las mujeres aportamos al medio rural diversidad e innovación»

Nazareth Aparicio

Bióloga y emprendedora

–¿Qué distingue el abono que producen las lombrices de otros?

–Aporta lo que necesitan los suelos: materia orgánica y microorganismos para que se lo coman. El humus tiene mucha carga microbiana, muchísima diversidad de microorganismos que ayudan a los suelos dañados a regenerarse y a que el suelo vaya recuperando el equilibrio, lo que se traslada a equilibrio en los cultivos: cosechas más sanas, de mejor calidad y con mejores condiciones para hacer frente a situaciones adversas de plagas o sequías.

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–Se puso a investigar y ¿adónde y a qué llegó?

–Vimos que en el entorno de Roa de Duero no había ninguna empresa de este estilo, pese a haber un nicho muy importante puesto que estamos en plena Ribera del Duero, con muchísima viticultura y mucha agricultura. Poco a poco empezamos.

–¡Tenían el nicho de oportunidad a la puerta de casa!

–En Burgos no había ninguna empresa de producción de humus de lombriz y nos pusimos cabezotas para que saliera adelante.

–Llamarían a muchas puertas. ¿Les dieron con alguna en las narices?

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–Empezamos a mirar y vimos que lo primero que hacía falta era un terreno, terreno que no teníamos.

Nazareth Aparicio. J. HERRERAS

–Entonces, ¿qué hicieron?

–Intentamos primero en una finca que nos dejó un miembro de nuestra familia, pero estaba lejos y no era adecuada. Encontramos en la que estamos y la teníamos que comprar. ¡Teníamos 25 años y carecíamos de ahorros!

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–¡A sudar tinta!

–Tuvimos que hacer mucho esfuerzo. Después nos hacía falta maquinaria, la primera compra grande de lombrices... Fuimos a los bancos y para tener un crédito nos pidieron que hipotecásemos la casa de nuestros padres.

–¡¿Las de sus padres?!

–¡Qué situación!, porque leías que el 90% de los emprendimientos fracasan a los cinco años de empezar. Y claro que nuestros padres nos podían ayudar, pero no podíamos hipotecar su casa.

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–¿Y qué hicieron?

–Por suerte en Caixabank sí que nos ofrecieron un préstamo que, aunque no cubría todo lo que necesitábamos, nos permitía empezar. Hicimos muchos malabares.

«En el mundo hay como 8.000 especies de lombrices y la californiana come mucho y produce mucho y muy rápido»

Nazareth Aparicio

Bióloga y emprendedora

–Es de imaginar.

–Entre eso y otro pequeño préstamo personal con Ibercaja arrancamos y compramos la finca. La arreglamos, compramos un pequeño tractor y pusimos los lechos de las lombrices. Claro que en lugar de una inversión inicial de 10.000 euros en lombrices la tuvimos que hacer de 400 euros. De ahí, a lo largo de cinco años hemos ido trabajando para pasar de un pequeño lecho inicial de lombrices a los más de 800 que tenemos ahora. Y queremos llegar a duplicarlo. Nos queremos seguir expandiendo.

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–El negocio está consolidado.

–Lo bueno es que como hemos ido creciendo poquito a poquito, la cuota de mercado ha ido creciendo a la par. Lo mejor que hicimos en el covid fue crear la página web, que es uno de nuestros principales fuertes puesto que está muy bien posicionada; nos la hemos trabajado mucho y es un escaparate que nos lleva a toda España.

–Vamos, que ahora les llaman para comprar.

–Sí, y llaman mucho, aunque seguimos haciendo labor de vender. La parte de la tienda online va muy bien, tanto que en el 2023 una tercera parte de lo que vendimos ya fue vía web. Vendemos mucho en Castilla-La Mancha, Andalucía, Cataluña y el País Vasco. Va un poco cambiando a lo largo del año ya que primero nos llega lo de la producción de leñosos y frutales, luego los huertos... Las distintas épocas de abonado a lo largo del año las vamos enlazando en la venta. En primavera Murcia y Andalucía, por los viveros y huertos. Verano es lo más flojito, pero tenemos todo el año de producción y venta.

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–Trabajan con lombriz roja californiana... ¿No la hay autóctona?

–La californiana es autóctona.

–¡Anda!

–Es de la zona de Eurasia. Lo que pasa es que la empezaron a estudiar sobre todo en la zona de California. En el mundo hay como 8.000 especies de lombrices y la californiana es un tipo de lombriz que come mucho y, por tanto, produce mucho y muy rápido y no tiende a escaparse.

«Hemos sacado adelante la empresa gracias a que nos pusimos cabezotas. Las administraciones no ayudan»

Nazareth Aparicio

Bióloga y emprendedora

–Trabajar con lombrices, ¿es actividad ganadera, agrícola, medioambiental...?

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–Ni una cosa ni otra. Cuando empezamos, nosotros creíamos que esto sería ganadería, algo como una granja de caracoles o así. Pero nos dijeron que no. No nos metieron tampoco como agrícola y estamos dados de alta como empresa manufacturera y nuestro epígrafe en Hacienda es de producción de fertilizantes. Pero cuando hay cosas en las que nos beneficiaría ser agrícola, no nos dejan. A la hora de conseguir subvenciones es muy complicado, mucho, por ese tema.

–¿También les dieron con muchas ventanillas en las narices en las administraciones?

–Sí, sí. Aunque teníamos que pedir préstamos en los bancos pensábamos que habría subvenciones para emprendedores de cara a ayudar a amortizarlos, pero no. Incluso pensamos que podíamos pedir la PAC, y tampoco porque no nos consideraban actividad ganadera, algo que nos pareció injusto. Luego intentamos ir por Industria y nos dijeron que según sus criterios éramos agrícolas.

–¿La misma administración?

–Fue un golpe fuerte y la única ayuda que conseguimos fue del Grupo de Acción Local de la Ribera del Duero. Lo que pasa es que el porcentaje de la subvención fue muy pequeño.

–Por tanto, lo de que las administraciones públicas ayudan a los emprendedores, ¿en su caso fue utopía?

–Ayudan muy poco, muy poco. Y, además, a la hora de conseguir licencias nos lo han complicado mucho. Hemos dado botes de un sitio a otro mucho tiempo. Esto lo hemos sacado adelante gracias a que nos pusimos cabezotas y decidimos seguir. El más mínimo ahorro que pudimos hacer durante 6 años lo destinamos a esto. No nos han ayudado.

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–Siendo mujer, joven, preparada y emprendedora de éxito, ¿lo tiene todo para ser referencia? Fue empezar con la empresa y le comenzaron a llover premios.

–Es una actividad que ha llamado mucho la atención, además de por ser mujer por estar en el medio rural. Es verdad que nos hemos presentado a muchos premios y lo hemos difundido mucho, también para fomentar más el que las mujeres estemos presentes en el medio rural, tanto si nos dedicamos a una actividad agrícola como en cualquier otro tipo. Hasta hace poco era impensable o muy raro que una mujer tuviera una explotación agrícola, ver a una mujer subida en un tractor, y ahora hay mujeres que demuestran que podemos igual o incluso mejor que los hombres porque tenemos otro tipo de ideas más innovadoras que te permiten hacer otras cosas. Al final, un hombre que se quedaba en el campo estaba destinado a una explotación agrícola. Las mujeres, en ese aspecto, traemos diversidad e innovación. Y a mí me gusta mucho.

–¿Cómo se ve a sí misma?

–Como alguien que ha tenido que sacarse las castañas del fuego una vez tras otra. Emprender es luchar un día tras otro para que esto salga adelante. Yo lo he hecho lo mejor que he podido y con todas las armas que se me han puesto a tiro. Es que además dependo de esto para vivir. Y yo, además, lo he hecho con mi pareja, los dos estamos aquí metidos.

–Y han triunfado.

–Aunque también podíamos habernos hundido.

–Pero eso no ha pasado.

–Hemos estado muchas veces con un pie... Nos hemos tambaleado muchas veces. Al final, sí, creo que si hemos salido adelante es porque lo hemos hecho en pareja, porque los dos nos hemos ayudado mutuamente, los dos formamos un equipo muy bueno, nos complementamos y cuando uno estaba con los ánimos más flojos el otro tiraba un poco más y eso ha estado muy bien. Ha sido una cuestión de actitud.

Nazareth Aparicio. J. H.

–¿Actitud de qué tipo?

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–Si hay un problema, te puedes permitir un rato de que se te caiga el mundo encima; pero un rato: luego tienes que pensar cómo lo solucionas porque, si no, estás metida en un problema mayor.

–Los pueblos se vacían y el relevo generacional llega al agro con cuentagotas.

–A mí es algo que me preocupa. Vivo en el pueblo y lo estoy viendo. Da mucho miedo pensar cómo estarán los pueblos de aquí a 10 o 20 años. La población está muy envejecida, y se nota, y se pierden servicios, población...

–Y cuando oye a los políticos hablar de lucha contra la despoblación, ¿les cree algo?

–Muchas veces lanzan iniciativas y cosas bonitas, incluso para sacarse una foto, pero luego que lleguen a la realidad es otra cosa.

–¿Cabe pensar ya en una segunda generación de Vermiduero?

–Claro que nos gustaría ir ampliando y que, obviamente, si tenemos hijos les inculcaremos todos los principios con los que vivimos y trabajamos.

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–¿Se ha parado ya a pensar qué quiere ser de mayor?

–Me gustaría poder haber visto cómo la empresa ha ido creciendo y que hemos desarrollado nuevos proyectos.

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