

Mercedes Fuertes: «Hoy el acceso a Internet es igual de esencial que lo fueron en el XIX las carreteras»
Catedrática de la Universidad de León, publica 'Metamorfosis del Estado. Maremoto y ciberseguridad'
He aquí una estudiosa del Derecho a la que le gusta leer, aprender, enseñar, escuchar y debatir, actividades para cultivar la mente y el espíritu ... que a ella le han permitido alcanzar un notable respeto en el ámbito jurídico dentro y fuera de España. Mercedes Fuertes (León, 1963), catedrática de la Universidad de su ciudad natal y vocal permanente de la Comisión General de Codificación. No hay materia que afecte a las leyes, la sociedad, las administraciones o las relaciones entre las personas físicas o jurídicas que escapen a su ojo analítico. Con una envidiable capacidad didáctica, su producción bibliográfica está plagada de monografías reflexivas sobre materias de la actualidad más cercana a las personas. Acaba de ver la luz 'Metamorfosis del Estado. Maremoto digital y ciberseguridad' en el que analiza la transformación que está registrando el Estado ante los avances tecnológicos y su capacidad de protección frente a todo tipo de amenazas. Un trabajo de muy recomendable lectura.
–¿Los cambios digitales no se paran ante nada, incluido al Estado tal y como lo conocemos?
–Esa es mi tesis. El mundo digital ha cambiado a las instituciones públicas del mismo modo que ha cambiado nuestra vida. Por un lado tenemos mayor actividad de conocimiento, de información y de relaciones, pero claro, en ese mundo digital, en el que hay que conquistar el Derecho, la aplicación de la libertad, de la solidaridad, también ha cambiado nuestro mundo físico y lo que tenemos. Es una llamada de atención, fundamentalmente a todos los juristas, para reflexionar, y para lectores interesados que tengan conocimiento de que somos, como también digo, el eslabón más débil de toda la cadena.
–Sitúa esta reflexión en el inicio del libro: «Estamos ante una guerra sin límite que reclama un nuevo nomos». ¿Tan peligroso es lo que genera el nuevo mundo digital?
–Ciertamente es dura esa expresión, que escribí antes de la ocupación de parte de Ucrania por Ruisa. Pero aun cuando no lo veamos, han existido muchas manifestaciones de situaciones bélicas, de cierta inseguridad, el ataque a infraestructuras críticas, los riesgos de secuestro, no solo de ayuntamientos, ministerios o parlamentos, sino también de hospitales...
–Indefensión total...
–Estamos en una situación de absoluta debilidad. Hay personas que viven como zombis dando a los botoncitos de 'me gusta' o 'no me gusta' y siguiendo irreflexivamente muchas indicaciones porque todos sus dispositivos están siendo utilizados de manera torticera. Hay muchos elementos de inestabilidad que reclaman ese nuevo nomos, esa nueva regla del Derecho: hay que sentarse para dar estabilidad, para facilitar que tengan creatividad y también que haya una solidaridad de distribución de toda la riqueza y atención de necesidades.

–Se ha legislado mucho, tanto en el ámbito europeo como en los estatales, sobre el mundo digital pero da la impresión de que lo hecho para protegernos no haya sido suficiente.
–Es cierto que se han ido tapando vías de agua y trato, ante un tema tan complejo, de facilitar a quien me acompañe, no solo a los juristas sino a otras personas con inquietudes y preocupadas por nuestra sociedad, de explicar que primero hay que atender a lo más crítico, pero resulta que cuando se ponen las bases de lo más crítico los Estados miembros, cada uno de ellos, puede vetar lo de los otros. ¡Pero, ¿en qué club estamos?! Cuando después se dice que junto a lo más crítico hay que proteger lo esencial, los Estados miembros dicen que lo protegen ellos y que ellos dicen lo que es esencial. ¡Hay unas pautas! Y la Comisión Europea no se entera. Pero, ¿no estamos en el mismo club? Cuando hay conflictos hay que saber que hay que tener una dirección y todos hemos de remar en el mismo sentido.
–Defiende que Internet no tiene por qué ser un servicio público, pero abre ese debate porque ya la vida si Internet es inconcebible.
–Claro, no es un servicio público porque es algo distinto. Es una cuestión dogmática.
–¿Dogmática?
–Yo afirmo que Internet no es un servicio esencial, sino que es el cauce por el que se prestan servicios esenciales, básicos e indispensables. De ahí que haya que protegerlo tanto. El acceso a Internet tiene que ser un derecho fundamental, pero la calificación como servicio público tiene unas consecuencias jurídicas, de ahí que sea conveniente no utilizarla sin que ello desmerezca o minore la trascendencia, la relevancia de Internet.
«La administración pública ha de garantizar la atención personal»
MERCEDES FUERTES
–Relevancia absoluta, en todas las esferas del ser humano.
–Es una cuestión de matiz técnico que defiendo porque eso, sin que sea del todo advertido por la ciudadanía, tiene muchas consecuencias, como sería la 'publificación' de Internet cuando Internet es lo que es gracias a la iniciativa privada y a la generosidad de muchos investigadores y de algunos empresarios. También del apoyo público pero ahí, como en tantas cosas, está tan trenzado el ámbito público-privado y lo que tienen que proteger el Estado y la Unión Europea es que más que un servicio el acceso sea un derecho fundamental, que todas las personas tengan el derecho a conectarse a Internet, a un Internet de calidad, y que a partir de ahí se faciliten servicios esenciales, servicios económicos, la comunicación y la información, que es básica e imprescindible en nuestra sociedad.
–Dicho esto en una comunidad como Castilla y León, en la que en muchísimas zonas el acceso a Internet es hoy aún utopía...
–En 2004 escribí el libro 'Las redes inalámbricas municipales, nuevo servicio público'. Lo hice porque me quedé estupefacta al leer la noticia de que lo que entonces era la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones, hoy integrada en la Comisión Nacional de Mercados y Competencia, había impuesto una multa a un ayuntamiento pequeño de Granada por facilitar el acceso a Internet a sus vecinos.
–¡El mundo al revés!
–Una barbaridad. Estudié el tema y defendí que los ayuntamientos podían facilitar ese servicio de acceso. Era un nuevo servicio público. Es cierto que en la Constitución no está reconocido como derecho fundamental...
–...Está la cosa política hoy como para cambiar la Constitución.
–Pero desde hace años la Unión Europea y Naciones Unidas han empezado a señalar que esto tiene que ser un derecho fundamental. Pues, bien, desde la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones me decían que me confundía, que eso tiene que ser solo de empresas privadas. Podría ser así en los sitios grandes, pero en los pequeños, donde no llega Internet, no pueden generar esa discriminación. Lo hemos visto en la pandemia: nos dijeron que habría telemedicina y desde muchos pueblos se advirtió de que solo tenían un teléfono público fijo. ¿Cómo iban a llevarles la telemedicina?

–Recuerda en este nuevo libro que la UE fijó 2020 para que todos sus ciudadanos tuvieran un acceso de calidad a Internet pero pasó 2020, pasó 2021, llevamos consumido medio 2022 y nadie sabe nada de ese objetivo.
–Con aquel libro sobre redes inalámbricas municipales, que tanto se me criticó desde la Comisión de Telecomunicaciones, tuve la satisfacción después de que cuando llegó Jean-Claude Juncker a la Presidencia de la Comisión Europea impulsó un programa para que todos los ayuntamientos facilitasen wifi gratuito a todos sus vecinos en los espacios públicos. Tras la pandemia se están aportando más fondos europeos y las últimas convocatorias del Gobierno y las comunidades autónomas, porque por suerte en esto van las administraciones de la mano, están extendiendo la red.
–En eso salen perdiendo las pequeñas poblaciones. Llegar con la red a localidades alejadas y de pocos vecinos no le sale rentable a quienes han de impulsarlo...
– Yo defiendo que hay que pensar en las personas, que tengan ese acceso a la red, que sea asequible, pero también en el territorio. Porque el territorio se puede defender también con Internet. Las personas nos movemos y necesitamos una carretera e Internet. Después vendrán o no empresas, vendrán o no turistas, habrá una escuela... Pero de la misma manera que en el siglo XIX se abrieron carreteras y vías férreas ahora el acceso a Internet es indispensable, es esencial. Y que luego las personas puedan optar, que no se obligue a todo el mundo, por ejemplo, a presentar la declaración de la renta por Internet.
«La Unión Europea y la ONU señalan que el acceso a Internet ha de ser un derecho fundamental»
Mercedes Fuertes
–Algunas administraciones, diputaciones provinciales, obligan a presentar documentos en sus registros solo por Internet.
–Eso es terrible. Y a lo mejor te dicen que no puedes molestarles sin cita previa. Es un retroceso al siglo XIX. Es tremendo. El acceso a Internet está bien y hay que conseguirlo pero luego usted, administración pública, atienda a los ciudadanos de manera presencial. La atención personal es indispensable. No podemos volver al siglo XIX por la comodidad de algunos funcionarios.
–Pero, entonces, las administraciones publicas, todas, ¿entienden mal la modernidad?
–Sí, claramente, de manera fatal.
–¿Un ejemplo?
–¿Qué es para la administración pública la administración digital? Escanear los papeles que le llegan y reproducirlos en papel. La facilidad que te da el mundo digital para simultanear actuaciones y que no estés seis meses, sino 15 días, con esos trámites, eso eso es lo digital: la simplificación, cierta celeridad y no reproducir treinta formularios. ¡Pero si me ha pasado a mí en trámites universitarios, ¿eh?!
–En varios tramos de su libro establece una analogía entre el mundo digital y la época medieval. ¿Estamos ante unos nuevos señores feudales que se llaman Meta (antes Facebook), Google, Apple, Amazon, Microsoft...?
–Claramente.
–Vaya retroceso. ¡Con lo que costó abolir el régimen feudal!
–Estamos en ese recorte de libertades para muchas personas que no son conscientes de que se están encerrando en un zulo porque se sienten muy cómodas al creer que a Red les da todo. Y porque ha fracasado la propuesta de Facebook-Meta de hacer una moneda... Veo muchas similitudes con el régimen feudal. También muchas con el mundo feliz de Aldous Huxley. Porque hay muchas personas que están como zombis, despreocupadas de todo el entorno, sin cumplir sus obligaciones y responsabilidades.

–Ataca el uso de adjetivos, que denomina edulcorantes, como 'multinivel', para «envolver las carencias del Estado». ¿La ciberseguridad es una de ellas
–Por suerte se han dado pasos muy firmes y sólidos debido a los buenos profesionales, a los que dedico el libro...
–Dedicatoria que llama la atención: «A los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a los funcionarios públicos...» vinculados a la ciberseguridad.
–Estoy muy agradecida, además de orgullosa, por los buenos profesionales que hay en España en el ámbito de la ciberseguridad. En el Centro Criptológico, en el Incibe, en el Centro conjunto de Ciberdefensa, que son de lo mejor del mundo. Pero hay que atenderlos. Estamos circulando por Internet y no podemos ir desnudos e ignorar que hay vándalos y secuestradores.
–Cuando detalla a sus alumnos estas reflexiones, ¿qué le dicen? Ellos son nativos digitales...
–Por el momento, me preocupa más que tengan el cimiento de los conceptos que puedan aplicar al mundo físico y al digital.
–Tras tantos años de estudios, investigaciones y análisis publicados, ¿se ha parado en algún momento a pensar qué quiere ser de mayor?
–Curiosa. Quiero conocer gente, que me enseñen, patear los montes y los ríos y escuchar el viento y el sonido del agua.
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