He aquí una investigadora pionera y fiel a una vocación inmarcesible. Marta Navazo Ruiz, arqueóloga, codirectora del Yacimiento burgalés de Prado Vargas, coordinadora de las excavaciones al aire libre de Atapuerca y profesora en la Universidad de Burgos. Como investigadora lleva toda su vida auscultando ... la tierra y excavando en busca de las causas que provocaron que desaparecieran los neandertales en la Meseta. Es pionera, porque es la autora de la primera tesis doctoral en Castilla yLeón sobre Atapuerca. Y se mantiene fiel a su vocación porque toda su vida es una excavación continua para tratar de hallar respuesta a muchos de los interrogantes que planean sobre el ser humano y su evolución como especie.
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–¿En qué momento de su juventud se cruzó su vocación con lo que se investigaba en Burgos sobre nuestros antepasados?
–En segundo de carrera descubrí lo que más me gusta del mundo, la réplica de las herramientas de piedra; vi que había gente que como yo iba al campo a coger sílex y se me abrió un mundo tremendo. Empecé a excavar en 1996 en Atapuerca.
–¡25 años ya! Uno escucha la palabra Atapuerca y piensa en algo inigualable en el mundo para saber de dónde viene el ser humano.
–En Atapuerca bebes ciencia, bebes aprendizaje... ¡Es impresionante! Cuando se acaba la carrera tienes la oportunidad de muchas cosas. Una, intentar obtener el doctorado. Para ello tienes que hacer un trabajo de investigación. Yo estuve un año haciendo el trabajo de fin de grado y tuve la suerte de estar en el sitio y en el momento adecuados.
–¡En Atapuerca!
–En Atapuerca hay un impacto antrópico, es decir, las cuevas están llenas de ocupaciones de toda la Prehistoria desde 1,3 millones de años hasta la Prehistoria reciente, pero estos grupos también vivían fuera de las cuevas: fuera cazaban, cogían agua, leña... Y eso no se había estudiado.
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MARTA NAVAZO
–Y ahí llegó usted...
–Diseñé una prospección arqueológica en las terrazas del río Arlanzón y todos los yacimientos son mi tesina, recogida en un libro.Ahí decidí que solo quería ser esto en la vida: hice la tesis y el doctorado.
–¿Cuándo aparece en su vida el yacimiento de Prado Vargas?
–¡Esa es mi vida! En el año 2000 hubo un congreso internacional sobre el Monasterio de Silos, y yo intervine sobre una revisión del Paleolítico Inferior y Medio en la provincia de Burgos. El padre Saturio y los estudiosos que comenzaron la tradición de buscar yacimientos y documentarlos... Pero hay noticias antiguas que luego no se documentaban bien, que se iban pasando de artículo en artículo y en realidad no existen.
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–¡¿Cómo que no existen?!
–Yo he estado en París buscando unas cuarcitas de Río Lobos que no están. Hay cosas que ellos documentaban, pero luego si nadie revisa los materiales esa información puede ser correcta o no. ¿Qué hice yo? Una revisión.
–¿En que consistió?
–Me fui al Museo de Burgos he hice un vaciado de los fondos del Paeolítico Inferior y del Paleolítico Medio. Y encontré una caja con un rótulo: Prado Vargas.
–¿Qué guardaba esa caja?
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–Unas herramientas de piedra y restos de fauna, neandertal, Paleolítico Medio, de una cueva que nadie conocía... ¡Me quedé flasheada! Documentándome, supe que la excavó Trino Torres, uno de los descubridores de Atapuerca, un ingeniero de minas que hizo su tesis sobre los osos del Pleistoceno. En el norte de Burgos, en Ojo Guareña, hay una cueva en la que encontraron el cráneo de un oso y Trino Torres fue a verla.
–¿Así empezó su hacer con el yacimiento de Prado Vargas?
–Trino Torres abrió una pequeña cata en el yacimiento para ver si había osos y se encontró un nivel arqueológico, hizo la memoria y la depositó en el Museo. Eso es lo que yo encontré.
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–¿Tomó usted el relevo?
–Hablé con Trino, me pasó las memorias de excavación, pedimos un proyecto de excavación del Paleolítico Medio en la provincia de Burgos y entramos en Prado Vargas: hicimos una cata, sacamos material, lo estudiamos y lo publicamos. Pero a mí se me quedó en la cabeza esa cueva porque la veía un potencial brutal.
–Y decidió seguir adelante, claro.
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–Tuve la posibilidad de presentarme a una plaza de contratada doctor y durante cuatro o cinco años estuve pidiendo el proyecto a la Junta de Castilla y León para excavar Prado Vargas, pero no había manera de que nos diesen el dinero. Nos concedieron el proyecto en 2016 y también una pequeña cantidad de dinero para empezar a excavar.
–A partir de ahí, ¿imparables?
–Yo ya estaba en la Universidad de Burgos como profesora contratada doctora y empezaron a venir alumnos que querían hacer sus trabajos de fin de grado conmigo. Se generó un equipo de investigación y un proyecto, que es el en el que estamos ahora, que es Prado Vargas. En Prado Vargas hemos hecho todo.
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–¿Qué es todo?
–Hemos abierto la cueva entera, porque estaba colmatada; hemos hecho un sondeo mecánico con un camión desde arriba para ver cuánta potencia tiene, y ahora mismo hay cuatro tesis doctorales en curso. Una es de Atapuerca y tres de Prado Vargas.
–¿Alguien podría llegar a pensar en Prado Vargas como el hermano pobre de Atapuerca?
–¡Nooo! Atapuerca tiene dos cosas: las ocupaciones más antiguas de Europa y toda la Prehistoria en esa Sierra. Está todo, absolutamente todo en la Sierra de Atapuerca. Normalmente cuando excavas un yacimiento, excavas uno; Atapuerca tiene muchos yacimientos que son complementarios entre sí y, además, tiene cueva y al aire libre. Es decir, puedes reconstruir la vida cotidiana de un grupo concreto. Eso es Atapuerca.
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–¿Y qué es Prado Vargas?
–En Prado Vargas tenemos una ocupación neandertal brutal que puede resolver una problemática diferente a las que se están estudiando en Atapuerca porque los neandertales llega un momento que desaparecen. Nosotros sabemos que en la Sierra de Atapuerca están desde el 70.000-80.000 hasta el 40.000 porque los yacimientos al aire libre que están datados tienen esas cronologías. En Prado Vargas tenemos neandertales más modernos, que serían los últimos de la Meseta y, además, tenemos muchísimos niveles de ocupación por debajo que nos pueden ir dando pistas, de los más antiguos a los más modernos, de qué pasa en esos grupos que acaban por desaparecer.
–¿Qué van a poder concluir?
–Los movimientos de estos grupos y, sobre todo, que es lo que interesa, saber por qué desaparecieron los neandertales, que es el gran enigma a resolver: ¿Por el clima? ¿Por qué vinieron los sapiens? ¿Por...?
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–¿Usted qué cree?
–Yo creo que tuvieron algunas crisis internas antes de que llegasen los sapiens, que mostraban que esas poblaciones estaban mal.
–¿Crisis internas? ¿Como cuáles?
–Pues, por ejemplo, a lo mejor varias crisis climáticas que no les da tiempo a superar y cuando se están recomponiendo viene otra... Que se diezma la población por algo, no sabemos bien por qué, pero para saberlo habría que estudiar yacimientos que tengan secuencias con muchos niveles de los más antiguos neandertales a los más modernos: Prado Vargas es un lugar que tiene esas secuencias. Lo que me interesa es comparar en esa cueva qué es lo que pasa de los niveles más antiguos a los más modernos, a ver si podemos diferenciar algo y que veamos los cambios que se pueden dar.
–¿Entienden los arqueólogos y los antropólogos que la mente del ciudadano medio no esté preparada para hablar en decenas y centenas de miles de años?
–Claro. Lo que pasa es que yo pienso en neandertal.
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–¿Piensa en neandertal?
–Yo me muevo en ese mundo. Es mi vida. Tengo mi hijo y esto.
–El día de mañana, ¿su trabajo a qué habrá contribuido?
–Primero, a saber que en Atapuerca había neandertales, que hasta que no se hizo mi tesis no había documentado ninguno, era un vacío que nos quedaba en toda la secuencia prehistórica de Atapuerca. Documentarlos bien y excavar varios de ellos, datarlos y publicarlos, de tal manera que si alguien quiere en un futuro saber algo de eso tendrá que coger el trabajo que dejamos muy bien documentado. Por otro lado, encontrar los últimos neandertales de la Meseta y sus antecesores y estudiar sus estrategias, su vida cotidiana.
–¿A dónde quiere que le lleve el famoso diente Vera, el molar de leche de una niña neandertal que hallaron en Prado Vargas?
–Nos ha llevado ya a mucho. En el momento en el que en una ocupación hay niños sabemos algo más; ahora se están haciendo estudios; un trocito de diente lo tiene un especialista, Carlos Lalueza-Fox, que es uno de los que secuencia el genoma neandertal, y vamos a saber de dieta y si un individuo con los dientes ha vivido siempre en ese territorio o se ha movido. Yo mantengo que viven en un territorio. Pero yo me jubilaré y esto seguirá. Además, en Prado Vargas tenemos una cosa impresionante, los restos animales que son de una calidad excepcional.
–Cuando encuentran un resto de ese calibre, ¿qué siente?
–Es una experiencia que hay que vivir: es que ese resto lo dejó un neandertal y no ha sufrido ningún proceso que lo haya dañado. Yo cojo una pieza así y estoy sobreponiendo mi huella a la del neandertal... ¡Eso hay que vivirlo! Una excavación es energía, es algo tremendo. Tenemos también un programa de voluntariado y cuando excavamos, sacamos las piezas y las herramientas, pero la arcilla la llevamos al río y la lavamos, separando los pequeños huesos que nos podemos dejar y sobre todo la microfauna.
–¿El ser humano moderno sabrá aprender del pasado?
–Dicen que hemos ganado en tecnología, pero yo creo que hemos perdido en cohesión social. Soy madre de un chico; cuando fue pequeño era difícil dar clase de 8 a 9 un lunes con un bebé. No porque nadie se pudiera quedar con él, que también; eso a un neandertal no le pasaba.
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–¿Por qué?
–Porque eran un grupo, vivían en común, tenían calidad de vida.
–¿Nosotros ahora no?
–Desde mi manera de ver, no. Esta es, y no quiero hacer moralina, una sociedad consumista. Tu ves a gente que lo está pasando mal, y ahora más, y te levantas pensando que tienes que hacer tal o cual cosa en tu trabajo. Los padres de Vera vivían mucho mejor. Yo, si tuviera que elegir...
MARTA NAVAZO
–A ver, a ver, ¿está diciendo que hace 45.000 años se vivía mejor que ahora?
–Sin duda.
–¿En qué basa esa aseveración?
–Por el individuo y por el grupo, sí. Es mi percepción. Estoy viendo cómo con las condiciones en que vivían, eran grupos muy territoriales que se movían a través de cauces de ríos secundarios como mucho, que tenían contactos con otros grupos para regenerar sangre y lazos y que, en un momento determinado, les empezó a ir mal por algo. Yo quiero saber por qué. Siempre se ha dicho que vino el homo sapiens y que como éramos superiores... ; me he cansado de oír esto, el sapienscentrismo este de que somos el ombligo del mundo... Yo creo que no, creo que estos grupos tuvieron algún problema.
–¿Llegará a saber algún día cuál?
–A dejar todo preparado para saber que en Prado Vargas se pueden dar pistas, sí. A saberlo... Yo ya soy muy mayor, tendrán que hacerlo mis doctorandos.
–Y cuando nos están pasando cosas como el coronavirus, ¿en su cabeza bulle la idea de que el ser humano como lo conocemos en este momento puede llegar a estar en peligro de extinción?
–Sin duda. En dos años nuestra vida ha cambiado radicalmente. Esto creo que acaba de empezar. Nuestra vida va a cambiar radicalmente y a peor: nos estamos cargando todos los recursos a nuestro alcance, nos estamos cargando el planeta en el que vivimos y encima vienen estas sacudidas. Yo no soy muy optimista.
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–Con lo que tiene estudiado, trabajado e investigado, cuando mira por la ventana ¿qué piensa?
–Yo ahora estoy en plena crisis personal con todo lo que está pasando y estoy pensando en comprarme dos vacas e irme. Y no lo digo en broma. Llega un momento en que me he saturado de ver lo que estoy viendo.
–O sea, que el ser humano no ha aprendido nada...
–No. Y creo que esta es la última sacudida para que reventemos o reaccionemos. Es un meneo absoluto. Pero para todo, desde las estructuras que nos gobiernan... Todo. Hay que hacer una reflexión muy crítica. Es que, ¿a dónde vamos?
–Con su trayectoria personal y profesional, con su formación, con todo lo que sabe de la evolución del ser humano y todo lo que lo rodea, ¿tiene usted ya decidido qué quiere ser de mayor?
–Quiero ser esto. Lo que soy.
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