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Marisol Garrote, en su taller rodeada de decenas de cazuelas de barro listas para la venta. MARIAN A. MONTESINOS

Marisol Garrote: «Quiero creer que cuando alguien compra en la ciudad una cazuela de barro sí piensa en lo duro de este trabajo»

Cuarta generación de una familia de alfareros, alerta de que no se detecta interés entre los jóvenes por aprender un oficio que ha dado fama internacional a la localidad zamorana de Pereruela

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 5 de junio 2021

He aquí una artesana del barro. Mónica Garrote, 58 años, alfarera, cuarta generación de una familia de alfareros. Artesana del barro, pero no de un barro cualquiera, sino del más especial que puede encontrarse sobre la faz de la tierra, el de Pereruela. Un barro ... que proyecta a este pueblo zamorano a los puestos de cabeza de una fama que traspasa lo físico hasta convertir el nombre de la localidad en una marca de calidad. A uno le dicen Pereruela y, a la vez que piensa en cazuelas y hornos de barro, se enciende en la mente la imagen del prestigio de un hacer que lo debe todo a unos artesanos que, como los de la familia de Marisol Garrote, han trabajado toda su vida en una profesión, la de artesanos del barro de Pereruela, que mantiene intacta desde hace siglos la manera de trabajar y la materia prima de la que sale el producto. Y en la que la mujer ha tenido siempre un papel esencial; tanto que es un espejo en el que pueden mirarse las demás.

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