![La profesora María José Redondo, fotografiada en la Capilla de San Gregorio (Valladolid) para la entrevista ante el sepulcro que Felipe Bigarny talló para Diego de Avellaneda.](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202210/29/media/cortadas/redondo1-kH8H-U180528066674TvB-624x385@El%20Norte.jpg)
![La profesora María José Redondo, fotografiada en la Capilla de San Gregorio (Valladolid) para la entrevista ante el sepulcro que Felipe Bigarny talló para Diego de Avellaneda.](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202210/29/media/cortadas/redondo1-kH8H-U180528066674TvB-624x385@El%20Norte.jpg)
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He aquí toda una vida dedicada a aprender, comprender y enseñar. María José Redondo Cantera (Valladolid, 69 años), catedrática de Historia del Arte de la Universidad vallisoletena. Está en el último curso de su vida docente y las casualidades de las matrículas han hecho que ... este año solo tenga alumnas en clase. Entre sus múltiples cualidades resalta la de conocer 'in situ' todos los monumentos funerarios de España de su gran especialidad, la tipología e iconografía del sepulcro en el siglo XVI, tema de su tesis doctoral. Propuso que la entrevista se desarrollase en la Capilla de San Gregorio de Valladolid, ante el Retablo que Alonso Berruguete talló para el Monasterio de La Mejorada (Olmedo). Es una capilla funeraria, la del dominico Fray Alonso de Burgos, obispo de Palencia y confesor de Isabel la Católica, que contribuyó a la consolidación del Convento de San Pablo y fue fundador del Colegio de San Gregorio. En este recinto se halla también el impresionante sepulcro tallado por Felipe Bigarny para Diego de Avellaneda, que procede del Monasterio de Espeja.
–Es imposible contemplar uno de estos sepulcros, tan artísticos, tan hermosos, y no pensar que hay alguien enterrado en su interior. ¿Lo hay?
–En la mayoría de los casos, sí, pero no siempre. Lo cierto es que algunos fueron saqueados. No lo sabemos, pero ¿qué más da?
–Entonces, ¿para qué se hace un sepulcro? ¿No es para enterrar?
–Para conservar la memoria. Si puede ser, proteger los restos, pero sobre todo para conservar la memoria. Es un monumento, palabra que procede de 'memento' (recuerdo).
–¿Con el recuerdo le bastaba a quien lo encargaba?
–Claro, porque muchas veces es un cenotafio, es decir, un lugar que no contiene los restos.
–Pero así no lo 'disfruta' quien lo encargó y lo pagó.
–¡Su ego! Y sobre todo si quien lo encargó lo ve hecho antes de morirse.
–¿Este arte funerario es el más elitista que existe? Esto solo lo podía encargar gente con muchos posibles...
–Pero es mucho más costoso hacerte todo un monasterio.
–¿Un monasterio entero?
–El de San Juan de los Reyes, de Toledo, por ejemplo, donde iban a estar enterrados los Reyes Católicos.
–Que están en Granada...
–Decidieron que tomaron posesión del lugar tras la muerte enterrándose en Granada.
–¿Qué lleva a una persona a querer inmortalizarse a través de su enterramiento?
–Tiene también una faceta de ejemplo, porque siempre se presentan de manera muy devota.
–Los seres humanos nos vemos a nosotros mismos 'muy santos'...
–Uno de los ejemplos que mejor nos puede dar a comprender esto es el Sepulcro de los Condestables, en la Catedral de Burgos. Están en el centro, presidiendo todo el espacio, se muestran poderosos, vestidos muy ricamente, con muchas joyas... pero devotos, con las manos en actitud orante o con un devocionario entre las manos. Como los que costean esa obra son los donantes, quieren mantener su memoria.
–Por los siglos de los siglos...
–Pedro de Medina, en su Libro de la Verdad, dice que alguien que se aprecia a sí mismo y que sea poderoso tiene que tener un palacio, una buena biblioteca y un sepulcro, entre otros bienes. Ese terror que hay ante el límite que supone la muerte y terminar, y que se olviden de esa persona que ha sido tan poderosa, tan caritativa, etc, de eso hay que dejar constancia.
–¿Y el sepulcro lo hace por encima de todo lo demás?
–Todo eso se solía dejar en el siglo XVI escrito, generalmente, en latín en una lápida, en capitales romanas, es decir en mayúsculas. Y queda, por los siglos de los siglos, constancia de quién fue, cuándo murió, qué fundaciones hizo, qué cargos tuvo... Y también todo eso suele venir dado por la imagen.
–¿Qué materiales perpetúan esos monumentos funerarios?
–Materiales duros. Y el más duro y más hermoso es el mármol. Era muy caro y había que traerlo de Italia, de las canteras de Carrara. Se embarcaban en Génova y por mar, hasta Cartagena; y de allí, por vía terrestre, al interior. Aunque hay otro material más duro aún, el bronce. Lo que pasa es que es todavía más caro que el mármol. Y si queremos un bronce dorado hemos de usar el mercurio y el oro: ¡Y es carísimo!
–Es de imaginar que porque quien quiera más memoria, más ostentación...
–Claro, aunque sean sepulcros aparentemente más pequeños y ocupen menos espacio, son todavía más prestigiosos. Además, el oro se usa no solo por ostentación sino que indica simbólicamente que se está beneficiando el difunto del resplandor de la divinidad, que ya está disfrutando del cielo. Los cenotafios, porque los cuerpos están abajo, de Felipe II y Carlos V en El Escorial están bañados en oro y en actitud orante: se presentan como si están disfrutando ya de la salvación.
–Su tesis doctoral versó sobre 'El sepulcro en España en el siglo XVI, tipología e iconografía'. ¿Qué le llevo a investigar esto?
–¡El ejemplo de mi maestro!, el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid don Juan José Martín González. Yo había estudiado la especialidad en Madrid y como conocía un trabajo del profesor Martín González sobre el retablo, su tipología e iconografía, me planteé que otro género escultórico que también tiene mucha obra y muy buena era el de los sepulcros. Se lo propuse y me animó a investigar.
–Pero no puso límite geográfico: ¡Recorrió toda España!
–Aquello fue una locura.
MARÍA JOSÉ REDONDO
Catedrática de Historia del Arte
–Era el periodo 1976-1982 y no había trenes de alta velocidad, ni autovías, ni internet...
–Pero la mayor dificultad fue poder entrar en algunos sitios, que me los abrieran.
–¿Por ejemplo?
–Conventos, algunas iglesias parroquiales... Lo hice todo a golpe de coche, de buscar sobre el terreno, pero, bueno, de todo se aprende.
–El sepulcro, ¿además de retratarnos al personaje nos permite hacer una idea de la época, de sus contemporáneos...?
–Muchísimo. Y del linaje, también. Es muy importante también la decoración heráldica.
–¿Esta sociedad tan internetizada vive de espalda al pasado?
–Vivimos volcados en el presente y, como mucho, en el futuro. El pasado parece que no nos importa. El pasado, ya pasó. ¿El patrimonio? Mientras haya un concierto donde vayan miles y miles de jóvenes... es mucho más divertido. Es un sistema de valores. Lo que no tenemos que olvidar no es tanto el planteamiento de que somos aquello que fueron los que nos precedieron, sino que tenemos una riqueza patrimonial impresionante en Castilla y León, y en particular en Valladolid, y para poder apreciarla tenemos que conocerla: tenemos que saber, primero, que existe; y lo segundo, que es muy importante, entenderla. Y si no tenemos el contexto, los motivos por lo que nos ha llegado a nuestros días todo lo que tenemos, podremos apreciar la belleza, pero nada más.
–Su vida está dedicada a la Historia del Arte. Cada plan de educación que hace un gobierno suprime horas de Humanidades. ¿A dónde vamos?
–Se supone que no son una actividad productiva y, sin embargo, todo el arte que hemos recibido es riqueza para la sociedad, no la podemos malgastar, la tenemos que atender.
–¿Estamos sometiendo al sistema educativo al gran anatema de que no se forme a los jóvenes para comprender, entender y transmitir?
–Insisto en que lo que interesa en esta sociedad es producir. Lo que pasa es que hay algo etéreo, que no se compra ni se vende, que se llama conocimiento, y que es muy plural y cada uno lo enfoca a lo que más le interesa.
–Pero lo debería enfocar a lo que le interese después de conocer y comprender...
–Hay un factor fundamental en el interés por el fenómeno artístico y es la relación que se establece entre la obra y quien la mira. A los jóvenes es el arte contemporáneo lo que más les interesa, con el que a mí me resulta muchas veces mucho más difícil conectar, porque muchas veces no es figurativo, aunque sea expresivo. Desde muy joven me gustó el siglo XVI, el Renacimiento y no me importa nada emplear las horas que sea necesario para formarme y transmitirlo. Hay algo que me gustaría compartir, y lo intento, que es el disfrute.
–¿Qué tiene que ver el disfrute en esto?
–El conocimiento nos tiene que llevar a un disfrute y ese disfrute lo podemos compartir. La capacidad de disfrutar es muy importante y lo que no tenemos que hacer es torturarnos por aprender, sino que el aprender tiene que ser un goce, porque es nuestro propio desarrollo. Es como si estuviéramos subiendo una montaña que, poco a poco, vas consiguiendo algo que no creías que fueras capaz de lograr.
MARÍA JOSÉ REDONDO
Catedrática de Historia del Arte
–¿El auge de las incineraciones puede acabar con el arte sepulcral tal y como lo conocemos?
–Pues es que muchas vasijas griegas se usaron para eso...
–¿Luego podría afianzarse ahí otro tipo de arte funerario?
–Es que quemar el cadáver es algo muy antiguo. Lo hay en representaciones, por ejemplo, de la antigua Grecia. Lo siguen haciendo en la India.
–¿Qué sepulcro aconseja no dejar de visitar en España? El que más puede transmitir historia, arte, personaje, época...
–Un conjunto de una gran coherencia es la Capilla Real de Granada, donde están enterrados los Reyes Católicos, Juana I de Castilla y Felipe El Hermoso. Y, por supuesto, la Capilla de los Condestables de Castilla, en la Catedral de Burgos. ¡Una joya!
–¿En tantos años de docencia e investigación se ha parado a pensar qué quiere ser de mayor?
–Viajera. Quiero viajar a mi aire, sin que me digan por dónde tengo que ir. Descubrir yo las cosas que me puedan interesar.
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