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Los protagonistas fueron el intenso frío y Vox. El primero, apoyado por el viento, no aflojó en ningún momento hasta el punto que se le podría calificar de criminal. Los de Abascal, aunque ausentes en la cita, fueron, sin embargo, los principales aludidos en las ... diferentes intervenciones durante la jornada en la campa de Villalar. La diana casi unánime de las críticas.
Castilla y León recuperó este sábado el altavoz reivindicativo de su fiesta después de dos años de pandemia y lo hizo a menos de medio gas por lo desapacible del día. La nueva coalición de gobierno en esta tierra fue, sin duda, el tema estrella en las intervenciones de plataformas sociales, sindicatos y partidos de izquierda, que no conceden ni esos cien días de gracia que se les suele otorgar a los que estrenan mando.
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Apenas tres mil personas se acercaron hasta la localidad para conmemorar el espíritu de la lucha comunera. Entre los primeros, el máximo responsable de Junta, Alfonso Fernández Mañueco, quien animaba a celebrar la jornada «en libertad» y restaba importancia al plantón del presidente de la Cortes, Carlos Pollán, en el foco informativo desde que anunció que no acudiría a la fiesta popular, a pesar de que la institución que dirige sea la que la impulsa esta histórica cita.
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Rodrigo Jiménez y Carlos Espeso
«Me acuerdo de todos y no me acuerdo de nadie, hoy es un día de libertad, para celebrar la fiesta, un momento de encuentro y de convivencia», destacaba Mañueco para justificar así que el responsable del Parlamento autonómico no hubiera hecho acto de presencia en el municipio, donde a primera hora de la mañana había casi más agentes de la Guardia Civil que público.
Lejos de conmemorar la efeméride en concordia, los mensajes cruzados, la batalla política, se trasladó hasta el municipio vallisoletano, embarrado por la lluvia. El presidente aprovechó su intervención para arremeter contra el PSOE por «romper el consenso» al impulsar un manifiesto reivindicativo, que calificó como «un bando que más parece rectificar una derrota de la izquierda en las urnas que dar respuesta a las reivindicaciones legítimas del pueblo de Castilla y León y de España».
La noche previa al Día de Castilla y León se ha desarrollado sin incidentes y con una escasa afluencia de público en Villalar, según ha confirmado la delegada del Gobieno, Virginia Barcones. Pocas tiendas de campaña y muchas caras de frío. Más de 300 agentes de la Guardia Civil forman el operativo de seguridad de la fiesta.
Frente a las críticas por su gobierno con los ultraconservadores, defendió el «compromiso claro y nítido» de ambas formaciones con los problemas de la comunidad. «Este gobierno atiende las preocupaciones reales de los ciudadanos», dijo Mañueco, quien consideró que los castellanos y leoneses han acogido este acuerdo con «normalidad democrática».
No fue precisamente ese el mensaje que trasladaba la oposición. Las formaciones progresistas aseguran no estar tranquilas. Al contrario, todas se mostraron en alerta ante los efectos que esta entente puede conllevar para la comunidad autónoma. Mientras Mañueco abandonaba Villalar tras el acto institucional en la Casa de Cultura, el secretario regional del PSOE, acompañado por Demetrio Madrid, primer presidente de Castilla y León, le respondía contundente. Para el socialista el acuerdo de gobierno supone el «inicio en el retroceso» de los derechos adquiridos con mucho esfuerzo.
«Van a convertir a Castilla y León en un lugar oscuro, en blanco y negro», lamentó el político burgalés para, a continuación, recalcar que no se dará «ni un paso atrás» en los avances conseguidos en memoria histórica, derechos sociales e igualdad entre hombres y mujeres.
Tudanca no se olvidó de la gran ausencia del día, que, argumentó, supone una «desestabilización» de las instituciones. Ese es, en su opinión, el «fin de los consensos» que criticaba el presidente de la Junta. «Es muy difícil defender que se ponga de vicepresidente a alguien que quiere acabar con el estado de las autonomías y que se ponga de presidente de las Cortes a una persona que tampoco cree en ellas», sentenció después de afear que el PP «haya abrazado a la extrema derecha» cuando siempre «fue un partido moderado». «No cumple nunca su palabra y es él el que divide solo para mantenerse en el poder», abundó en referencia a Fernández Mañueco.
Fernando Barrio, que representó a Podemos en la cita ante la ausencia de Pablo Fernández por cuestiones familiares, consideraba que la actual situación política que se vive en la comunidad se asemeja a la 1521 con la revuelta de los comuneros y apostó por el «rearme» de las fuerzas progresistas para contener un posible ataque a los derechos y libertades. Izquierda Unida iba más allá al subrayar que Vox hubiera estado del lado de los «decapitadores».
Los sindicatos, por su parte, dejaron claro que ellos ya están en guardia. Lo advertía Unai Sordo, máximo responsable de Comisiones Obreras, quien acompañado del secretario regional de la central, Vicente Andrés, alertaba sobre el riesgo de «normalizar la presencia de la extrema derecha en los gobiernos». «Supone un riesgo para la calidad democrática, el estado de derecho y la separación de poderes en nuestro país», afirmó, al tiempo en que confió en que el «ensayo general en Castilla y León» no tenga réplica en España.
Desde UGT, su responsable regional, Faustino Temprano, ponía el foco en la primera medida adoptada por el nuevo Ejecutivo, un plan anticrisis para el que no se ha contado con los sindicatos. Temprano instaba a ambas formaciones a que se «pongan las pilas y empiece a gobernar ante la situación de crisis económica provocada por la invasión de Rusia a Ucrania, que está afectando sobre todo a los trabajadores».
Dulzainas, ofrendas florales y unos tragos en las diferentes carpas instaladas en la campa se alternaban con los mensajes lanzados junto al monolito por diferentes movimientos sociales. La Coordinadora de Plataformas por la Sanidad Pública advertía a Mañueco y Gallardo que les tendrán «en frente» ante cualquier movimiento para recortar o privatizar estos servicios y la plataforma Jóvenes de Castilla y León reclamaba a la coalición un cambio urgente en las políticas para impedir que la comunidad se vacíe y se «convierta en el geriátrico al aire libre más grande del mundo».
Vox se asomaba a la fiesta ya avanzado el día, pero a través de la red social Twitter. Lo hizo el presidente de las Cortes, Carlos Pollán, para celebrar que Castilla y León haya disfrutado de su día con «civismo y urbanidad». El vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, mandaba un recado con mordiente: «Hoy reivindicamos el espíritu genuino que inspiró el nacimiento del movimiento comunero. Unámonos todos contra esas élites que extraen rentas al pueblo para pagar su fiesta autonomista y globalista. En Castilla y León empieza de nuevo la lucha», escribía.
En el pueblo, su alcalde, Luis Alonso, prefería esquivar conflictos y hacía una petición: apoyo económico para que Villalar se convierta en un «centro de peregrinación de los que creen en la libertad».
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