Listas electorales, tiempo de tensión

El PP ha visto cómo su portavoz municipal en Burgos, Carolina Blasco, competirá con marca alternativa en mayo contra la candidata aupada por el partido, la senadora Cristina Ayala, y cómo la cabeza de lista de León, Margarita Torres, ha planteado un pulso a Alfonso Fernández Mañueco para confeccionar «su» lista municipal. La leonesa no quiere imposiciones del partido y esa crisis puede cristalizar en un episodio de candidata a la fuga y obligar al PP a buscar en el banquillo de suplentes, calienta que sales, un recambio de urgencia. Solución buena para el partido en León, ya, ninguna.

Las escisiones son como escopetas de feria, las carga el diablo. Al PP le salió en 2019 una en tierras abulenses, con Por Ávila, y los dirigentes que dieron el portazo se hicieron con la alcaldía de la ciudad amurallada y mandaron a sus excompañeros a la oposición en una ciudad que era un bastión para la formación del charrán-gaviota. La de Ávila seguía los pasos de la Plataforma del Pueblo Soriano (PPSo), que plasmó en 2011 una división de los populares en tierras numantinas que ha durado doce años, con su sangría de alcaldías y concejales. Los parientes pródigos de la PPSo vuelven a casa PP en estas elecciones. Pero esa alegría la amargan los nuevos frentes que se abren.

Lo que ocurre en Burgos y, sobre todo León, preocupa en las filas populares, conscientes, como reconoce un veterano que el electorado «puede perdonar hasta la corrupción, pero castiga la falta de unidad». León, especialmente, es más que contratiempo en una campaña en la que la dirección nacional de Alberto Núñez Feijóo ha dado autonomía a las direcciones autonómicas para candidatos y listas con la advertencia de que exigirá resultados. En Castilla y León, tierra hegemónica para el PP hasta 2015, esos resultados pasan por recuperar los ayuntamientos urbanos.

De las capitales de provincia, sólo hay alcalde del PP en Salamanca, a lo que se suma la 'anomalía' de ejercer de comparsa de Cs en Palencia. La joya de la corona es Valladolid. Y la pieza a abatir para los de Mañueco, políticamente hablando, Óscar Puente. Viendo lo que ocurre en León, podría deducirse que la elección forzada en el último minuto de Jesús Julio Carnero y el cierre de la candidatura han logrado poner cierto orden después de meses de porras de aspirantes en una ciudad en la que el PP lleva ocho años en la oposición. De 27 concejales, logró 9 en 2019. Con un partido que durante los últimos cuatro, desde la dirección autonómica y la provincial, ha remado a la contra de un equipo municipal de Pilar del Olmo.

Tras el reto electoral de Valladolid, en la lista del PP está León, con los ojos puestos hoy en el quilombo que ha montado Margarita Torres, concejala con Antonio Silván. La historiadora es coautora del trabajo que 'convirtió' el cáliz de doña Urraca, del siglo XI, en el Santo Grial que utilizó Jesucristo en la última cena. Un filón turístico asentado, según especialistas, en un fraude científico.

Las candidaturas para el 28 de mayo deben estar registradas el 26 de abril. Por las Cortes, con el despacho que allí usa Mañueco convertido en una extensión de la sede del PP, han pasado durante el pleno, martes y miércoles, un rosario de dirigentes provinciales para cerrar listas. Eso implica acomodar imposiciones del partido -desde vigilantes políticos a compromisos- entre fichajes y personas de confianza del candidato.

Un equilibrio delicado y doloroso de lograr, que en León ha saltado por los aires. Augurio bueno para la convivencia interna no es.