

Laura Polo: «La ciudad dará mucho, pero es el campo el que te da libertad y tranquilidad»
Avicultora palentina, que cría 1.800 gallinas, advierte de que «hay que hacer algo, y hay que hacerlo pronto, porque si no, de aquí a 20 años los pueblos caerán en picado»
He aquí una joven ejemplo de tesón, persistencia, ilusión, emprendimiento y vitalidad. Laura Polo (Palencia, 36 años). Con dos grados aprobados, Administrativo y Comercio, y ... tras haber trabajado en las capitales palentina y vizcaína, un buen día, tras pensarlo, madurarlo, sopesarlo y hacer muchos números decidió irse con su pareja a la localidad palentina de Alba de Cerrato (79 habitantes en el padrón de 2022) y montar una explotación avícola. Seis años después, cría 1.800 gallinas que cada día, ¡cada día!, ponen 1.600 huevos, que vende en Palencia yValladolid. Su explotación, mil por cien sostenible, es modelo de cómo emprender en el medio rural y así es vista por muchos a los que ha inspirado.
–¿Cómo se pasa de trabajar en el sector del Comercio bilbaíno a criar gallinas en el Cerrato?
–Decidí un día que igual era el mejor momento de crear mi proyecto personal de vida, de crecer. Si no arriesgaba, igual me arrepentía el resto de mi vida.
–Pero, ¿por qué gallinas?
–Los animales me han gustado de siempre, pero aunque nunca había tenido gallinas, me pareció un animal fácil de cuidar y de manejar; era una manera de cuidar la tierra y de producir algo bueno para las personas. Somos lo que comemos y por eso me decidí por las gallinas. Pero conste que miré otro tipo de animales.
–Claro, porque la cunicultura también está en auge.
–Pensé en las alpacas.
–¿Las alpacas?
–Son parecidas a las llamas y su lana es muy preciada, pero el clima de esta zona no era el adecuado. Me incliné por las gallinas.
–¿Es más avicultora que huevera o en el Cerrato y con 1.800 aves se es las dos cosas?
–En Palencia me llaman huevera, pero yo me veo más avicultora porque realmente lo que me gusta es estar en la granja, en el corazón de Granja Pepín. Claro que también llevo toda la gestión de la granja. No me queda otra.

–¿Cómo se hizo precursora de la sostenibilidad en este tipo de explotaciones, que ha acabado siendo casi una obligación?
–Lo que me han inculcado desde pequeña es cuidar del medio ambiente. Era algo que ya tenía arraigado y siempre quise que si en el futuro acababa creando algo como mi granja se asentara sobre esa base de la sostenibilidad.
–Pero, así, ¿cómo se nota que se contribuye al cuidado del planeta? ¿No se ve como grano de arena en una playa inmensa?
–Harían falta muchos más proyectos pequeñitos así en muchas más zonas de España para que esto fuese para adelante. Aún así, creo que estamos dando un pequeño cambio y por lo menos estoy contribuyendo a dejar el planeta en las mismas condiciones en las que lo encontré.
–¿Es lo que se llama conciencia social?
–He sido scout y esa es una de las leyes scout. Para mí eso es muy importante: si todo el mundo pusiera un pequeño granito de arena, podríamos contribuir a mejorar el planeta, que desde luego ya no está como estaba antes, pero sí podemos que vaya mucho más lenta su degradación.
–Vivimos una etapa en la que la defensa del bienestar animal está en auge. ¿Cómo vive ese debate rodeada de 1.800 gallinas?
–Me parece muy bien que cada día se consiga más y se lleve más a cabo el bienestar animal, que se debata, que se hable de ello... ¡Pero hay que ponerlo en práctica! Hay muchas cosas que todavía engañan al ojo del ser humano y que un producto determinado sea producto de una acción basada en el bienestar animal. En otros países van mucho más desarrollados en esto.
–Si comparamos, ¿perdemos?
–Si vamos a un supermercado en Reino Unido te explican hasta cinco clases de pollo y en la etiqueta se puede ver que está ese pollo criado al aire libre, con determinado tipo de cereal... Hay muchas diferencias. En cambio en la avicultura estamos todavía un poco a ojos cerrados, aunque yo creo que poco a poco, en un futuro cercano, habrá más explotaciones del tipo de la mía.

–Ha habido herencias en las que se ha dejado para un animal cantidades de dinero increíbles. Que se llegue a eso, que se trate al animal casi como a un ser humano, ¿a qué nos lleva?
–Debería haber un equilibrio. Yo siempre me he considerado ecologista, pero no a niveles como algunos de los que se están alcanzando ahora, que desbordan ese concepto y no lo son. Es complicado contestar, no se crea. Yo amo a mis animales, pero sé hasta qué límite. Tengo gallinas a las que les he puesto nombre.
–¡¿Las conoce por el nombre?!
–Soy una friki de las gallinas.
–¿Pero entre 1.800 distingue a algunas? Entienda que parezca sorprendente...
–Las gallinas son muy jerárquicas entre ellas. Siempre por eso hay varias a las que tienes más cariño: una porque es la más débil, otra porque es la más pequeña, otra porque se ha quedado coja y la cuidas de manera especial... Pero al final todo tiene un límite y un estatus. Cuando yo monté la primera nave pensé que las podía donar a corrales domésticos y eso no es posible.
«Las ventas de huevos en enero han subido porque la carne y el pescado se han encarecido»
LAURA POLO
Avicultora
–¿La vida de una gallina tiene fecha de caducidad antes de la que marca su ciclo biológico?
–La normativa de la Junta te exige que a los dos años las saques y han de ir a un matadero, a incinerar o a comercializar para carne. Empecé con la idea de que mis gallinas, pasado ese tiempo, podrían ir a otros corrales porque, como duran diez años, esas gallinas pueden seguir produciendo, aunque no son rentables para la explotación. Y como no nos dejaban pasé una época muy mala; hasta pensé si cerraba.
–Pero no lo hizo.
–¿Qué iba a hacer? Las tuve que ir llevando a un matadero. Y ahora lo que hago es que como vendemos mucho a particulares, ellos cierran el círculo: las vendemos para carne. Al final me he tenido que concienciar en esto, pero yo era una de las personas que no querían matar a las gallinas pasado un tiempo.
–En 2022 se dispararon las quejas por lo cara que se puso la docena de huevos. ¿Por qué es un producto tan sensible para la opinión pública?
–Creo que es porque es un producto que está como degradado, como dejado aparte, igual que las patatas, que son un producto muy bueno para la salud humana, como los huevos. Pero como que se ha sentido de siempre que tienen que ser productos baratos y la gente se escandaliza porque suban. Fíjese: una docena nuestra de huevos se vende a 2,80 en el mercado y antes de la guerra en Ucrania la vendía a 2,60. Realmente el precio se ha disparado en los huevos de gallina en jaula por los costes de electricidad.
–Las comparaciones, ya sabe...
–Con una docena de huevos tiene para comer una familia de cinco personas dos días. En cambio, una pizza en un supermercado, ¿cuánto cuesta? ¿4 euros? Y a cinco personas no les llega para comer un día. ¿Por qué se piensa entonces que los huevos son caros? No lo entiendo. La gente no compara un producto con otro y no sabe la versatilidad que tiene. Por ejemplo, en enero que es un mes en el que habitualmente bajan las ventas de huevos, este año se han disparado dado que la carne y el pescado son aún más caros. Se está volviendo a, como se hacía antiguamente, cenar tortilla o huevos fritos que, aunque caros, son más baratos.
–¿Y por qué esa impresión generalizada de que los huevos son cada vez más pequeños?
–Es un mito, una leyenda urbana eso de los huevos grandes, pero la gente sigue con que les gustan los huevos gordos.
–¿Se ve como prototipo de emprendedora rural? Entendidos en la materia dicen que lo es...
–A ver, en principio no me veía como tal, pero me he dado cuenta de que en este tiempo han salido muchos proyectos adelante gracias a que la gente me ha venido a visitar.
–¿Para pedir consejo?
–Sí, gente que quiere montar granjas de este tipo, de cuatro años para acá se han disparado en número, gente que ha montado su propio negocio... Con lo cual sí que puedo ser un proyecto de visibilidad hacia el exterior de gente que quiera estar interesada en montar un tipo de explotación así, o una granja escuela, o algo relacionado con el medio ambiente y las gallinas.
«Me parece muy bien que cada día se logre más bienestar animal, ¡pero hay que ponerlo en práctica»
LAURA POLO
Avicultora
–¿Qué le da el campo que no le diera la ciudad?
–¡Todo!
–Defina todo.
–La ciudad da muchas cosas, muchas alegrías, lo tienes todo a mano... Pero el campo te da libertad, tranquilidad, el sistema horario que tú quieras, el escuchar la naturaleza... Cuando vives en una ciudad no te das cuenta de los pájaros que cantan, ni de una puesta de sol, ni del aire puro... Ahora, cuando voy a la ciudad, hay días que si me acerco a un centro comercial o al centro urbano me huele mal, cosa que en el campo no sucede. Aquí es aire puro.
–Si las condiciones de calidad de vida en el campo son mayores que en la ciudad, ¿por qué el campo se despuebla?
–He nacido en la ciudad y no lo sé al cien por cien, pero antiguamente la gente vivía en el campo en unas condiciones muy duras y para sus hijos, para los que querían lo mejor, pensaban que lo mejor era que se fueran a estudiar a la ciudad y se buscaran la vida fuera del pueblo. Por eso la población de los pueblos es tan mayor. Los hijos se han ido fuera a trabajar y los pueblos se despueblan porque, aunque hay gente que quiere ir al medio rural a montar sus negocios, no encuentran casas en los pueblos para poder vivir, no hay servicios como para que la gente se quiera instalar... Pero hay que hacer algo porque, si no, de aquí a 20 años los pueblos caerán en picado. La población del mío es en un 80% de 75 a 90 años. Hay muy poca gente joven.

–Cuando dijo que se instalaría en Alba de Cerrato, ¿su familia y su entorno de amistades no le desanimaron? ¿No le dijeron algo así como que si estaba loca?
–No. Mi familia siempre me ha animado. Saben que el campo me gusta mucho. La gente que me decía loca era la del pueblo cuando llegue. Me decían que no aguantaría ni tres meses en el pueblo. Claro, como veían que venía de Bilbao... Y no me aburro. Me encanta la fotografía, me voy de paseo, leo, tengo tiempo para mí... Hago cosas que no hacía cuando iba a trabajar en Bilbao.
–¿No ha tenido momentos de pensar que quién le mandaría meterse a criar gallinas?
–Soy una persona superpositiva y siempre he dicho que de todas las cosas malas se saca algo bueno. Siempre hay momentos de desánimo, claro... ¡pero no lo cambio por nada! Es mi proyecto, el que he querido hacer y soy muy luchadora.
«Soy positiva; siempre digo que de todas las cosas malas se saca algo bueno»
LAURA POLO
Avicultora
–¿Qué se le pasa por la cabeza cuando oye a los políticos hablar de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el campo?
–A ver... La igualdad sí que la hay, pero hay cosas de las que estoy en contra. Por ejemplo, la PAC está para agricultores y ganaderos, pero avicultura y cunicultura no tienen PAC. ¿Por qué mis gallinas no tienen PAC, si están todo el día en libertad, y unas ovejas estabuladas sí? Son cosas incoherentes. En eso deberían de cambiar. Ahora, en el campo sí que tienen las mismas oportunidades hombres que mujeres.
–Mujer, emprendedora, con un proyecto empresarial de éxito en pleno campo... ¿Rara avis o tiene un séptimo sentido para que en solo seis años su proyecto esté ya al cien por cien?
–Creo que tengo un alma positiva. He sabido llegar y conectar con la gente que hace que este proyecto sea posible, enseñarles el corazón de la granja y que vean que estas gallinas que yo cuido son sus gallinas. Eso ha podido ser lo que usted llama séptimo sentido. Por eso, el proyecto ha salido adelante y cada vez estoy más convencida porque la gente, cada vez más particulares, quieren que le llevemos nuestros huevos a su casa porque saben cómo cuidamos las gallinas.
–Si una joven le pidiera consejo sobre si ha de lanzarse a desarrollar un proyecto de vida en el campo, ¿qué le diría?
–Que si tiene un estudio de mercado correcto y un poquito de dinero para que sea viable, que se eche para adelante, que es posible desarrollar cosas así. Si hubiese muchos pequeños proyectos de este tipo en muchos puntos de España todo sería mucho mejor porque la gente sí que demanda este producto. Yo podría haber crecido mucho más, pero considero que no debo hacerlo, que en las dimensiones en las que me muevo está bien.
–Pese a la carga diaria de trabajo, ¿ha tenido tiempo de pensar en qué quiere ser de mayor?
–Me gustaría seguir teniendo mi corazón de niña para ser feliz, viajar mucho y ver más mundo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.