José María enfermó en marzo de 2020. Ingresó en el Hospital Virgen de la Concha de Zamora el mismo día que España entera entraba en confinamiento y terminó en la UCI. Estuvo medio mes. Un deportista nato, que en 2019 había hecho en bicicleta un ... recorrido de ocho mil kilómetros, ciclismo de montaña. Con 55 años ahora repasa una larga, larguísima recuperación que aún no ha culminado. Le pasó factura la covid y también la inmovilidad muscular de la UCI que, después, tal debilidad le provocó una rotura de los dos meniscos, una secuela de la secuela.
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De la UCI, «no tengo ningún recuerdo. Hay gente que sí, pero yo afortunadamente nada. A las doce horas de ingresar me subieron a Críticos para tenerme mejor vigilado y en el ascensor me apagué y cuando volví, abrí los ojos en una habitación sin saber lo que me había pasado. Empecé la recuperación ahí y salí en silla de ruedas. Con andador y muletas pasé tiempo en casa y hasta mayo no logré dar una vuelta completa a la manzana de mi casa», destaca.
«Los pulmones los recuperé muy bien, por mi elasticidad. No fue la evolución típica. Tenía la tensión alta, escaras muy gordas de la UCI, insoportables, eso fue tremendo. Al cumplir el año, me llamaron del INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social) para que me reincorporara a trabajar. No conseguía levantar las manos por encima de la cabeza por las calcificaciones. Diecisiete años cotizando, te pasa esto y aunque no estés bien te hacen reincorporarte».
Tanto su mujer como su hijo se habían contagiado antes que él, fiebre y dolor de cabeza pero nada más. En cambio, José María Molina hoy es el día que no se ha recuperado. Dos años, con fisioterapia, con esfuerzo, con dedicación y todavía le pasa factura. «Yo me considero un privilegiado –explica– porque trabajo en una empresa familiar, con mis hermanos, y he podido ir a mi ritmo y con apoyos. Yo ya no puedo negociar solo como antes, necesito a un compañero al lado y yo cuento con este amparo familiar;pero a otros los hacen volver al empleo sin estar en absoluto en condiciones».
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Explica José María que «sufro lo que llaman las nieblas mentales. No consigo fijar bien las ideas, concentrarme. Estuve meses sin poder leer un libro. Olvidaba lo leído».
Realmente «es muy angustioso ver que estás mal, que recuperas muy lento, que ningún médico sabe indicarte qué va a pasar, sobre todo en mi caso porque me contagié de los primeros. Hago mucha rehabilitación, no todos pueden dedicarle tanto tiempo, y no acabo de ser el mismo. Mi cabeza no es en absoluto la que era tras 27 meses».
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