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Las cinco horas de debate del pasado jueves en el Consejo de Gobierno se zanjaron con restricciones importantes para Segovia, Ávila y Palencia. La nota de prensa de la Junta se tituló «La Junta se anticipa y adopta nuevas medidas para frenar el avance de ... la tercera ola de la pandemia». Sin embargo, para parte del equipo de Gobierno, encabezado por el vicepresidente, Francisco Igea, los datos habrían exigido medidas más drásticas. El sábado, Igea lanzaba un mensaje. Auguraba que en breve habría que extender las restricciones a otras provincias. El domingo los datos empeoraron hasta que seis provincias entraron en el nivel rojo de incidencia acumulada a 7 días. Este lunes ya toda la comunidad se encontraba en el rojo. Solo se libraba, en la incidencia a 14 días, Soria, que con 246 casos por cien mil habitantes se quedaba a 4 de la frontera que delimita el riesgo muy alto del riesgo máximo, 250.
La evolución de las cifras, prevista por el comité de expertos la semana pasada y advertida por muchos sanitarios en las redes sociales en los últimos días, obligó a los responsables del Ejecutivo a reunirse de emergencia este lunes por la tarde y a comunicar, mediante una nota de prensa, que las restricciones se hacían extensibles a toda Castilla y León.
No habrá más hostelería que las terrazas y la comida a domicilio o para llevar. Nada de centros comerciales. Gimnasios y centros deportivos clausurados salvo que sean al aire libre. Cierre de las salas de juego y bingos.
Hoy se aprobarán mediante un Consejo de Gobierno extraordinario. Entrarán en vigor el miércoles. Se prolongarán durante dos semanas.
Todo lo que no se hizo el jueves porque, en palabras del presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, había que «buscar el equilibrio», se ha tenido que hacer cuatro días más tarde ante el despegue vertical de la pandemia. En Segovia, donde las cifras se sitúan en los 817,61 casos por cien mil habitantes en incidencia acumulada a 14 días, hay sanitarios que advierten de que esta ola no se parece a la segunda, sino a la primera, la de marzo. A aquella avalancha que desbordó hospitales y casi colapsó el sistema sanitario. Y lo peor, temen, es que aún no se ha visto el efecto de las reuniones de Nochevieja y Año Nuevo, cuyas derivadas se notarán a lo largo de esta semana.
El gran número de brotes que se han detectado estos días da la clave de la progresión de los contagios. Ese indicador, el de «porcentaje de casos con trazabilidad», es el único que se mantiene en buenos niveles en todas las provincias. Incluso en cifras de 'nueva normalidad' en Soria, donde son capaces de rastrear la procedencia del 81,03% de los positivos. Y es que las reuniones familiares están en el origen de estas estadísticas temibles que, además, empiezan a traducirse en ingresos hospitalarios. En planta ya hay 514 personas (392 el 1 de enero) y en UCI, 140. En este caso hay 278 personas en total en camas de críticos (sobre 498 disponibles), lo que supone que el margen cada vez es más pequeño y eso repercute de forma directa en la atención sanitaria.
La irrupción de la tercera ola era esperada. Lo inesperado ha sido su virulencia.
Y sus consecuencias.
Para empezar, ha provocado desencuentros importantes en el tándem PP-Cs. El día 9 de noviembre, Alfonso Fernández Mañueco explicaba en la cadena Cope que las restricciones tomadas entonces, por su dureza, eran necesarias «para poder salvar la Navidad». Apenas cuatro días antes, Francisco Igea había dicho que quien pensara en salvar las navidades estaba «muy equivocado». El 17 de diciembre, Igea anunció las restricciones aprobadas en el Consejo de Gobierno: control de aforos en las calles, cierres de hostelería a las 22 horas también en las noches del 24 y del 31. Y advertía de que el presidente anunciaría al día siguiente más medidas excepcionales: «Si fuéramos a mantener las mismas medidas lo habríamos anunciado hoy. Nuestra intención es adecuarlas al nivel de riesgo en el que estamos». No sucedió así. Mañueco se limitó, con algún retoque liviano, a mantener lo ya decidido.
El último encontronazo fue el del pasado jueves en el mencionado Consejo de Gobierno de cinco horas de duración.
De ahí se deriva la segunda consecuencia. Luis Tudanca, secretario autonómico del PSOE, ha detectado esa fisura y se ha aprestado a colocar la cuña. «No puede ser que decisiones tan trascendentes sean comentadas como si fuera un tertuliano más por el vicepresidente [de la Junta, Francisco Igea,] en su Twitter, sin hablar con sectores afectados, sin consenso, sin ayuda», atizó el secretario autonómico socialista respecto al augurio del vicepresidente el sábado.
Y es que ese mensaje del vicepresidente chocaba con las reticencias del presidente Alfonso Fernández Mañueco la semana pasada, en esa búsqueda del «equilibrio». Un equilibrio que tampoco satisfizo a los sectores afectados. Ayer, Mañueco vio cómo hosteleros de Palencia, Valladolid y otras provincias acampaban ante las puertas de la sede de la Junta de Castilla y León.
Y otra cuña de Tudanca. «No sabemos qué esperar. Las decisiones se han convertido en algo tan caótico que estamos en todos los sectores sin saber qué va a suceder y cuál es el rumbo de la Junta», había dicho por la mañana. «Hace tiempo que ni nosotros ni ellos mismos saben dónde van. Nadie tiene ni idea de qué decisiones ni qué rumbo van a adoptar el jueves», dijo. Y se encontró, por la tarde, con la nota de prensa que anunciaba las nuevas restricciones.
«La Junta apuesta por la prevención y la anticipación con la extensión de medidas excepcionales a toda la comunidad para frenar el avance de la tercera ola de la pandemia», era el título del comunicado enviado a las 19:45 horas. Una nota amplia en la que los ocho primeros párrafos se dedicaban a la campaña de vacunación. «Ante el incremento vertiginoso de la incidencia acumulada a siete días, cinco veces superior a la de la semana de Navidad, se ha decidido reforzar la campaña de vacunación si está garantizado el suministro; continuar con los cribados masivos; y extender a todas las provincias las actuales restricciones adicionales vigentes en Ávila, Palencia y Segovia», comenzaba.
Una idea en línea con lo expresado por el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, que eligió un perfil político al estilo Isabel Díaz Ayuso y pidió al Gobierno «más agilidad en el suministro». Sin embargo, en lo que va de campaña de vacunación se han inyectado 36.229 dosis de las 51.390 recibidas. Y este lunes debía llegar un nuevo envío, el tercero, con otras 25.350, aunque la resaca del temporal provocó que «por problemas logísticos» Ávila y Segovia vayan a recibirlas más tarde. Curiosamente, son las dos provincias que manejan un peor porcentaje de vacunación en toda la región, con un 42% y un 31%, respectivamente. El fin de semana, con la dificultad añadida del temporal, tan solo se pudieron poner mil dosis en toda Castilla y León, que sin embargo ha alcanzado el 70% de las dosis inyectadas respecto a las recibidas en las dos primeras remesas. «Pedimos que se haga público el plan de vacunación», hurgó Luis Tudanca. «Queremos que todas las dosis que lleguen se pongan rápido y con eficacia», demandó, y sin recurrir a lo privado. «Si es necesario poner más recursos para que la vacunación sea rápida y eficaz hay que fortalecer los recursos públicos para hacerlo».
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