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ZAMORA. He aquí un filólogo que parece conocer el secreto de cómo hacer que el trabajo sea un aliciente todos y cada uno de los días de la vida. Julio Eguaras, zamorano-zamorano, jefe de Estudios y profesor de Lengua y Literatura del Instituto María ... de Molina de Zamora y PremioNacional Giner de los Ríos de Calidad Educativa. Acaba de publicar 'El vino de Toro en la Literatura', con prólogo de Fernando Romera e ilustraciones de Ana Benéitez. Maestro de vocación, Julio Eguaras ha hecho de la docencia su pasión; de la literatura, su preferencia; del vino de Toro, su afición, y de la escritura... De la escritura y la investigación literaria, una mezcla indescriptible de pasión, preferencia y afición.
–Uno abre su libro y no puede por menos que preguntarse qué persigue: ¿Realzar aún más el peso del vino de Toro? ¿Mostrar lo importante que es porque hasta los grandes de la literatura española lo han mencionado?
–Rescatar y poner en valor todas esas citas que he encontrado en las que aparece el vino de Toro en la Literatura en grandísimos escritores y en otros autores locales, a lo mejor menos conocidos, pero que también tienen su importancia. Y yo apenas aparezco en ese recorrido: mi labor ha sido la de contar lo que he ido encontrando y sistematizarlo por periodos históricos literarios.
–¿Está en el libro todo lo que es?
–Está todo.
–¡Qué contundencia!
–Es complicado peinar toda la Literatura. He leído muchísimo y podría habérseme pasado alguno y en otros buscando me lo he encontrado. Me pasó con Pérez Reverte y el Capitán Alatriste en 'Limpieza de sangre', en la que aparece el vino de Toro.
–Fíjese, no extraña que aparezca en un personaje que crea un autor, pero otros han echado mano de los vinos toresanos porque eran ya famosos...
–Tiene mucho que ver con el prestigio que tenía el vino de Toro en determinadas épocas. Desde la Edad Media hasta el siglo XVII fue de los vinos más apreciados de la Península, con muchísima diferencia. Era normal que cuando aparecía el vino en las obras fuera el de Toro el elegido.
julio eguaras
–Algunos han descubierto el vino de Toro por el Márketing, la publicidad, las promociones institucionales, pero resulta que ha estado ahí... ¡de toda la vida!
–El vino de Toro nos acompaña desde la Edad Media. Es verdad que tenía fama de ser muy espeso, muy denso, poco trabajado a lo mejor en la finura y el detalle, pero desde finales del siglo XX ha cambiado muchísimo. Cuando se puso en marcha la denominación de Origen con Manolo Fariña a la cabeza, llegaron grandes bodegueros, grandes enólogos y ha cambiado por completo. Ahora hay vinos de una calidad excepcional, a juzgar por los grandes entendidos.
–¿Cómo acercar a los jóvenes al mundo del vino? ¿O cómo acercar este a los jóvenes?
–Al vino, en concreto, es algo a lo que no se acercan demasiado; pasan directamente a cervezas o a combinar con refrescos bebidas alcohólicas de más graduación. El vino en sí ni lo aprecian ni lo conocen. Yo intento hablarles de que el vino es un producto asociado a la cultura, que el mundo del vino va mucho más allá que levantar una copa, que no se trata de beber por beber, el famoso calimocho, que es una locura que no tiene ningún sentido.
–Mezclar un buen Toro y Coca-cola...
–¡Una aberración total y absoluta! La verdad es que yo no suelo hablar con los jóvenes de si consumen o no alcohol, pero cuando surge el tema sí que intento orientarles.
–Hay elementos sobre el vino, y no solo para los jóvenes, que está comprobado que producen rechazo: la famosa liturgia de catar. ¿Cuánto estorban las alusiones a los polifenoles, los taninos, la búsqueda de aromas terciarios y todo eso?
–El abanico es muy amplio y hay consumidores de todo tipo. Está el que le gusta realmente que le digan todas esas cosas, e incluso él es capaz de llegar a apreciarlas, y está el que se acerca simplemente a tomar un vino a un bar con los amigos y es motivo de alegría, de compartir... Es verdad que a veces esa parafernalia eleva al vino por encima de los mortales como si fuera un producto de lujo. ¡Y no lo es! Es un producto muy asequible y hay vinos de mucha calidad, mucha, a partir de 5 euros la botella, cuando por ese precio no tomas ya casi nada en un bar.
JULIO EGUARAS
–Por tanto, ¿el precio tampoco tendría que ser un obstáculo para acercarse al mundo del vino?
–Claro que no. En el precio no hay obstáculo ninguno. Eso sí, si te quieres gastar 300 euros encuentras botellas de ese precio, pero en cualquier tienda y en cualquier supermercado encuentras vinos estupendos por 5 o 7 euros.
–¿Se ha permitido alguna vez pagar 300 euros por una botella?
–No, 300 no; pero para una celebración muy especial que tuve en una ocasión pagué 200. Era un vino de Toro y estaba muy, pero que muy bueno.
–¿El vino en la literatura cuánto tiene de lo segundo?
–El vino está presente en la historia de la Literatura desde la Biblia, desde siempre, con toda su parafernalia, con muchas cualidades, como por ejemplo las salutíferas, porque el vino servía para curar heridas, servía para sanar las llagas de la boca, incluso para potabilizar el agua. El vino ha acompañado al ser humano siempre y por eso tiene que aparecer sí o sí. Y, además, está asociado a las reuniones de amigos, de familiares... con lo cual es imposible que en una novela o en cualquier tipo de obra escrita no aparezca una botella de vino o una copa en algún momento. En muchos casos, no es ni siquiera consciente por parte del escritor esa presencia del vino en su obra: está narrando algo. Pasa lo mismo con el café: 'El protagonista se levanta, va a desayunar y se pone un café...'.
–¿La literatura en el vino cuánto tiene de este?
–El vino puede que sea el producto que existe más relacionado con la cultura. No es solo beber, no es solo una botella: es todo un mundo. Y que está unido a la pintura, por ejemplo en las etiquetas; está unido a la escultura, porque hay una preocupación en las bodegas por innovar en todo, incluidos los formatos de las botellas. Las bodegas tienen una muy interesante preocupación estética por el producto y una relación con la cultura mayor que la que se da en otros sectores.
julio eguaras
–En la relación literatura-vino, vino-literatura quién de los dos sale más beneficiado?
–Creo que eso está al 50%%.
–¡Salomón, baja!
–Es que es una relación generosa por ambas partes. Ni el mundo del vino intenta sacar beneficio de su presencia en la literatura ni al revés: es algo muy natural por las dos partes.
–¿Cuál es la gran época del vino de Toro en la literatura?
–El Siglo de Oro, sin duda. Aparece en Quevedo, en Góngora, el Lope de Vega, en Tirso de Molina, en seguidores de la novela picaresca, en El Lazarillo de Tormes. Se nota que es un momento en el que el vino de Toro es muy apreciado en toda España y conocido.
–Hoy, que hay estrategias publicitarias y de márketing que no había en el Siglo de Oro, ¿es menor la presencia literaria del vino?
–Cayó en picado en el siglo XVIII, sobre todo. En el XIX encontré una cita de Larra, en 'El doncel de don Enrique el doliente'. La acción está ambientada siglos antes y señala que el protagonista está tomando un vino de Toro «muy apreciado entonces», lo que quiere decir que en el siglo XIX ya no lo era. Esa cita me pareció muy interesante porque ilustra que en el siglo XIX el vino de Toro cayo en desgracia, por el motivo que fuera.
JULIO EGUARAS
–¿Se puede achacar a algo?
–Pues pudo ser porque le adelantasen otras denominaciones de origen, que entonces no se llamaban así, los vinos de Rioja o los de Jerez, que tuvieron una época muy brillante en la literatura y aparecen en muchas obras. Buscando lo de Toro me aparecían muchas citas y alusiones en esa época al vino de Jerez, y es el que se ha asociado un poco con España en el extranjero. Y, sin embargo, a partir del siglo XX reaparece el vino de Toro en autores como Cela, Delibes, Pérez-Reverte, el último Premio Nóbel Peter Handke. Este, gran viajero, en uno de sus últimos viajes pasó por Toro y habla del vino de Toro, del Bar Alegría, de la Plaza Mayor... Así que sí que ha habido un repunte de nuevo asociado a la calidad, a que el vino de Toro vuelve a ser nuevamente apreciado en nuestra sociedad.
–Usted es Premio Nacional Giner de los Ríos de calidad educativa por el proyecto 'Todos los caminos conducen al libro'. En estos tiempos tan internetizados, en los que se ha hecho creer a los jóvenes que la vida está en Internet, ¿también todos los caminos conducen al libro?
–Fue un proyecto de hace unos años, en el que acercábamos a los alumnos al libro por muchas vías y una de ellas es Internet. Estoy convencido de que cuando dicen que los jóvenes no leen, sí que leen. Lo que pasa es que leen de otra manera y en otros soportes. Leen muchísimo más que nosotros porque se comunican por Whatsapp y para eso hay que leer, cosa que nosotros no hacíamos porque nosotros hablábamos directamente. Leen la inmediatez, siguen a gente en redes como Instagram o Twitter, son como perlitas más breves, unas veces con más calidad y otras con menos, peor el que empieza a leer y a demostrar cierto interés por la escritura y la lectura termina llegando al libro. La prueba que no desaparece.
–Menciona Whatsapp y los jóvenes. Resulta que en esos mensajes están creando un nuevo lenguaje. El 'que' pasa a 'k', las tildes brillan por su ausencia, los signos de puntuación aparecen espolvoreados en muchos textos. ¿La degradación del lenguaje?
–A priori nos parece que el daño para el lenguaje es irreparable y el perjuicio enorme y, sin embargo, ellos saben distinguir bastante bien cuando utilizar un registro, el de los mensajes, y cuándo otro, en los exámenes, en los textos educativos. Me parece que es una convivencia muy similar a la del libro electrónico y el libro en papel: decían que el electrónico desplazaría por completo al del papel, no ha pasado. De hecho, conviven los dos perfectamente y el mismo lector utiliza unas veces un soporte u otro dependiendo del tipo de lectura que vaya a realizar.
–Si todos los caminos conducen al libro, ¿todas las edades del ser humano conducen a la buena mesa y al buen vino?
–Con los años vamos apreciando más la comida. Prefieres salir menos veces, pero cuando sales prefieres salir a un restaurante a probar algo nuevo, o de más calidad, a beber algo mejor... Sí, el ser humano en general va teniendo esa evolución.
–¿Qué bulle en su cabeza para su próxima obra escrita?
–Me gustaría reescribir la ruta literaria porque no he dejado de investigar y después de 2014 he encontrado muchas más citas. Y respecto al vino, como me gustan mucho los refranes y dichos populares, trabajo en lo que aluden al vino y los voy clasificando de cara al futuro. Me parece que es como un homenaje a nuestra memoria, para que no se pierdan.
–Profesor, literato, investigador, ¿ha tenido usted ya algún momento en el que haya pensado qué quiere ser de mayor?
–No, no, no. No tengo prisa por jubilarme, pero el día que eso llegue, si tengo salud seguiré investigando y buscando cosas en la literatura. Será una manera de seguir llenando de vida los años.
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