

¿Por qué los jóvenes de Castilla y León beben tanto alcohol?
Expertos analizan las claves sociales, culturales y económicas que explican los motivos del alto consumo de los estudiantes de Secundaria en la comunidad, donde el 81% reconoce haber bebido al menos una vez en su vida
En el último mes, el 61,5% de los alumnos de Secundaria de Castilla y León ha bebido alcohol, el 81% lo ha hecho al ... menos una vez en su vida. Para los estudiantes de 14 y 18 años es la sustancia con el consumo más extendido y además, uno de cada tres reconoce haber tomado en los últimos 30 días cinco copas o más en un mismo día. No es un consumo puntual y los jóvenes de la comunidad son los terceros que más botellón hacen en toda España. Las similitudes entre las regiones que lideran la estadística -por encima solo están Castilla-La Mancha y Extremadura- como la despoblación, el arraigo cultural, son causas que explican los datos, reflejados en la última encuesta Estudes del Ministerio de Sanidad. Pero también hay una serie de características que tienen los jóvenes de Castilla y León que arrojan luz a los datos. Razones que concretan desde el Comisionado Regional para la droga, el Centro Aldaba de Proyecto Hombre, el servicio de Emergencias del Río Hortega y profesionales del ámbito de la psicología.
Aspecto cultural
La sociedad y el concepto del alcohol es uno de los principales factores que explican la situación. Más aún en Castilla y León, donde adquiere más fuerza al ser una comunidad donde, culturalmente, las bebidas alcohólicas, de alguna forma, tienen un arraigo tradicional. «Es una comunidad productora donde buena parte del PIB está vinculado a la industria vitivinícola (el 3,1% en 2023), con lo cual es un proceso y una producción que ha acompañado a la población desde siempre», explica Susana Redondo, jefa de Servicio de Evaluación y Prevención del Consumo de Drogas de la Gerencia de Servicios Sociales y Comisionado para la droga.
«Las bebidas alcohólicas están vinculadas a los momentos festivos y de diversión, individuales y grupales»
Esto tiene unas implicaciones, ¿y cuáles son? «Que tenemos un plus respecto a otras comunidades que no cuentan con esta parte tan importante». Esto, el ser una comunidad productora de vino, es el apunte concreto de Castilla y León, pero las razones culturales se amplían con otras que además afectan al conjunto de la población, no solo a los jóvenes. «Las bebidas alcohólicas están vinculadas a los momentos festivos y de diversión, tanto individuales, en el ámbito familiar, como grupales, en sociedad». Es decir, que aquí entran en el tablero todas las fiestas patronales, de municipios y de las ciudades, vinculadas directamente con el consumo de bebidas alcohólicas. Y en Castilla y León, las fiestas de los pueblos están a la orden del día.
En 2017, la Junta de Castilla y León, desde el Comisionado Regional para la droga, arrancó el programa Ícaro. Un plan desde el que prevenir y reducir los problemas derivados del consumo de alcohol y otras sustancias en los menores de edad atendidos en centros sanitarios. Beatriz Martín, médico adjunto de Urgencias, es además la responsable del programa en el Río Hortega. «Primero se implantó en el Clínico, en Emergencias y en el Río Hortega. Ahora está incluido en gran parte de los puntos de atención continuada y sobre todo en los rurales, que preocupaban bastante por el tema de las fiestas de los municipios», explica. Aquí entra una nueva razón que aportan desde el Comisionado.
Reforzado por la industria
«Paralelamente a ese ocio vinculado al alcohol, aparece la industria, que refuerza ese modelo. Porque les interesa, y mucho», asegura la jefa de Servicio de Evaluación y Prevención. Es decir, la idea de que siempre esté presente. «Esto es como lo que dicen los adolescentes. Si se me dan bien los exámenes, bebo, y si se dan mal, también. Está por unos motivos u otros, ya sean positivos o negativos». De hecho, según los datos del último informe Estudes, los motivos principales que dan los adolescentes para beber son porque es divertido o anima las fiestas (68,8%), porque les gusta cómo se sienten después de beber (34,8%), o porque les ayuda cuando se sienten deprimidos (25,9%).
«Todo lo que es el consumo y los motivos tienen que ver con la parte de socialización, la parte de diversión y de placer. Y esto es un problema no solo de los adolescentes, también forma parte del contexto en el que estamos». Desde el Centro Aldaba, parte de Proyecto Hombre centrada en la prevención y promoción de la salud de jóvenes (la mayoría de los que acuden tienen entre los 15 y los 17 años), destacan también las diferencias entre sexos a la hora de hablar del tipo de consumo. «Los chicos suelen tender a tomar decisiones más arriesgadas y beben en un entorno más social, mientras que ellas suelen hacerlo más en soledad», explica Eva Camarero, coordinadora del área de prevención de Proyecto Hombre. Lo reflejan también los datos. Una de cada tres chicas asegura que el alcohol les ayuda cuando se siente deprimida, mientras que en los chicos lo hacen dos de cada cinco.

Su labor es, en parte, la última pata del mencionado programa Ícaro, donde los jóvenes acuden para, junto a sus familias, trabajar en soluciones. Y otro punto de vista, el de Alicia Fernández, psicóloga sanitaria, quien además coordina el grado de Psicología y el Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad Europea Miguel de Cervantes y colabora en Cetras (Centro Específico para el Tratamiento y la Rehabilitación de Adicciones Sociales). «Se debe trabajar también en diversos puntos como la baja autoestima, y ver cuál es la relación a nivel emocional con el alcohol. Cómo influye en la falta de seguridad en uno mismo, o en el descontrol de los impulsos. Es una de las peores adicciones, porque da una sensación de euforia, pero es depresivo». ¿Y sobre el papel de las empresas? «La publicidad no ayuda, porque es habitual presentar una imagen de jóvenes y diversión».
Momento vital
Es el tercer motivo que aportan desde el Comisionado, que esta vez se puede extrapolar a los jóvenes de todo el país. «Están en proceso de desarrollo, en una transición del mundo infantil al adulto. En todo ese proceso de maduración, el alcohol forma parte, porque para un adolescente, tener conductas que solo pueden hacer los adultos es un proceso dentro de su maduración. Ellos juegan con esa transición, que forma parte de la búsqueda de identidad, de lo que quieren y de lo que no quieren». Según los datos de Estudes, la edad media de inicio del consumo de alcohol en Castilla y León es de 13,8 años.
Prevención ambiental
Y frente a las causas, soluciones. Uno de los aspectos que más debería llamar la atención en la relación de los menores y el alcohol es que por su edad no pueden adquirir bebidas alcohólicas. Sin embargo, obvio, lo hacen. Entonces, dónde y cómo las consiguen. Estudes refleja que el 66,4% las compra en bares, el 60,1% en discotecas y el 55,8% en supermercados. Es decir, en lugares donde, según la legislación, no las pueden comprar. «La accesibilidad es un elemento clave. Es muy fácil acceder al alcohol, porque la normativa no se cumple, y tampoco hacemos que se respete entre todos. Aquí entra la denominada prevención ambiental, todo el tema de normativa, inspecciones, control y regulación», apuntan desde el Comisionado.

Una prevención que no llegue solo desde la administración, también desde la sociedad. «Por ejemplo, estoy en una tienda y veo que se vende alcohol a un menor de edad, puedo denunciarlo como ciudadano. Me puedo posicionar en ese momento, avisar a la Policía. Es decir, el cumplimento de las normas depende de todos. Tenemos que conseguir esa filosofía de hacer cumplir la legislación». Coinciden en la teoría desde el Centro Aldaba. «No solo tienen que trabajar las familias, también se debe estar alineado con unas políticas de consumo cero, cuanto más centremos en proteger a estos jóvenes, mejor. Si todos vamos en la misma línea, es más fácil que consigamos los objetivos que nos proponemos», incide Laura Rodríguez, técnico en prevención de drogodependencias en el área de prevención.
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En definitiva, que haya una norma más potente. «Conseguir que el anteproyecto de Ley de prevención del consumo de alcohol y de sus efectos en las personas menores de edad que se está intentando aprobar se incluyan aspectos como restricciones en la publicidad, y se valoren otra serie de actuaciones que tengan en cuenta el contexto. Pensar en cómo afecta el lobby empresarial, que es uno de los elementos clave por los que el consumo de alcohol en jóvenes, la percepción de riesgo y social tampoco evoluciona de forma muy positiva», concretan desde el Comisionado.
Qué hacer
«Desde el programa Ícaro nos llegan niños y niñas menores de 14 años y hay familias que no quieren hacer una intervención para ver qué ha pasado. Es decir, hay resistencia y todavía hay una gran falta de percepción de riesgo (que se relaciona también con la tolerancia social) sobre lo que supone el consumo de alcohol en menores», explican desde el Comisionado. Desde Emergencias, explica Beatriz Martín, realizan una intervención motivacional breve, también a las familias, para intentar derivarles al servicio de prevención. «Ayudar y dar otras opciones de ocio. La satisfacción una vez llegan a los servicios de prevención es muy alta. Ícaro es un proyecto de las dos consejerías (Sanidad y Familia) que ha costado mucho sacar adelante», apunta.
Las familias es también el pilar con el que trabajan desde el Centro Aldaba, donde llegan los jóvenes derivados desde el Ícaro. «Se intenta aumentar la percepción de riesgo y disminuir las posibilidades de que se convierta en un problema. Fomentar que en casa no se tenga el consumo normalizado, que haya un posicionamiento claro respecto al alcohol. Existe una correlación directa entre el posicionamiento de las familias, la permisividad y la relación que los menores tienen con el consumo de alcohol y otras drogas», apuntan las profesionales de Proyecto Hombre. Según los datos, solo el 39,3% de los alumnos menores considera que sus padres les prohiben «absolutamente» tomar bebidas alcohólicas.
Un problema, en definitiva, que no es solo de la juventud, es general. Y que en Castilla y León se acrecenta por la cultura y la tradición. «En prevención siempre hablamos de que no es algo único de la adolescencia, es de la sociedad en general. Y los jóvenes son la muestra de lo que los adultos les mostramos», zanjan desde el Comisionado. Breve mención a los datos. Estos muestran una moderación en el consumo de los jóvenes después de la pandemia mientras que aumentan en el caso de la población adulta. Los informes referidos son bianuales y será este año cuando se den a conocer los datos más actualizados. Entonces, la progresión dirá.
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