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ROSA M. GARCÍA
Salamanca
Martes, 3 de noviembre 2020, 07:04
«Ha sido una experiencia durísima y, lo peor, la soledad». José Tomás tiene 78 años y vive desde hace nueve en la residencia Amanecer ... Duero, en la localidad salmantina de Beleña. Dio positivo por covid-19 y estuvo enfermo durante casi dos meses, los primeros del confinamiento. «Fue muy duro, aunque no estuve grave en ningún momento y necesité oxígeno puntualmente», afirma. No solo por la enfermedad, «también el confinamiento lo fue», pero, al final, «todo salió bien, por decirlo de alguna forma, porque desgraciamente hubo fallecimientos; era inevitable».
José Tomás se considera «un afortunado, porque con las limitaciones que tengo y las circunstancias que había, todo fue demasiado bien». Y es que, explica, tiene otras patologías, ya que está operado de EPOC y le falta un pulmón; «el otro aguantó lo suyo» cuando estuvo enfermo.
Durante esos meses «se siente uno mal». Sin embargo, comenta que «las circunstancias personales son muy especiales» y él le da «gracias a la covid, porque he conseguido acercarme un poco a mi familia, o ellos a mí, superando cosas pendientes». Ese es el lado positivo, pero su experiencia «ha sido durísima y después están las secuelas que quedan». Ha perdido «una parte importante de masa muscular y tengo un cansancio acentuado como consecuencia de la covid, que me ha afectado al pulmón que tengo sano; ya no me muevo como antes».
Ha sido «un trago muy, muy duro», porque «había mucha gente afectada; estábamos todos en la habitación, sanos y no sanos». Sin embargo, afirma que nunca tuvo miedo, porque «tengo una vida que no me asusto fácil por las cosas». Lo que se hace duro «es la soledad; cuando en un momento determinado necesitas hablar con alguien y no lo tienes, y tienes que conformarte». Por eso, él lo que hizo fue dedicarse a «leer mucho» y a pasearse por la habitación. La televisión «me hace poca gracia» y la lectura «es lo que más me ha ayudado».
Además los empleados de la residencia han sido para él «un gran apoyo; se estableció un nexo importante al estar determinados trabajadores siempre con el mismo grupo de residentes». y «yo con dos auxiliares he establecido un vinculo afectivo, una amistad entrañable».
Tras el confinamiento, «se intentó hacer vida normal, evitando contactos, pero riesgo siempre hay, con los trabajadores que entran y salen, aunque se le hacen test constantemente».
Ahora, tienen «cierta libertad», porque, explica, «la residencia cuenta con unos jardines muy amplios y podemos salir a pasear y charlar, porque, afortunadamente, desde hace tiempo no hay ningún caso» de covid.
José Tomás está «muy contento» en la residencia, porque «el trato es muy bueno». Sin embargo, aunque se resigna, echa de menos su vida en el centro antes de la pandemia. «Me movía mucho» y «salía con frecuencia al pueblo (Beleña) a jugar al dominó, o cogía el autobús a Salamanca para pasar el día, o a Guijuelo, a Alba,.. Ahora lo echo de menos, pero sé que tiene que ser así. No podemos descuidarnos, porque te contagias y se prepara una escabechina, aquí somos gente mayor y muchos con patologías».
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