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He aquí un hombre de Dios al que la Iglesia le ha encargado dirigir los trabajos de la Comisión para la Beatificación y la Canonización ... de Isabel la Católica. José Luis Rubio Willen (Granada, 75 años) párroco en Carpio, Bobadilla del Campo, Brahojos de Medina, Cervillego de la Cruz y El Campillo, localidades al sur de la provincia de Valladolid. Firme en su fe, con una solidez que muestra en su tarea pastoral diaria, defiende que la Reina Isabel (de cuya muerte se cumplirán 517 años el próximo viernes) ha de estar en los altares. Pero pide paciencia a quienes tienen prisa para que eso suceda porque es algo que, dice, depende de la Providencia.
–¿Qué hace un granadino en plena meseta castellana?
–Vine porque mi padre era ingeniero azucarero y la azucarera de Granada, la Nueva Rosario, la compró en su día la Industrial Castellana y la montaron en Peñafiel. Le ofrecieron seguir de director aquí y vino con toda la familia. Luego ya entró en Acor, de la que fue uno de los impulsores.
–¿Cómo llega Isabel la Católica a cruzarse en su vida?
–¡Soy sacerdote por ella!
–¿Cómo fue eso?
–En lo último que pensaba yo era en hacerme sacerdote. En torno al año 2001 entré en la Comisión como colaborador para preparar todo lo relacionado con el 500 aniversario de la muerte de la Reina. Como soy de Granada yo entré para unir actos de aquí con los de Andalucía.
–Todavía no era sacerdote...
–¡Qué va, qué va! Tenía mis discotecas y acababa de terminar un noviazgo de ocho años.
–¿Y cómo le vino esa llamada a ingresar en el seminario?
–Acababa de editarse el testamento de la Reina Isabel en facsímil y, como había que darlo a conocer, me encargaron esa parte. Fue ahí donde me vino la vocación, estando ya al servicio de la Comisión para la Beatificación y la Canonización de la Reina Católica.
–Han tardado tres años en presentar las actas del Simposio Internacional 'Isabel la Católica y la evangelización de América'. Con los avances tecnológicos solo era copiar, pegar y editar...
–Las actas estaban desde que acabó el simposio, incluso en plataformas digitales. Claro, preparar todo eso con más de un año de sequía por la pandemia... Esa es la explicación de por qué se ha retrasado la edición.
–La lentitud parece que es la marca de este proceso de beatificación. ¡Comenzó en 1957!
–No crea usted que mucho tiempo. Si nos fijamos en las causas de beatificaciones de otros santos, la de Isabel la Católica...
–...Ya, pero si nos fijamos en la de Juan Pablo II, en nueve años fue canonizado.
–Hay santos como Juan Pablo II y Juan XXIII cuya causa pudo ser rápida por los tiempos en los que estamos de recopilar con más facilidad toda la documentación. En los que vienen de época medieval es muy complicado hacerlo. Por ejemplo, uno de los santos más populares se tardó quinientos años en elevarlo a los altares.
–¿San...?
–...Isidro Labrador. Pero en la canonización de alguien no hay que fijarse en el tiempo. Dios lo da en el momento que más conviene. Lo que pasa es que los que son, o somos, muy fans de una causa queremos la prontitud. Hay que acudir a la calma, porque depende de la Providencia.
JOSÉ LUIS RUBIO WILLEN
Responsable de la Comisión de Beatificación de Isabel la Católica
–¿Y no podría pensarse que si se tarda tanto en hallar lo que hace falta para que Isabel la Católica sea venerada en los altares es que a lo mejor no reúne todos los méritos necesarios?
–¡Eso no! Por una razón muy sencilla: en el mismo momento de que ya la admiten como Sierva de Dios, que ya lo es, los siguientes pasos son venerable, beata y santa. Siendo Sierva de Dios se sabe ya a ciencia cierta que está en su presencia y que es intermediaria privada. Los santos de veneración púbica son aquellos que tienen ya todos los cánones, es decir, que pueden ser venerados públicamente. A la reina, en plan privado, se le puede venerar, rezar y pedir. Y, por cierto, el proceso está terminado, con milagro incluido.
–¿Cuál fue ese milagro?
–Un sacerdote al que curó de un tumor cerebral. Estaba la familia pidiendo en la sepultura de Isabel la Católica y él recobró el conocimiento y se recuperó. Y ahora hay otro en estudio.
–Que consiste en...
–Lo están mirando en Roma para decidir si es un milagro o un gran favor. Es de un chico muy joven que también tenía un tumor, en el pulmón, y le había preparado para operarle. Un cuñado suyo, que es abogado laboralista, nos comunicó que iban a intervenirle y nos encargó que pidiéramos mucho por él. Cuando le operaron, vieron que el tumor había desaparecido. Los médicos se quedaron estupefactos. El chaval le dijo a los doctores antes de la intervención que seguro que él no iba a morirse de esa enfermedad y cuando le contaron lo que había pasado en el quirófano, y que no habían encontrado en él ningún tumor, les comentó que tanto él como la familia llevaban tiempo pidiendo a la Reina Isabel que fuese curado.
–Javier Carnerero, postulador de la 'Causa de la Sierva de Dios Isabel I de Castilla' dijo en el Simposio hace tres años que aún se estaba en una «situación de impasse» en lo que a la beatificación y posterior canonización se refiere. ¿La causa de los plazos eternos en la era moderna?
–No, no, no lleva tanto tiempo. En el contexto que él lo dice fue el del simposio, donde estaban muchos devotos y seguidores de la Reina, que lo que quieren es la prontitud y la rapidez.
–¿Empezando por usted?
–Por supuesto. Pero hay que reconocer que estamos en un momento que se denomina de oportunidad eclesial: todo está terminado y el proceso ha sido impecable, con un estudio histórico muy bueno. Y estamos en la época en la que la Reina Isabel está haciendo muchos favores. Rara es la semana en la que no se recibe comunicación de un par de favores. ¡Es rara la semana!
–Pero, ¿favores de qué tipo?
–Pequeños milagros. La gente le pide y la Reina concede. Pequeñas curaciones, aprobación de exámenes...
–Pocas figuras como la Reina Isabel reúnen a la vez tantos simpatizantes y detractores. Es hablar de la beatificación e inmediatamente surgen voces que recuerdan la expulsión de los judíos.
–Creo que la ignorancia es atrevida. Hace muy poco he estado con una familia judía en Madrigal y se declaran muy admiradores de Isabel la Católica. La expulsión de los judíos no vino por Isabel, sino que fue una orden papal y hay que mirarla en el contexto de aquella época. España fue el último país de Europa en expulsar a los judíos y la Reina Isabel vivió rodeada de judíos. Está todo muy documentado. Su médico personal, su jefe de finanzas... Y Fernando decidió respetarles todas las propiedades y que partieran al destierro con lo que ellos quisieran.
–Los Caballeros de la Hispanidad de Medina del Campo siempre han considerado a la Reina Isabel como «primera en la tierra y segunda en el cielo». ¿Exageran?
–Todos los santos tienen sus grandes devotos. Y entre los caballeros de Isabel la Católica hay gente muy preparada intelectualmente. Quizá exageran porque en el cielo no hay puestos. Está claro en las Escrituras, cuando le dice a Jesús la madre de los Zebedeos que han de estar uno a su izquierda y otro a su derecha y le respondió Jesús que no sabía lo que pedía. Los puestos son un disfrute de visión divina y decir que alguien está en primera o segunda fila es una cosa humana, de la tierra, pero en la gloria de Dios eso no existe. Esa afirmación de los caballeros de la Hispanidad es la forma de mostrar que para ellos la Reina Isabel es Santa.
–Hace unas semanas el Papa pidió perdón a México por los «pecados cometidos en la conquista española». No parece que sea buen momento para impulsar la beatificación de Isabel.
–La gente no ha leído en qué concepto pide el Papa perdón. ¡Cómo va a pedir perdón el Papa por la evangelización de América! La evangelización de América es una gran obra misionera.
–Está claro que el Papa no pidió perdón por la evangelización, sino por los pecados cometidos durante la conquista.
–Sí, eso es así, y está muy bien, pero hubo muchos que dieron la interpretación que no era. El Papa pidió perdón por los desvíos que pudieron tener quienes protagonizaron la conquista y que no se comportaron de acuerdo a las normas de la Santa Madre Iglesia y con lo que había mandado la Corona. Queda claro, ¿no?
JOSÉ LUIS RUBIO WILLEN
Responsable de la Comisión de Beatificación de Isabel la Católica
–Isabel nació en Madrigal y murió en Medina del Campo. De llegar a los altares, ¿ambas villas serán lugares de culto y peregrinación de primer orden?
–Yo creo que después del Cristo de las Injurias, que es el patrón, a la que más devoción tienen en Madrigal es a la Reina.
–¿Cree que a los jóvenes de hoy les dice algo la figura de Isabel la Católica?
–Es curioso: los que verdaderamente son los más grandes devotos son jóvenes. Mayores por supuesto que hay, pero la gente que se mueve es toda gente joven. Es curioso.
–¿Qué debería decirle la figura de Isabel la Católica a un joven de este tiempo?
–Pues muy fácil: se puede ser una persona con realeza y se puede ser santa. Y se puede ser política sin perder tu identidad, que es tu civilización cristiana y tu religión católica.
–¿Usted con qué se queda de Isabel?
–¡Me quedaría con tantas cosas!
–Concrete.
–Me quedaría, sobre todo, con el perdón que hizo en numerosos momentos de su vida, con su parte de misericordia, de perdonar, de saber entender al otro. Nunca quiso machacar al enemigo. ¡La finura que tuvo! Fue una mujer llena de misericordia.
–¿Conoce a alguien que es devoto de Isabel, o a alguien que conoce a alguien que reza e implora a la Reina Isabel?
–Desde el momento mismo del nacimiento he visto a Isabel santa porque en mi casa la consideraban santa, estuviera o no en los altares. Lo he vivido con una naturalidad absoluta.
–¿Hace usted proselitismo de Isabel entre sus feligreses?
–La gente sabe que yo coordino la Comisión de Isabel la Católica y me pide estampas. Y hay pequeños favores en alguno de los pueblos de los que soy párroco que ha hecho la Reina Isabel.
–¿Como cuáles?
–Las familias me han pedido discreción; no quieren hacerlo público.
–Con todo el bagaje que lleva, antes de ser sacerdote y después, con toda la actividad isabelina, ¿ya ha pensado en algún momento qué quiere ser de mayor?
–Quiero seguir como estoy porque en todas las etapas de mi vida he sido feliz. Soy un privilegiado que ha de estar agradecido a Dios.
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