Cada final de curso se repite en los centros escolares el debate y el balance sobre la conveniencia de aplicar la jornada continua o partida en la educación Infantil y Primaria. Hay familias que consideran que seis horas seguidas de clase son un exceso ... y las últimas no se aprovechan porque se le hace una 'bola' a los escolares.
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Otros progenitores creen que el tiempo escolar que sigue a la hora de comedor sufre un bajón y los alumnos no son capaces de 'digerirlo'. Y después, están los que consideran que una jornada partida que empieza con los programas de Madrugadores y acaban con las actividades extraescolares hacen que los niños «pasen más tiempo con los educadores que con sus padres», lo que demuestra el fracaso de la demanda conciliación.
La pandemia de covid pareció acelerar la aplicación de jornadas continuas que evitaran un exceso de entradas y salidas. Hace unos días, un estudio del Centro de Política Económicas de ESADE se mostró muy crítico con la continua y advertía de los perjuicios en la conciliación y en la economía de las familias, que dejaban de ingresar unos 8.000 millones de euros anuales.
En casi todo el espectro educativo regional hay unanimidad al valorar este estudios. «Son interesados», coinciden la portavoz del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza (STECyL), Christina Fulconis, la de CSIF, Isabel Madruga, y la presidenta de las Confederación de Padres y Madres de la Pública (Comfapacal), Soledad Alegre.
Castilla y León es una de las comunidades en las que más ha avanzado el modelo continuo, y una de las que menos conflictividad refleja, frente a otras como Madrid, Comunidad Valenciana, Navarra, Cataluña o País Vasco donde el debate es aún enconado y se reabre a cada rato.
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De hecho, en 2021 otros siete centros de Castilla y León (cuatro públicos y tres concertados) recibieron el permiso de Educación para el cambio a la jornada única. Pero aún quedan más de 5.000 personas que firmaron en una campaña digital en defensa de la extensión total de la continua. Y, en el próximo curso 2022/2023, otros nueve centros de la región (ninguno en Valladolid) se añadirán a los 770 (632 públicos y 138 concertados) que ya la aplican este año. Son más del 70% de los colegios de la región.
«En Castilla y León hasta los centros concertados han solicitado unificar jornada. Y, los nuevos que abren, empieza con partida pero luego se pasan a la continua», remarca Fulconis. Aunque los equipos directivos admiten la dificultad de mantener la concentración del alumno en las últimas horas de la jornada. «Por eso, a partir de las 15 horas, las actividades extraescolares suelen ser más lúdicas» insisten desde STECyL.
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Frente a su casi desaparición en las ciudades, el partido solo sigue muy activo en el medio rural, donde las rutinas y costumbres lo hacen más factible. Monopolizan porque no tienen las esclavitudes ni prisas de la vida urbana. «Y tampoco tenemos las posibilidades para organizar actividades extraescolares y nos parece que los niños aprovechan mejor el tiempo estando más espaciados», considera el presidente de las Escuelas Rurales, Antonio González que, además de considerar que «la gente está contenta», admite que «en aquellos centros rurales donde se logró la continua, los padres y madres tienen cada vez más dudas».
Así, dos cursos de pandemia después, la jornada escolar de un tirón sigue ganando centros y se afianza. Ni siquiera hay grandes distinciones entre enseñanza pública y concertada (en esta última supera también el 75% de los colegios).
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La presidenta de la enseñanza pública de la región, Soledad Alegre, cree que, a pesar de la uniformidad de la continua, la discusión no está respondiendo a las preguntas adecuadas.
«El debate no es cuántas horas están los niños en el cole sino qué hacen en esas horas», reflexiona Alegre. Asegura que en sus asambleas no existe debate alguno porque las familias ya han interiorizado las jornadas y horarios de un tirón de sus hijos. «Pero la conciliación es una cosa y la educación otra. Y no es lo mismo para un niño de 6 años que para otro de 10», advierte Alegre.
Los números ponen banda sonora a esa uniformidad. Hace dos décadas, solo 29 centros repartidos entre Ávila, Salamanca, Segovia y Valladolid contaban con jornada continua, ya que el modelo más habitual era el de clases por la mañana y por la tarde. En el caso de los institutos de Educación Secundaria ya era una práctica generalizada desde el curso 1987-1988.
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