El psicólogo Jorge Arévalo a través del ventanal de una cafetería del centro de Segovia. ÓSCAR COSTA

Jorge Arévalo: «La pandemia es como el chapapote: se va quitando de los pies, pero tardará en salir de los rincones»

El presidente de la Asociación de Psicólogos Clínicos del Sacyl señala que ante el futuro más inmediato «ni podemos ser pesimistas, ni ser tan simplistas de ponernos la sonrisa 'happy flower'»

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 25 de septiembre 2021

He aquí un mecánico de la mente humana que cada día experimenta la satisfacción de saber que su trabajo ayuda a las personas. Jorge Arévalo, segoviano de Madrid y madrileño de Segovia, que lleva toda su vida profesional vinculado a la Sanidad Pública en Castilla ... y León como psicólogo clínico. Preside la Asociación de Psicólogos Clínicos del Sacyl y a sus 61 años se muestra convencido de la necesidad de afrontar la vida desde el optimismo inteligente, la única forma, dice, de que el ser humano desarrolle en su hacer diario las potencias con las que ha nacido.

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–¿Estamos para ir al psicólogo?

–Por un lado ahora mismo estamos en un tiempo, tanto por la pandemia como por el momento histórico, donde muchísimas personas sienten fragilidad y vulnerabilidad, y los profesionales tenemos que atender ahí agujeros y vacíos que se han creado.

–¿Lo que nos sucede por la covid nos ha hecho más pesimistas?

–Hay de todo. Ahora no solo atendemos personas con trastornos graves, sino personas relativamente 'normales' a las que los avatares de la vida muy a menudo les ponen en situaciones de malestar emocional intenso que acaba teniendo mucho impacto en sus vidas. Yo digo que la pandemia es un poco como el chapapote...

–Es una comparación original.

–Es decir, nos ha llegado hasta los pies, se nos va quitando, pero se ha quedado en muchos rincones y recovecos y de estos va a tardar tiempo en quitarse. Además, la pandemia no es solo un virus que nos infecta, sino que más allá de lo sanitario y epidemiológico, no ha habido ámbito de la realidad donde no nos haya afectado: En persona, al de al lado, al de enfrente... Está ahí, en el aire.

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–La OMS asegura que va a venir un tsunami de problemas de salud mental por la pandemia. ¿Está preparado el sistema, tal y como lo conocemos, para ello?

–No. Por lo menos en España ya no lo estaba antes de la pandemia. La salud mental tiene un déficit presupuestario en el Sistema Nacional de Salud desde siempre. Tenemos los mismos profesionales que hace muchos años, pero muchas más personas demandando asistencia y, si no aumentan los recursos, significa que les atendemos más tarde, cada menos tiempo, sin poder diferenciar las necesidades graves de las sencillas... El sistema está muy mal preparado.

–¿Cómo nota particularmente en su consulta que se están manifestando los efectos perversos que nos deja la pandemia?

–Ahí hay muchos nichos. Depende mucho la experiencia vivida y cómo te va a afectar y, luego, no hay dos personas iguales que afronten del mismo modo la misma experiencia. Pero, por ejemplo, hay colectivos muy frágiles: yo no trato a niños adolescentes, pero se ha disparado mucho la demanda. Los datos lo dicen.

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–Si en todas las situaciones adversas se nos dice que tenemos que buscar una lección positiva, ¿de dónde la sacamos de esta pandemia?

–Como psicólogo suelo hablar del optimismo inteligente...

–Que se define como...

–Ni podemos ser pesimistas, porque estaríamos todos deprimidos, pensando en desaparecer y todo el día llorando; ni tampoco podemos ser tan simplistas que nos pongamos la sonrisa 'happy flower' y aquí no pasa nada. En el fondo, algunos aspectos positivos de todo esto esto pueden ser que una cosa tan gorda como la que estamos viviendo quizá ha sido mucho menor de lo que pudiéramos pensar. Al principio de todo esto, el miedo y la sensación de catástrofe y de desastre eran terribles... Y ahora no es que no hayan pasado cosas muy malas, pero salimos a la calle y la gente pasea, la gente sale, la gente quiere ir de vacaciones... Una lección positiva es que seguimos teniendo muchas capacidades de resistencia y eso es algo que nos da valor y fortaleza. No debemos pensar en nosotros ni como individuos ni como colectivo frágil: tenemos potencias que están ahí y hay que saber aprovecharlas.

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–Dicho por usted, que al principio de la pandemia estuvo hospitalizado por la covid, suena a predicar con el ejemplo.

–A mí esto me ha enseñado, por ejemplo, que a veces muchos miedos anticipatorios son malos. Al final, las cosas son como son. A veces estas experiencias nos demuestran que una cosa es todo lo que nuestra cabeza elabora, fabrica y anticipa y otra que los sucesos son como son, que ni son buenos ni malos, depende. Eso es una lección desde la experiencia de lo desagradable.

–La Asociación de Psicólogos Clínicos del Sacyl, que usted preside, aboga por abordar esta pandemia de forma integrada desde todos los servicios de la Sanidad pública. ¿Les hacen caso?

–En parte sí.

–¡Anda! Eso sí que es novedad...

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–En toda la pandemia, en casi todos los servicios de salud mental se han incrementado recursos de los psicólogos, pero no suficientemente para hacer frente a toda la demanda. Pero sí que ha habido programas específicos de urgencia para afrontar una cosa no prevista. Los profesionales hemos desarrollado, casi como un gabinete de crisis, la organización. Por ejemplo, programas de atención a nuestros propios compañeros que estaban al pie del cañón para que pudieran resistir y darles alguna herramienta. Hemos desarrollado programas para atender, en los primeros momentos sobre todo, específicamente a las personas donde el covid les ha impactado porque se les murieron familiares, porque no se pudieron despedir, porque han estado muy afectados y les ha dejado muchas secuelas...

Jorge Arévalo posa tras la entrevista. ÓSCAR COSTA

–¿Cómo diferencia un psicólogo lo urgente de lo esencial en las consecuencias mentales que está generando esta pandemia?

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–Hay muchos criterios. A veces los propios síntomas: si alguien te está diciendo que se quiere morir, eso es urgente. Hay prioridades que tienen que ver con que haya peligro para la vida propia o la ajena. O un sufrimiento insoportable trasladado por el propio individuo. O hay veces que el malestar lo sufren los de al lado de una manera insoportable. O en qué medida lo que le pasa a la persona está interrumpiendo su adaptación en distintos frentes, como el trabajo, la familia... No es lo mismo estar triste que el que la tristeza no te permita ir a trabajar porque no te deja levantarte de la cama...

–¿Se le han planteado en su consulta en estos meses situaciones críticas por la covid?

–He visto recientemente a alguna persona que por razones no psicológicas sino psicosociales (falta de ingresos, no poder pagar recibos, cosas de estas) aparecen en Salud Mental y en su cabeza está rondando la posibilidad de desaparecer por falta de expectativas de solución a las múltiples dificultades que se les van acumulando. En nuestro trabajo, en salud mental pública sobre todo, muy a menudo tenemos que enfrentar a lo largo de la mañana a alguna persona que está pensando que es muy duro vivir, que se quiere quitar de en medio,... En nuestro trabajo cotidiano el sufrimiento está a menudo sentado cara a cara.

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–¿Es más duro ser psicólogo desde hace año y medio que antes?

–En parte sí. No solamente psicólogo, sino sanitario en general. Las profesiones de ayuda a los demás, aunque hemos elegido ese tipo de opción y estamos acostumbrados y 'preparados' a cosas para las que otras personas no están entrenadas, todos tenemos nuestros límites. Todas las situaciones adversas que ves a diario pueden acabar produciendo en los profesionales sanitarios lo que se llama el síndrome del quemado: agotamiento y sufrimiento vicario.

–¿Sufrimiento vicario qué es?

–Ver sufrir a otros de una manera terrible y bestial en ocasiones te puede movilizar y acaba salpicándote. Cuando fueron los atentados del 11-M muchos profesionales que atendieron a las víctimas necesitaron después ayuda solamente por ver, observar, comprobar o por la impotencia de no poder resolver aquello. Hay veces que no es fácil quitártelo de la cabeza ni de las emociones.

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–Usted ve a alguien..., por ejemplo, a mí, que nos acabamos de conocer, ¿y sabe si necesitaría asistencia psicológica?

–¡Claro que no! Sería entonces un adivino. Los psicólogos muchas veces por experiencia profesional desarrollamos determinadas habilidades... La escucha activa y la observación de los otros las tenemos muy desarrolladas; si no es así, mal profesional entonces. Pero hay estudios que se han hecho y somos igual de engañables que cualquier otro.

–¿Lo del ojo clínico, entonces?

–Ese es un concepto que yo diría que está muy denostado. Para hablar, coloquialmente, de forma intuitiva, la experiencia es muy importante pero luego con el ojo clínico podemos cometer errores de bulto.

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«Esto me ha enseñado que, a veces, los miedos anticipatorios son malos»

jorge arévalo

–Tienen más actividad que antes de la pandemia, ¿pero se sienten más valorados?

–Mucho más. ¡Vamos a morir de éxito! Lo digo porque cuando empecé a estudiar Psicología estudié Filosofía y Letras-Sección de Psicología; no había facultades de Psicología. Hablamos de los años 80. Poco después, los estudios ya se cursan en las facultades de Psicología y hoy en día los psicólogos salimos en los programas más vistos de la televisión de media tarde, en las tertulias... Nos hemos convertido en personajes públicos, nuestra imagen social ha cambiado y somos personas cercanas... ¡Somos influencers!, por decirlo de algún modo, para bien y para mal.

–¿La pandemia les ha hecho influencers?

–No solamente la pandemia. El paso del tiempo, la pandemia... ¡Ponga un psicólogo en su vida! Nos llaman hasta para desayunar.

Jorge Arávalo posa en una céntrica calle de Segovia. ÓSCAR COSTA

–¿Ha sido la covid un misil en la linea de flotación de la autoestima del ser humano?

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–Es una pregunta casi filosófica...

–Vaya.

–Lo digo porque en este mundo contemporáneo, donde hablamos tanto de ciencia y tecnología, y vamos a Marte, y estamos ya programando unas cosas de ciencia ficción... ¡de repente no pudimos ni salir a dar un paseo porque podíamos morir a la vuelta de la esquina! Esto ha sido una cura de humildad.

–¿Saldrá del covid un ser humano más triste y desconfiado?

–Otra pregunta filosófica.

–Qué racha la mía preguntando...

–Es que la Psicología tiene elementos muy de pensar y reflexionar en abstracto y otras veces, como aterrizajes mucho más concretos, prácticos e individualizados. Es una pregunta difícil de responder.

–Tire de olfato profesional...

–Tengo una visión ahí un poco escéptica porque hay temas globales, que no son solo la pandemia. Por ejemplo, el cambio climático, cómo va el empleo en España y en el mundo,... Son dilemas muy mal resueltos, que afectan a miles de personas y eso tiene impacto psicológico grave. Y luego, las situaciones de crisis sirven o para hundirnos o para superar retos y desafíos y sentirnos más empoderados y más potentes.

«¡De repente no pudimos ni salir a dar un paseo porque podíamos morir a la vuelta de la esquina! Esto ha sido una cura de humildad»

jorge arévalo

–¿Cuál sería a su juicio ahora mismo la principal amenaza mental de nuestros días, excepción hecha de la covid-19?

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–La realidad socioeconómica es muy angustiosa, en general. Quienes tienen un trabajo con previsiones de futuro están más tranquilos, lo cual no quiere decir que no les pueda afectar. Pero la precariedad material... Hay necesidades básicas que cuando no están mínimamente cubiertas, las demás son difíciles de satisfacer. Y luego, tenemos ahí retos de la sociedad contemporánea...

–¿Cómo cuáles?

–Las nuevas tecnologías, que están cambiando la vida de los seres humanos, individual y socialmente, de manera muy radical en muy poco tiempo. No sé muy bien qué especie humana tendremos de aquí a 20 años. Algunos filósofos, a los que les ha dado por pensar en estas cosas, hablan incluso de una nueva Humanidad en la que incluso desarrollos tecnológicos nos llevarán a tener hasta biohumanos.

–¿Cómo convencería usted a un joven hoy para que estudie Psicología?

–Psicología es actualmente una carrera muy atractiva en cuanto a interés. Conozco a muchos que les gustaría estudiarla y el punto de corte en la Selectividad es bastante alto. Otra cosa es la empleabilidad. Todos los años salen bastantes graduados en Psicología y muchos o están en el paro o con subempleo. Pero la Psicología, como tiene que ver con asuntos cercanos, próximos, no requiere hacer demasiada publicidad para que la gente la quiera estudiar.

–Y usted que lleva más de 30 años en Salud Mental Pública, ¿se ha parado a pensar ya en qué quiere ser de mayor?

–Sí, claro, sí: estoy a gusto con lo que hago. Me resulta muy gratificante personalmente que en algunos momentos lo que yo hago ayude a las personas.

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