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La accidentalidad en las carreteras motivada por la fauna salvaje es un problema « enormemente complejo y de muy difícil solución», reconocen desde la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, pero eso no quiere decir que no dejen de ... surgir ideas o proyectos que contribuyan a minimizar el riesgo. Desde hace algo más de un año, la Consejería y la Universidad de Salamanca (USAL), a través del departamento de Biología Animal, trabajan en la búsqueda de una señalización inteligente para la prevención de siniestralidad con fauna silvestre.
Los investigadores de la USAL llevan durante este tiempo analizando los patrones de siniestralidad pues como indica Víctor Colino, investigador de este departamento, «los accidentes no se distribuyen igual a lo largo del año, no es algo al azar, hay determinadas épocas y horas».
Aunque pueda sonar a algo obvio, los accidentes se ven propiciados por dos factores: cuando los animales están activos y existe bastante tráfico. De manera general, los accidentes de tráfico muestran importantes variaciones ligados a los patrones de actividad de la fauna. Además, se concentran especialmente en determinados tramos de la red viaria ligados a hábitats y elementos paisajísticos. Otras variables relacionados con el tráfico como la densidad o la velocidad media de los vehículos son importantes factores explicativos tanto en la ocurrencia de colisiones como en la gravedad de las mismas.
Hay patrones que están claros: la mayoría de los accidentes tienen lugar al amanecer y al atardecer, «en el caso de corzo y jabalí, sobre todo, al atardecer».
Esos siniestros también se concentran en los periodos de celo, «ahí se ven picos de atropellos», y es entre los meses de abril y agosto cuando se ve más esta circunstancia en los corzos. «En junio hay una pequeña bajada pero en abril y mayo es cuando se expulsa a los jóvenes, se tienen que buscar la vida y van a otras zonas por lo que tienen que cruzar carreteras. En agosto se produce la ladra (época de celo) y ahí están más excitados e imprudentes también».
En el caso del jabalí esos meses de mayor excitación son los de septiembre y octubre.
Dependiendo de la carretera y de la especie se están ajustando más los patrones, en concreto, se han seleccionado 70 tramos de concentración de accidentes de toda la región para llevar a cabo el estudio pormenorizado de cada uno de ellos.
Entre los factores que aumentan el riesgo de accidentes está la luna llena, «se atropella más el corzo porque están más activos, al moverse más aumenta el riesgo de accidente, son patrones temporales», indica el experto.
El proyecto se va a desarrollar durante cuatro años por lo que se irán introduciendo otros parámetros de estudio como la meteorología. «Queremos ver si afecta algo la lluvia, si puede influir el mantenimiento invernal de las carreteras y si cuando se echa sal van a chupar o si pueden influir en los accidentes las cacerías colectivas. Es algo que no se sabe porque no existen estudios y que nos gustaría ver».
Al final, sumando todos estos factores se llega fácilmente a la conclusión de que no siempre el riesgo de sufrir un accidente es el mismo por lo que de ahí debe surgir un modelo matemático que se traduzca en señales inteligentes con diferentes niveles de alerta que movilicen al conductor.
Habituación del conductor
Ese diseño de la señalización parte de la premisa de la habituación del conductor, es decir, la persona que está al volante y pasa de manera habitual por un tramo de carretera está familiarizado con las señales de peligro, en este caso, de animales salvajes pero como ya es algo normal no ve correlación con el riesgo, «no percibes el riesgo y no respetas las alertas», indica Víctor.
Por lo tanto, el objetivo final es crear unas señales que tengan en cuenta los patrones de riesgo y que en función de la hora del día o del mes se vean con diferentes niveles de alerta.
Desde la Dirección General de Carreteras e Infraestructuras informan que las señales y su diseño todavía se deben concretar «cuando estén definidos los tramos en los que se va a actuar se diseñará la correspondiente señalización en función de las características particulares de cada uno». Una opción podrían ser los diferentes colores de alerta o paneles.
Adelantan que sobre la mesa «existen posibles tramos de carreteras candidatos a la implantación de las diversas medidas» pero es algo que aún no está cerrado, es prematuro adelantar ninguno. Está muy adelanto el estudio teórico de gabinete pero faltan comprobaciones en campo», insisten.
En cualquier caso, se busca un modelo sencillo que una vez que esté en pruebas habrá que ir ajustando, hay tiempo hasta 2022, pues deberán jugar con los diferentes niveles de riesgo para ver cómo responden los conductores. Lógicamente no se trata de tener una señal todo el día con el mismo impacto visual pues el problema terminaría siendo el mismo, esa habituación.
Víctor Colino defiende, igualmente, lo novedoso del sistema, «nosotros vamos a todos los congreso y no se ha hecho nada en este sentido, no se ha probado en todo el mundo».
En cifras
Durante el primer semestre del año, la accidentalidad con implicación de animales en las vías interurbanas de Castilla y León ha supuesto un descenso con respecto al mismo periodo del año anterior pasando de 3.863 accidentes con daños materiales a 3.432, según los datos facilitados por la Delegación del Gobierno en Castilla y León.
En primer lugar hay que aclarar que durante estos periodos no se registraron accidentes mortales pero, el número de víctimas en el primer semestre de 2019 fue de 35 y en 2020 de 23.
Seguro que puede existir más de un factor para justificar la bajada pero también es verdad que el estado de alarma ha supuesto durante varios meses una menor circulación de vehículos.
Por provincias, Burgos sigue estando al frente de la siniestralidad con 809 accidentes con implicación de animales seguida de León con 708. Ávila con 133 es la zona en la que en este 2020 menos accidentes se han registrado.
Los frentes abiertos para atajar el problema de la siniestralidad ha llevado a la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, a través de la Dirección General de Carreteras e Infraestructuras, a ejecutar varias vías de actuación a parte de los estudios que se siguen realizando con este mismo fin. Así, aparece el despeje, desbroce y tala de árboles en la zona de dominio público para eliminar las zonas que pueden ser cobijo para los animales y aumentar la visibilidad de las márgenes de la carretera para que los conductores no se vean sorprendidos por la irrupción repentina de animales. Además se han creado los pasos de fauna en aquellos puntos en los que se tiene constancia de paso frecuente de animales. De manera básica, tal y como explican las fuentes de la Consejería, « en esencia consiste en instalar una barrera física y de repelente en el tramo en cuestión en ambas márgenes de la carretera dejando en la zona central unos 300 metros abiertos para que crucen los animales de manera que cuando esto sucede una señalización inteligente advierte al conductor de la presencia de animales en la calzada. En estos momentos hay uno operativo en la carretera CL-615 en la provincia de Palencia». Llama especialmente lo que denominan barreras de olor que consisten en la aplicación de un repelente de animales. Además de en algunas carreteras de las provincias de Ávila, Palencia, Salamanca y Zamora, donde se lleva más tiempo actuando con este sistema es en la autovía del camino de Santiago A-231 León– Burgos. Básicamente lo que se está haciendo es aplicar un repelente oloroso mediante pulverización directa en la margen de la carretera. Se trata de productos sintéticos que imitan el olor de la orina de lobo para ahuyentarlos. Estos disuasores olorosos hacen creer a la fauna salvaje que el depredador natural ha marcado el lugar como su territorio y se alejan. « Inicialmente la aplicación era complicada, pues había que instalar a lo largo de la traza unos soportes con el recipiente para el producto que se reponía manualmente, en fin que no era práctico » , reconocen estas mismas fuentes pero en la actualidad « el disuasor se mezcla con una resina pegante que impregna árboles, piedras, mallas de cerramiento, barreras y además resiste factores climatológicos. Se aplica con medios mecánicos, camión, unimog, tractores». A la vez se utilizan todas aquellas obras de fábrica inferiores como posibles pasos de fauna, para ello se aplica un atrayente oloroso que sirve para redirigir a los animales hacia ellas evitando que crucen por otros puntos. Estos atrayentes están compuestos por feromonas de hembra de corzo, jabalí y ciervos. La aplicación de los productos se realiza cada tres meses.
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