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He aquí una luchadora incansable dedicada en cuerpo y alma a la investigación científica vinculada al cáncer. Laura Senovilla (Segovia, 45 años), bióloga, doctora por la Universidad de Valladolid, funcionaria del Estado francés en el INSERM, con plaza Chargée de Recherche (equivalente a científico titular ... en España) en el Centre de Recherche des Cordeliers de París. Premio Institut Necker Fondation Tourre en 2013. Está en posesión desde 2020 del título de Habilitation à Diriger des Recherches por la Université Paris-Saclay. En 2021 pidió excedencia de su plaza en Francia para apostar por su tierra, donde es investigadora Beatriz Galindo Senior en la Universidad de Valladolid, donde también es profesora de Fisiología en distintos grados. Y, además, es editora asociada en la sección de Inmunidad e Inmunoterapia del cáncer de las revistas de Frontiers in Immunology y Frontiers Oncology.
–¿Cómo le surgió la vocación por la investigación científica?
–Desde pequeña, todo lo que tenía que ver con la ciencia me gustaba y me resultaba fácil estudiarlo. Quería estudiar Biología y se me dio la oportunidad de hacerlo, aunque todo el mundo me decía que iba a ser difícil ser investigadora. Pero como soy muy perseverante, aquí estoy.
–De los pies del Acueducto de Segovia, ¿cómo se llega al Instituto Gustave Roussy de Francia? ¡El instituto número 1 de investigación del cáncer en Europa!
–Hice Biología en Segovia y el último año tenía que hacer el trabajo de fin de carrera; mi decano llamó al que entonces era el director del IBGM, el profesor Javier García Sancho, se lo comentó y allí fui. El trabajo lo terminé en febrero, cuando justo se abrió la convocatoria de las becas FPI. Cuatro meses después empezaba mi etapa doctoral.
–¿Y de allí, a Francia?
–Tras la tesis, al menos en aquella época, se solía hacer una estancia postdoctoral y tenía muy claro que no quería ir a EE UU.
–Pero siempre se ha dicho que Estados Unidos es la meca de la investigación científica...
–Soy muy familiar y no quería viajar tan lejos porque, además, solo podría venir una vez al año. Yo quería quedarme en Europa. Mi codirector de tesis, el doctor Carlos Villalobos, actual director del IBGM, me habló de un grupo que había en Francia. Una parte de mi trabajo durante la tesis se había desarrollado en tumores hipofisarios humanos. Esa parte me parecía muy interesante, veía una aplicación muy directa en la investigación y el grupo que me proponía mi director de tesis era muy puntero en cáncer. Recuerdo que me dijo que seguramente no me iban a coger, pero pensé: «Que me lo digan ellos».
–¿Y qué hizo?
–Escribí al director del grupo de Francia y me fui a hacer una entrevista, antes de terminar la tesis, en enero de 2006; defendí la tesis en julio de ese mismo año y en enero de 2007 ya estaba en Francia trabajando en su grupo.
–¡Solo seis años después obtuvo el Premio Institut Necker-Foundation Tourre!
–Fueron años de mucho trabajo. Trabajaba 15 horas al día en el laboratorio, de lunes a viernes, y 8 horas al día sábados y domingos. Aparte de días de análisis de datos en casa, noches sin dormir...
–¿Y la vida privada? ¿Su vida personal, más allá de la investigación científica?
–Esta actividad deja muy poco tiempo para la vida privada.
–¿Y por qué sacrificar tanto?
–Porque es lo que más me gusta. A una persona que hace todo eso realmente tiene que gustarle lo que está haciendo porque, si no, es un sufrimiento. Y para mí no lo era. Para mí era trabajar, tener resultados, ver que salían las cosas, poder ir más allá... Era realmente adictivo. Claro, a mí no me ha supuesto ningún sacrificio. Y no me arrepiento. Lo haría igual otra vez. De hecho, ahora mi dinámica es muy similar.
Laura Senovilla González
Investigadora científica
–Ha salido ya dos veces la palabra cáncer en lo que va de entrevista. Nos insisten ustedes en que hay que usarla más, pero no somos capaces o, al menos, nos da mucho miedo.
–Esa palabra aterroriza a todo el mundo. Porque investiguemos en cáncer no quiere decir que no nos aterrorice, más que la palabra, el que nos pueda pasar. Es algo que a mí me parece que es normal. Dependiendo del tipo de cáncer, también es verdad, la supervivencia no siempre es alta. Ahora cada vez hay más. Fíjese: después de toda la investigación que hay en cáncer de mama, que puede ser de los cánceres en los que más dinero se invierte, sigue siendo la quinta causa de mortalidad por cáncer en el mundo; en 2020, setecientas mil mujeres murieron por cáncer de mama. Es normal que siga dando miedo. Al final es una enfermedad en la que tienen que tratarte y ralentizar la progresión tumoral o tener una tasa de supervivencia libre de enfermedad...
–...¿Se refiere a ser curado?
–No solemos decir curar, solemos decir tiempo de supervivencia libre de enfermedad.
–Además de todo lo que consiguió en Francia, aprobó en 2014 la plaza de funcionaria del Estado francés.
–Es una plaza equivalente aquí a Científico Titular. Y en 2020, antes de volverme a España, obtuve la habilitación a dirigir investigaciones (Habilitation à Diriger des Recherches), el título más alto otorgado por la universidad en Francia, equivalente aquí a una habilitación a catedrático.
–Pero con todo ese hacer en Francia, estando en el cogollo de la investigación sobre el cáncer en Europa, ¿por qué hizo el viaje de vuelta a Valladolid?
–Por varias razones...
–Detállelas.
–Todo al final es un cúmulo de situaciones que hacen que vayas en una dirección. En 2020 hubo la pandemia y me acababa de sacar la acreditación. En mi cabeza estaba presentarme en unos años a directora de investigación, que sería como el equivalente en España a Profesor Investigador del CSIC. En plena pandemia, me escribe el director de IBGM de Valladolid, el doctor Carlos Villalobos, por que se acababa de abrir la convocatoria de un programa 'Beatriz Galindo Senior' para investigador distinguido. «¿Por qué no te animas y lo solicitas?», me dijo. Me puso un poco la miel en los labios, proponiéndome crear una unidad de ensayos preclínicos en Valladolid.
–Y, vamos, que no se lo pensó.
–Me gustan mucho los desafíos, soy muy luchadora y muy inconformista, así que me dije que por qué no iba a solicitarlo. Además, en Francia estaba sola, estuvimos muchísimo tiempo sin poder salir de las casas. Como no tenía nada que perder, me presente, y me seleccionó el departamento, me seleccionó la Universidad y, finalmente, el Ministerio de Universidades me concedió uno de los 40 contratos que otorgaron para toda España entre todas las áreas. El director del IBGM me preguntó si quería volverme a un grupo o volver siendo independiente y elegí lo segundo. Me advirtieron: vienes a un sitio donde tienes que empezar de cero y no tienes financiación.
–Y aun así regresó.
–Lo que a mí me movía por dentro era crear la unidad de ensayos preclínicos y ser investigadora principal de mi propio grupo. Dos años y medio después hay aquí dos postdoc; se ha incorporado una técnico de apoyo a la investigación, dos alumnos internos y se incorpora otro investigador 'Beatriz Galindo junior' en noviembre... De aquí a enero seremos en total diez. Es verdad que tuve mucho apoyo por parte del IBGM, porque gracias al programa de excelencia del IBGM y a su proyecto de internacionalización pude tener algo de financiación hasta que he podido utilizar la financiación obtenida a través de los Proyectos de Generación de Conocimiento del Ministerio de Ciencia e Innovación. Ahora ya están en marcha el laboratorio y varias líneas de investigación.
–¿Se ha marcado algún horizonte temporal para que esta unidad que están creando esté ya consolidada?
–Espero que en 5 años. Ahora ya tenemos financiación, se incorpora la gente, empezamos a publicar, empezamos a recibir material necesario para los ensayos...
–Para que llegue el día en el que se hable de supervivencia libre de cáncer, ¿qué va a ser necesario: mas presupuestos, más medios materiales, más personal especializado...? ¿O esto es algo que trasciende al dinero?
–Es muy importante el dinero porque, si no hay investigación, no vamos a poder descubrir nuevas dianas terapéuticas, no vamos a poder proponer nuevos tratamientos, nuevos protocolos... El dinero es muy necesario y nosotros podemos investigar todo esto, pero luego tiene que haber una aplicación en un hospital. Quizá sería necesario que los protocolos en los hospitales también fueran revisados.
Laura Senovilla González
Investigadora científica
–¿En qué sentido?
–Por ejemplo, no todos los fármacos están disponibles en todos los hospitales en todas las comunidades autónomas en España. O hay fármacos que son muy caros y no se administran porque no se aprueba a nivel estatal. A lo mejor, y hablo un poco con menos conocimiento, en los hospitales te dicen que cuando llega un paciente hay un protocolo de actuación; entonces, quizás, si se tienen las herramientas, se puedan modificar esos protocolos y adaptarlos un poco más a cada uno de los pacientes, que sean más personalizados.
–Si un estudiante le pidiera consejo para dedicarse a lo que usted hace, ¿qué le diría?
–Tiene que realmente apasionarle la investigación porque es muy sacrificada. Es una carrera piramidal: cuando empezamos una tesis hay muchas plazas y según vamos subiendo en el escalafón, hay menos. Es muy competitivo, se va estrechando el embudo y no todo el mundo consigue llegar a unos puestos superiores. Tampoco, a lo mejor, todo el mundo quiere llegar. Tengo compañeros con un currículum similar al mío y no quieren ser investigadores principales de laboratorio. Quieren ser un 'postdoc senior' o investigador senior, pero no principal. Esto es mucho trabajo y, sinceramente, creo que los sueldos no se corresponden al trabajo que realizamos. Además, hay que tener mucha capacidad para superar la frustración. Hacemos muchos experimentos; muchos no salen bien y tenemos que cambiar de dirección, reorientar el punto de vista, mirarlo de otra manera... Y a lo mejor el 90% de lo que realizamos está en un cajón porque no sirve. A ver, sirve para nosotros para saber que por ahí no tenemos que seguir...
–...¡Que ya es bastante!
–Pero eso no nos va a dar publicaciones. Las darán lo que sí saquemos, los datos positivos. Cuando no sale un experimento, cuando de repente deja de funcionar un tratamiento, tantas cosas que pasan...Y hay que decir que no pasa nada, que mañana he de intentarlo de otra manera. Hay que superar esa frustración.
Laura Senovilla González
Investigadora científica
–¿Quién enseña a eso? ¿Usted cómo supera los momentos de frustración? ¿Cómo aprendió?
–Siempre he sido muy luchadora y siempre he tratado de buscar una solución. Lo de rendirse no está en mi vocabulario. Y, a pesar de todo lo que he luchado, creo que he tenido suerte en la vida. Por ejemplo, yo publiqué en 2012 un trabajo en la revista científica Science; yo me decía, «vamos, con un Science vuelvo a España por la puerta grande». Pues resulta que a mí no me concedieron un contrato Ramón y Cajal ese año con el Science aceptado. Y me dije, «si no lo consigo, ¿cómo voy a volver a España?». Fue un momento de mucha frustración, no sabía qué iba a hacer. Y me dije que tenía que volver a intentarlo, pero tampoco me podía quedar esperando a que me dijesen algo. Así que me presenté a las plazas de Científico Titular en Francia. Y me concedieron el contrato Ramón y Cajal y aprobé la plaza de funcionaria en Francia con un mes de diferencia. Opté por la opción más estable. Aquel Science fueron cinco años de trabajo. No sé de dónde me sale la energía, pero no desfallezco.
–¿Cómo convencería a un político de que las instituciones tienen que invertir en Ciencia, en investigación, que es una inversión y no un gasto?
–Una característica de que un país progresa es el dinero que invierte en investigación científica. Un país que invierte dinero en investigación científica demuestra que está progresando. Si los investigadores apostamos por España, deberíamos tener un respaldo. Yo tengo la opción de volverme a Francia dentro de un año y medio, ya que estoy en comisión de servicios, y no me gustaría volverme ahora. Me gustaría quedarme en Valladolid y hacer realidad la Unidad de Ensayos Preclínicos. Pero necesito apoyo.
–¿Cree que lo tendrá?
–Estoy trabajando mucho, así que espero que sí. Quizá por no ser optimista y pensar que todo me va a ir de maravilla lucho tanto. Es que, de verdad, para mí las cosas se consiguen trabajando mucho. Por eso te tiene que gustar lo que estás haciendo, porque si no, es imposible. Pero no me puedo permitir pensar en que las cosas van a ir mal; solo me puedo permitir pensar que tengo que intentarlo, que tengo que hacer todo lo que pueda y, si no se consigue, yo lo habré intentando. Pero los pensamientos negativos me tienen que durar muy poco.
–En su trayecto vital, ¿ya se ha parado a pensar qué quiere ser de mayor?
–Mi sueño es seguir aquí, en Valladolid, y seguir haciendo investigación. Esa es mi pasión. Investigadora en la Unidad de Ensayos Preclínicos de Valladolid y profesora en la Universidad.
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