Ya se trata del peor incendio registrado en España en lo que va de siglo y solo ha necesitado de cinco días para destruir más de 30.000 hectáreas: 30,8 kilómetros cuadrados de alto valor ecológico, la mitad de la Reserva Regional de la Sierra de la Culebra, en el noroeste de Zamora. Las altas temperaturas, la baja humedad y los vientos, de hasta 70 kilómetros por hora, avivaron las llamas propagando el incendio a gran velocidad. La extensión calcinada ha alcanzado los 120,88 kilómetros de perímetro, el mayor desastre medioambiental en Castilla y León que ha afectado a uno de los 52 espacio naturales declarados Reserva de la Biosfera por la UNESCO en España, una de las mayores riquezas naturales en la comunidad. Aún no es posible cuantificar la magnitud del desastre pero sí sabemos que han ardido los bosque centenarios que albergaban el mayor refugio del lobo ibérico en la península.
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En el ranking de los incendios forestales más destructivos de la Península Ibérica durante el siglo XXI, Castilla y León tiene el lamentable récord de ser la comunidad autónoma líder por segundo año consecutivo con más de 50.000 hectáreas quemadas entre el incendio de Navalacruz de 2021 (22.000 hectáreas) y el reciente incendio en la sierra zamorana (más de 33.000 hectáreas). La superficie total que ha ardido en Castilla y León en estos dos veranos es superior a la superficie total de Andorra, un país con una extensión territorial de 468 km².
La extensión destruida en la sierra de la Culebra es escalofriante. Como apunta el geógrafo y urbanista vallisoletano Antonio Giraldo en Twitter, el terreno que ha ardido es «una barbaridad. Representa el 0,06% de la superficie nacional, el 0,32% de Castilla y León y el 2,84% de la provincia de Zamora. El equivalente a la isla de La Gomera entera, a Malta o las 1.200 islas que componen Las Maldivas». 28.700 hectáreas más de terreno que lo destruido por el volcán de La Palma.
El jueves 9 de junio la AEMET de Castilla y León da la primera alerta por temperaturas extremas que se extenderá, al menos, entre los días 10 y 15 de junio en la comunidad. La previsión para esos días sitúa las máximas de las provincias de Castilla y León entre los 36 y los 42 grados y las mínimas por encima de los 14 grados.
El día 10 la Agencia Estatal de Metereología lanza un aviso especial de fenómenos adversos que abarca todo el ámbito estatal a excepción de Galicia, el área Cantábrica y Pirineos. El día 10 el radar empieza a poner atención en chubascos y algunas tormentas que afectan a las provincias de Salamanca, Zamora y Valladolid. El termómetro ya sitúa las temperaturas máximas de varios puntos de la comunidad por encima de los 35 grados. El sábado 11 continúan las tormentas localmente fuertes y acompañadas de granizo, con actividad eléctrica abundante en las provincias de Valladolid y Zamora. Desde el lunes 13 los avisos por alerta amarilla y naranja abarcan toda la comunidad salvo la franja norte de las provincias de León, Burgos y Soria.
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Desde el martes, 14 de junio, Castilla y León entra en riesgo extremo de incendios. El mercurio sigue ascendiendo, el miércoles 15 la AEMET de Castilla y León publica las 10 temperaturas más altas registradas en la comunidad, todas superan los 38 grados en las horas centrales del día. Ese día, a las 18 horas, las herramientas de diagnóstico radar registran tormentas con notable actividad eléctrica y localmente con granizo.
El Plan Territorial de Protección Civil de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio de Castilla y León tipifica los 4 niveles que hay de alerta de incendio forestal en la comunidad según su gravedad. Es importante conocer esta información para poder comprender la cronología del incendio.
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El fuego se declaró entre las 20 y las 21 horas del miércoles 15 de junio, en una semana en la que se esperaban temperaturas máximas récord en todas las provincias.
Solo en las primeras 24 horas del incendio de la Sierra de la Culebra se quemaron más de 10.000 hectáreas de superficie forestal poniendo en riesgo la seguridad de 14 poblaciones de la zona. Esa voracidad de las llamas fue consecuencia una concatenación de fenómenos adversos.
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Las temperaturas máximas durante la ola de calor se mantuvieron por encima de los 35 grados, habiendo zonas que sobrepasaron, incluso, los 40 grados de pico. Las mínimas también se mantuvieron altas, lo que no ha ayudado a refrescar una zona con baja humedad ambiental en esos días. Las tormentas eléctricas y el viento, con rachas superiores a los 70 kilómetros por hora, fueron claves de la veloz propagación.
En cuanto al operativo humano, los profesionales de la comunidad reclaman un refuerzo de operativos en la comunidad ante la falta de anticipación de la Junta, a pesar de los avisos de la ola de calor el 75% de los efectivos no estaban disponibles en el momento del incendio que se originó quince días antes de la activación del plan contra incendios de la comunidad.
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