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He aquí una observadora tenaz de la realidad política con visión de gran angular. Imelda Rodríguez Escanciano (Palencia, 1977), investigadora universitaria de mirada tan analítica que ayuda a comprender con facilidad muchas de las cosas que pasan en la política y la sociedad. Publica 'Imagen ... política. Modelo y método', una obra fruto de sus muchos años de constante tarea como doctora en Ciencias de la Información. Fue la rectora de universidad más joven de España (2014-2020, UE Miguel de Cervantes) y en este libro enseña a observar al poder contemporáneo y a distinguir a gobiernos y gobernantes eficaces de los que no lo son y por qué.
–En un momento de alto desapego de la sociedad con su clase política va usted y publica un libro sobre política. ¿Le gusta nadar a contracorriente?
–Realmente, en estos momentos la política no interesa a la sociedad porque hay una desafección, una falta de identificación entre los deseos de la opinión pública y lo que ven en la mayoría de sus gobernantes, en la mayoría de la clase política. Hay una falta de pasión, de sentir que lo que hacen los que están al mando de la toma de decisiones de todos influye positivamente en nuestras vidas. Es decir, hay una falta de política de los hechos.
–Insisto, pues: vaya momento de publicar un libro de política...
–Este libro, por supuesto, quiere ir a contracorriente porque defiende el valor de la autenticidad, de que quien esté al frente de esa toma de decisiones sean líderes con unas características muy concretas. Ni merecemos ni necesitamos cualquier tipo de perfil al mando de los gobiernos, de los partidos. Necesitamos un perfil exclusivo que, además, ya está representado en mandatarios y mandatarias de algunos países del mundo y que se ha acelerado con motivo de esta pandemia.
–Perfil que se caracteriza por...
–La firmeza, entendida como la capacidad de influir positivamente en los demás, de provocar un bien común. Parece un mantra, pero la política es servicio o no es nada. Y luego, la compasión.
–¡¿Compasión?! ¿En política?
–Es importante porque también me centro en la valoración de los populismos y los políticos con mensajes populistas. De alguna manera, en estos momentos no necesitamos solo que el político, la política, el gobernante o el partido demuestren o digan que están junto al ciudadano alumbrándole dentro del pozo sino que la clave es que le saque del pozo.
–Defina pozo.
–Una situación económica complicada, la vida de las personas a todos los niveles... Es muy importante no solo que existan líderes auténticos sino también sociedades auténticas. Por eso, en el libro hablo de comprender el poder y de alcanzar el poder.
–¿Ve venir a los políticos? ¿Distingue a primera vista al que es a bulto del que apunta maneras?
–Yo hablo del concepto de política lenta, que es la capacidad de realizar una política pausada, no desde los resultados. Es necesario que aprendamos a pensar con calma lo que tenemos enfrente, que no valoremos por cuestiones anecdóticas, que esa es a veces la trampa de determinados líderes a través de sus retóricas y sus mensajes.
–Para que podamos valorar a los políticos, ¿no deberían ellos empezar a valorarse a sí mismos? Lo que prometen en campaña no lo cumplen y no pasa nada.
–Esta es una de las claves: el no pasa nada es algo que debemos exigir que se cambie. Por eso yo insisto en lo de comprender el poder. Cuando las sociedades son realmente auténticas, tienen una elevada capacidad crítica, de ahí el valor de la educación, que es la que verdaderamente da savia a las sociedades y permite que los ciudadanos piensen. Por poner un ejemplo, Putin...
–Autenticidad y Putin, como que no casan...
–Casi no recordamos cuándo no ha gobernado, siempre ha tenido unos índices de aceptación popular en torno al 80%, incluso en periodos de recortes de libertades muy significativos. Sin embargo, en estos momentos hay grupos de jóvenes, de estudiantes con un nivel cultural mucho más elevado, que están poniendo en cuestión su propio liderazgo. Esto significa que sí es posible demostrar que la sociedad piensa y puede exigir otros perfiles de gobernantes. Hay líderes que están demostrando que son capaces de movilizar a la sociedad en la dirección adecuada, pero para que existan estos liderazgo no es suficiente que les exijamos a ellos que lo sean sino que la propia sociedad esté lo suficientemente preparada como para escoger. Por eso hay que movilizar la educación y tirar entre todos del carro de la autenticidad.
–Hay una figura que cruza de principio a fin la obra, la del asesor del político. Un político sin asesores, ¿hoy está perdido, cuando no muerto?
–Depende de qué político. Hay políticos que no necesitan asesores, tal vez solo profesionales a su lado que les vayan guiando en la forma de construir mejor su mensaje, de trasladarlo, pero no en la forma de elaborarlo. Hay una gran diferencia entre el político al que le ayudan a gestionar su mensaje y el político al que le colocan el mensaje.
–Luego, ¿el poder del asesor no es tan omnímodo como parece?
–No debería. La figura del consultor, del asesor es muy importante, pero de apoyo, nunca una figura que en primer término dirija a un candidato o a un gobernante. Si esto ocurre, el candidato termina por perder el sentido de su autenticidad y se aleja.
–Vayamos a dos ejemplos. El primero el exasesor de Pedro Sánchez Iván Redondo. ¿Es el fracaso del modelo de asesor porque tapa al político? ¿No era tan bueno como él y sus acólitos nos querían hacer ver?
–En el libro hago hincapié en cómo se puede desviar la autenticidad de un candidato. Varios episodios provocados por el diseño estratégico de Iván Redondo cuando era jefe de gabinete de Pedro Sánchez. Por ejemplo, el del macroespectáculo de España 2050 y otros símbolos e imágenes que han podido crear en torno al presidente, que lo que hicieron fue alejar mucho el perfil de Pedro Sánchez de la población española.
–¿Ejemplos?
–Vimos de repente, en la gestión comunicativa de la pandemia, a un presidente muy alejado de los ciudadanos, el presidente de los discursos más largos en el confinamiento, de las ruedas de prensa más largas, comparativamente con el resto de mandatarios europeos, y si se analizan esos mensajes es el que menos soluciones concretas propuso para hacer dos cosas fundamentales en la gestión comunicativa de una crisis: paliar el miedo, hablar desde su inteligencia práctica de cuestiones resolutivas de primer orden y generar confianza. Si le comparamos con el canadiense Justine Trudeau, sus intervenciones, incluso a la puerta de su casa, eran de un minuto, con mensajes muy concretos que tranquilizaron a la opinión pública. O las mandatarias que mejor han gestionado la crisis en el mundo, las de Taiwan, Alemania, Finlandia, Dinamarca, Noruega y Nueva Zelanda, que de alguna manera han demostrado una serie de valores que señalan el liderazgo auténtico: la comunicación para mostrar la capacidad de anticipación del político, de reacción ante los problemas, la empatía.
–¿Se nota que Sánchez se ha desprendido de su gurú?
–Con Pedro Sánchez se está produciendo una evolución y ha coincidido con la salida de Iván Redondo de la Moncloa. Hemos visto a un Pedro Sánchez, en el volcán de la Palma, muy cerca de los ciudadanos, muy a pie de las personas... Ese cambio significativo en los símbolos de cuando se acerca a las personas o cuando traslada su comunicación es una manera otra vez de volver a recuperar una esencia comunicativa más cercana y, por tanto, más auténtica.
–En el reverso de la moneda ¿está Miguel Ángel Rodríguez con la presidenta Ayuso?
–Desde el análisis que yo he podido hacer, que no es infalible, desde luego, vemos en el caso de Miguel Ángel Rodríguez en relación al liderazgo de Isabel Díaz Ayuso –que vamos a ver si consigue consolidar ese liderazgo auténtico–, que sí que parece que Rodríguez se ha centrado más en la identidad de la propia presidenta y, desde los puntos fuertes de su propia imagen política, ha construido el relato.
–¿Ejemplos?
–Sin suprimir la voluntad de la candidata, ha mantenido algunas cuestiones que finalmente han terminado por convencer a la opinión pública. Declaraciones que ha realizado, que a veces parecían como salidas de tiesto, luego se han convertido en una seña de identidad porque son muy espontáneas, muy naturales, representan un mensaje que sale de la verdad. Esta es la diferencia entre los asesores que crean marca y los asesores que trabajan sobre la identidad, sobre lo que es el candidato. Y le puedes decir algunas cosas, pero no alteran la identidad del político. Esta es la clave entre un consultor mejor y otro menos bueno.
–Habla en el libro del modelo y método que ha creado, AIPoC, Análisis de Imagen Política Contrastada. ¿Qué aporta?
–Permite, desde la autenticidad, saber cómo se debe trabajar sobre la imagen del candidato y después, evaluarla. Este método lleva diez años en funcionamiento y ha sido utilizado por asesores de distintos países de Latinoamérica con alcaldes y gobernadores y, con el 'feed-back' que me han dado esos consultores, debo decir que su grado de efectividad ha sido notable. El método está contrastado, lo presento en el libro, un modelo de la autenticidad. Cuando vino la pandemia se mostraron liderazgos como el de Mario Draghi, del que no se habla mucho, pero que me parece la honestidad personificada.
IMELDA RODRÍGUEZ ESCANCIANO
–Cuenta usted que en la primera aparición como primer ministro italiano admitió que no tenía nada que contar a la prensa.
–¡Eso es! Dice que no tiene nada que comunicar porque en ese momento no ha hecho nada, pero que lo hará en cuanto tenga algo hecho. ¡Esa es la honestidad más absoluta! ¿Cuántos políticos hacen hoy eso? Más bien, lo contrario: cuentan lo que sea con tal de estar. Hay otros líderes que van a contracorriente y hay que decirlo.
–Tan metida como está desde hace tanto en la comunicación política, ¿ha tenido alguna vez la tentación de entrar en política o como conoce tan bien el paño…?
–He tenido esa posibilidad, pero he permanecido en el lugar en el en el que me siento muy cómoda, la docencia y la investigación, la gran pasión de mi vida. Luego he desarrollado puestos de responsabilidad cerca de la otra gran pasión de mi vida, la educación. Y en el ámbito de la comunicación y la imagen política es en el que me siento profundamente cómoda, porque creo que hacer política también es eso, también es escribir un libro que presenta un modelo y un método sobre la autenticidad. Hacer política no está solo en la toma de decisiones en un gobierno o un partido; también está en intentar sugerir a los ciudadanos que quieren acercarse al libro que hay unos gobernantes y unos líderes que hacen las cosas bien y cambian la vida de la gente. Y hay un modelo de liderazgo que cambia la vida más que otros.
–¿Hay un líder político al que le hubiera gustado asesorar?
–Me apasiona, aunque ya no está en primera línea, Angela Merkel. Dieciséis años de poder te pueden jugar malas pasadas…
–Más siendo mujer, ¿no?
–Claro, y no ha sido así en ella: ha sido todo lo contrario. Me parece que hay en Merkel una coherencia tan fuerte…
IMELDA RODRÍGUEZ ESCANCIANO
–Usted lleva muchos años en contacto con los jóvenes. ¿El desapego que ellos tienen de la política es tan real como parece?
–Sí. Hay un desapego de un tipo de política, la de la retórica, en la que no creen. Pero sí creen en la política como forma de cambiar el mundo. Los jóvenes son idealistas por naturaleza y creen que el mundo se puede cambiar.
–«Cuando una persona tiene el fuerte deseo de hacer el bien, rompe todas las barreras». ¿Qué historia contiene esta frase que le fue legada por su hermana?
–Mi hermana era religiosa y dedicó toda su vida a trabajar con personas con discapacidad. Para mí representa el exponente de la autenticidad, los valores que describo estaban presentes en ella. Tenía un lema de vida: cuando alguien quiere hacer el bien, no hay barrera que se interponga. Falleció hace unos años de cáncer y dedico este libro a ella y a mis padres porque es el legado que le quiero dejar también a mi hijo Rodrigo: que la autenticidad se pueda pasar de generación en generación.
–Doctora en Ciencias de la Información, seis años rectora, especialista en comunicación e imagen política… ¿Ha pensado ya qué quiere ser de mayor?
–Quiero seguir aportando desde la educación, desde mi trabajo, que la sociedad no se duerma, que haya mayor conciencia crítica.
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