«Imbécil»: una palabra que aparece cuatro veces en 39 años en el Diario de Sesiones de Castilla y León

No aparecerá como tal en boca de Juan García-Gallardo, porque la transcripción seguramente pondrá «murmullos», si es que hay algo perceptible en el sonido ambiente que se graba automáticamente. Pero el Diario de Sesiones sí incorporará «imbécil» en sus páginas atribuido al turno de palabra Francisco Igea, que interpeló dos veces al vicepresidente de la Junta: «¿Me ha llamado usted imbécil?».

Es difícil hacer pasar «imbécil» por un menosprecio leve o una ofensa cariñosa. La rotundidad de la palabra admite poca interpretación. «Imbécil: tonto o falto de inteligencia». El toque al adversario, la descalificación 'política', cierto grado de saña en las respuestas, son habituales en el teatrillo parlamentario. Pero «imbécil» no. «Imbécil», de hecho, solo aparece cuatro veces en 39 años en las páginas del Diario de Sesiones. Y en ninguna de las cuatro se trataba de un insulto directo al oponente.

La primera fue en 1988, cuando Juan José Lucas trataba de contar una anécdota que le había ocurrido en cierta ocasión. «Cuando yo llamé a un Jefe de Servicio en Madrid y le dije... Me lamentaba, ¡pero hombre, por Dios! ¿Y cómo no me hacéis nada? Voy a armar un escándalo, voy a decir que me den trabajo y tal. Me dijo: mira... sigue de Jefe de Servicio, me parece, no hagas el imbécil, no hagas el imbécil, estate ahí quieto, cállate […]».

Le siguió en 2005 el procurador José María Rodríguez de Francisco (UPL), incrustando el vocablo en un refrán chino adaptado. «Y déjenme terminar, hombre, con un proverbio chino -sustituyan luna por remolacha-. Lo he dicho muchas veces: 'Cuando el dedo señala la luna, solo el imbécil mira el dedo'. Miren a la luna, es la remolacha, y dejen de mirarse el dedo, por favor. Miren a la remolacha. Únanse de una vez».

En 2013 Pedro Muñoz Fernández (PP) se autoinfligió en cierto modo el insulto. «Todos los que hoy estáis aquí me conocéis; no soy el más veterano, pero se me identifica perfectamente por dos signos: tengo la lengua muy, muy larga y muy poco talento. Y si cualquiera de vosotros conoce cien mil formas de hacer el imbécil, yo conozco cien mil una».

Y en 2019 llegó el preludio más cercano a lo vivido este martes en el hemiciclo de las Cortes de Castilla y León. Pablo Fernández Santos (Podemos) denunciaba algo similar a lo que le ocurrió a Francisco Igea, pero generalizando en la bancada del PP, principalmente. «¿Qué se puede esperar de ustedes cuando con frecuencia, cuando yo me hallo en el uso de la palabra, ustedes profieren desde sus escaños expresiones como hijo de puta, gilipollas o imbécil, demostrando su alarmante carencia intelectual, su nula educación y su incapacidad de refutar mediante argumentos mis aseveraciones?». Y aquí puso un colofón que podría ser considerado también un insulto, aunque más refinado que un simple «imbécil»: «Pues, evidentemente, no se puede esperar nada más que sigan refocilándose de su lodazal de ignorancia y estulticia».

El Diario de Sesiones reproduce, según fija el Reglamento de las Cortes de Castilla y León, «íntegramente, dejando constancia de los incidentes producidos, todas las intervenciones y acuerdos adoptados en las sesiones del Pleno y de la Diputación Permanente». Cuando, en pleno debate, algún procurador se exalta e incurre en una expresión vejatoria, un insulto o una ofensa, puede pedir que se retire. En ese caso, incluso se borra del Diario de Sesiones para que no conste en acta. Algo que, en el caso del «imbécil» esgrimido por Igea y articulado, parece, por García-Gallardo, no ocurrirá.

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