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He aquí una pionera y una líder. Pionera, porque en un sector tradicionalmente adscrito al genéro masculino, como el industrial, ha llegado al puesto de mayor responsabilidad de dirección en España Portugal de Michelin, empresa referencia mundial en su ámbito. Líder, porque en su acción ... profesional, vinculada siempre a Michelin desde que comenzase a hacer prácticas en la misma cuando estaba en el último año de la carrera de Ciencias Químicas en la Universidad de Valladolid, es persistente en la aplicación de principios que estima esenciales, en los que la igualdad entre las mujeres y los hombres ocupa un espacio esencial en el fronstispicio mismo de su labor.
–De estudiante en Valladolid al puesto de máxima dirección de Michelin en España Portugal. ¿Cómo se gestiona eso desde el punto de vista vital?
–Llevo treinta años en esta compañía. Entré como estudiante en prácticas. Cuando empecé mi relación con Michelin estaba todavía en la facultad... Después de las prácticas, me preguntaron si me quería quedar; me quedé y hasta hoy. El resto de la carrera profesional ha sido ir subiendo escalones, pero poco a poco. No ha habido un salto ni nada que te haga cambiar la forma de ver las cosas.
–¿Su percepción sobre Valladolid ha variado a lo largo de estos años?
–Siempre he seguido vinculada a Valladolid: soy de Valladolid y tengo mi familia aquí. Empecé mi trayectoria en Vitoria, después fui a Aranda. Estuve trabajando en Valladolid. Volví a Aranda, volví a Vitoria y he vuelto aquí. No he estado todo el tiempo en Valladolid, pero he seguido teniendo en Valladolid mi casa. Mi empadronamiento ha estado siempre en Valladolid.
–¿Qué le parece el cambio que ha experimentado la ciudad en estas tres décadas?
–A mí me gusta mucho Valladolid: Creo que es una ciudad de una talla lo suficientemente grande como para que no te falte de nada y lo suficientemente reducida como para que no te estorbe su tamaño. Tiene todos los servicios que podemos pedir y en los últimos años me gusta también el cambio que ha registrado desde el punto de vista visual, arquitectónico, de cuidar un poquito más las cosas. Y luego tienes oferta de todo: gastronómica, teatral...
–Tres décadas en Michelin... ¿Fidelidad a la marca o lo de la marca y usted, usted y la marca es relación correspondida?
–Lo primero que ves en Michelin desde el principio es un entorno de trabajo con un trato que nos diferencia, que tiene respeto hacia cosas que a ti te pueden involucrar: respeto al medio ambiente, a las personas,... Los valores no son algo que cuelgas de la pared, no son un marco con unas frases: son algo que trasciende al modo de trabajar y al día a día. Y eso se nota en la relación con tus jefes y tus compañeros. Es un empleo de calidad en cuanto a todos los parámetros. Hay veces que la gente solo mira salario y beneficios sociales, en lo que estamos muy bien posicionados. Pero no es solo eso: es todo el conjunto de una relación contractual empleador-empleado que te da carrera profesional, formación, beneficios sociales... Todo eso te llena y te hace sentirte a gusto. Es mi caso, pero también el de la mayoría de las personas que estamos.
–1.700 trabajadores de Michelin en Valladolid; casi 8.000 en toda la Península Ibérica. ¿Cómo se vence el vértigo que tiene que producir levantarse cada mañana sabiendo que tantos miles de familias dependen de su gestión?
–Cuando das un salto importante, eso te puede dar más o menos vértigo, pero en mi caso he ido pasando por tantos puestos, conozco tanto la empresa... He pasado por multitud de ámbitos: de fabricación, de calidad, de gestión de personas, de dirección de plantas... Todo eso me da una visión global y un conocimiento de nuestra casa que, bueno.... Vértigo, no, pero soy consciente de la gran responsabilidad que asumo y de los importantes retos que tenemos por delante. Michelin se está transformando para hacer frente a los grandes cambios de un mundo en profunda transformación y nosotros en Europa tenemos que hacer frente a competidores cada vez más agresivos, procedentes de países de bajo coste. Por ello, tenemos que trabajar más que nunca nuestra competitividad industrial.
–Su trayectoria le convierte en referencia. Usted salió de las aulas de la Universidad de Valladolid. ¿Qué tendrían que ver en su ejemplo quienes ahora mismo se están formando en ellas?
–¿Referente? Yo no me considero referente de nada. Lo único que hago es visibilizar el rol de la mujer en estos momentos y a lo largo de mi trayectoria. Es muy raro ver mujeres en el entorno industrial y yo he estado dirigiendo fábricas. Hay que hacer que sea natural el que las mujeres podamos estar en todos y cada uno de los puestos de responsabilidad y en cualquier tipo de entornos. Más que referente, creo que mi persona puede visibilizar que se puede hacer que sea normal y debe ser normalizado.
–¿Es mujer en un sector de hombres? ¿O la fabricación de neumáticos ya no es cosa de hombres?
–Cada vez menos.
–¿Y cada vez más de mujeres?
–Somos 1.200 mujeres en Michelin. Cuando entré sí que fui pionera por estar en los talleres de fabricación; no fui la única, pero éramos muy poquitas. Desde hace muchos años llevamos la política de diversificar el tema de la mujer y, sobre todo, de normalizarlo. Llevamos una década con un plan de igualdad que está validado con la parte social. Tenemos reconocimientos y todas las acciones que hemos hecho en el ámbito de la diversidad están siendo reconocidas fuera. Pero sobre todo, lo que yo siempre promulgo es que las mujeres tienen que entrar en todos los niveles de responsabilidad para que vayan creciendo de forma natural. Como tenemos las mismas competencias que los hombres, tenemos que llegar de una forma natural.
–¿Han de existir las cuotas?
–En algunos sectores y en algunos sitios hay que vencer una resistencia y hay que compensar un déficit histórico. En algunas zonas, en algunas partes, hay todavía personas, no digo hombres o mujeres, que tienen una cierta resistencia y ahí es posible que sean necesarias las cuotas. Pero detrás de esto tiene que haber personas, evidentemente cualificadas, que tengan competencias para adquirir esos puestos. Creo en la política de méritos: te lo tienes que merecer. Las cuotas solo sirven, y en algunos casos son necesarias, para frenar todavía ciertas mentalidades que no lo ven suficientemente claro.
–¿Qué le parece el lenguaje inclusivo? ¿Se hace necesario en este momento para visibilizar el camino a la igualdad?
–Personalmente no utilizo la doble terminología cuando no es necesario. Hay veces que sí. Pero es un poquito lo mismo: hay que visibilizar, hay que seguir empujando para superar déficits históricos. Nosotros intentamos, por supuesto, eliminar todo tipo de estereotipos. Para mí es muy importante eliminar los estereotipos de género y de cualquier otro tipo.
–¿De qué manera?
–Estamos formando a la gente porque todos al final tenemos algún tipo de estereotipo y lo vamos plasmando en nuestra forma de hablar. No solo el lenguaje, directamente. Es más importante quitar otro tipo de estereotipos....
–...¿como cuáles?
–Pensar que una mujer no puede hacer algo por... O que un hombre es mejor que...
–En los recientes debates electorales de las generales y las autonómicas solo había hombres. ¿Qué impresión le causó?
–El debate en sí y la imagen son un reflejo de lo que hay. Con lo cual, el debate en sí no me causó ninguna impresión porque ya estás viendo que son ellos hoy todavía los que están ahí. Lo que me causa tristeza es que todavía, si bien todos los partidos empiezan a tener representación de mujeres, falta el paso de que una mujer sea en alguno de ellos la número uno. Pero creo que eso va a llegar, tiene que llegar pronto.
–¿Va la empresa privada por delante de la administración pública en la visibilización del protagonismo a las mujeres?
–Yo solo puedo hablar por nosotros. En Michelin tenemos muy claro que es un tema de competencias, tenemos muy claro que hay muchas mujeres que tienen gran valía. Aún no podemos decir que estemos en el 50%, pero estamos trabajando claramente en ello. Las empresas tiene que apostar por las personas que tengan las competencias para ocupar los puestos y olvidarse de qué sexo tienen.
–En plena ebullición está el debate de la conciliación de la vida familiar y laboral. Dada su experiencia profesional, ¿cuál cree que es la efectividad de la misma y su aplicación real?
–Llegaremos a hablar de igualdad cuando no hablemos de conciliación de la vida familiar para las mujeres. La conciliación de la vida familiar, personal, tiene que ser igual para los hombres que para las mujeres. El estar con un hijo tiene que ser igual para un hombre que para una mujer. Lo único que nos diferencia es el periodo de gestación y de tener hijos y ese es un periodo tan limitado en la vida de una persona que debería de pasar sin mayor trascendencia para lo que es una carrera profesional. Hay mucho estereotipo con el tema de que las mujeres en ciertos niveles de responsabilidad tenemos más dificultad.
–Y no es verdad, claro.
–¡Lo que tenemos es menos tiempo! En el dedicarte a la familia y a un hijo es tan importante la calidad como la cantidad. Cuanto más arriba estás en un nivel de responsabilidad, también eres a veces más dueño de tus propios tiempos y momentos.
–¿Qué quiere decir?
–Yo mañana si me quiero organizar diferente, puedo hacerlo. A lo mejor otro tipo de profesional, en otro tipo de nivel, no puede permitirse el hacerlo. Hay que quitar el estereotipo de que las mujeres, a medida que crecen en carreras profesionales, no tienen tiempo para la familia porque no es así: tienes tiempo, tienes que optimizar tus tiempos y tienes que priorizar tus tiempos. Una persona está bien cuando se encuentra cómoda y, cuando trabaja, sea mujer u hombre, cree que la parte familiar la tiene bien atendida y cuando está en casa, cree que tiene bien atendido el trabajo. Ahí es cuando encuentras el equilibrio, no es cuestión de cantidad de tiempo.
–De debate en debate. Otro que está en primera línea de interés es el de la brecha salarial. ¿Se la ha encontrado en su vida? ¿A medio plazo se va a poder erradicar o tendrá que pasar una generación más?
–Yo no sé calcularlo. La brecha salarial tiene dos causas. Una posible, que en el caso de Michelin no existe, la de la discriminación salarial, es decir, que a igualdad de puestos hombre y mujer no ganen lo mismo. Y luego está el efecto de la antigüedad o el de las promociones, el techo de cristal. El techo de cristal se está venciendo de forma clara y a una velocidad importante en los últimos tiempos. Y el tema de la antigüedad, el que haya hombres que lleven más tiempo que mujeres, es una cuestión de tiempo también; lo único que cuesta es el tiempo que llegues hasta arriba. Yo soy muy optimista con el tema de la igualdad hombre-mujer y a medida que las mujeres van avanzando van demostrando que pueden estar en todos estos sitios. Una vez que lo demuestras, no hay nada que te lo arrebate.
–Otro de los debates que prima en el mundo empresarial es el de la responsabilidad social corporativa. ¿Cree que esto llega al cogollo de la sociedad?
–¿Se refiere a que no se visualice?
–Exacto.
–Nosotros tenemos una vía muy clara, que es la Fundación Michelin. Lo que hacemos es ayudar primero a la creación de empleo en las zonas en las que estamos implantados; nuestra mayor responsabilidad social es el empleo de calidad que generamos de modo directo e indirecto y los impuestos que pagamos. Después tenemos ayudas sociales para programas culturales, deportivos, asociaciones benéficas... Estamos convencidos de que tenemos que estar en las zonas en las que estamos implantados. Si está suficientemente visualizado no sabría decirle porque, claro, yo estoy dentro y desde dentro sé lo que hacemos y estoy muy orgullosa de cómo mi empresa se compromete con la sociedad en la que vive, no ya solo económicamente, sino con otro tipo de actuación y presencia.
–Ha pasado por casi todos los puestos de gestión de Michelin en Vitoria, en Aranda de Duero, en Valladolid. Ahora es directora general de Michelin España Portugal y presidenta de su consejo de administración. ¿Qué quiere ser de mayor?
–Cada vez que llego a un puesto lo que quiero es responder a las expectativas que ha puesto la empresa en mi y no miro más allá porque lo que me gusta es hacer bien lo que estoy haciendo en cada momento.
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