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Un día cualquiera (y sí sé qué hora es)
Diario de un confinamiento. Día 12 ·
Y aquí, mis rutinas, las que puedo asumir, las que hacen todo más llevadero y las que me permiten combinar disciplina y relax hasta que se vuelva a abrir el cieloSecciones
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Diario de un confinamiento. Día 12 ·
Y aquí, mis rutinas, las que puedo asumir, las que hacen todo más llevadero y las que me permiten combinar disciplina y relax hasta que se vuelva a abrir el cieloParece que mi llamada de ayer en la que animaba a hacer balance de todas las medidas que hemos puesto en marcha para organizarnos la vida durante el confinamiento (incluso y sutilmente a que si aún no habíamos aplicado ninguna ya iba siendo hora de ... empezar a hacerlo) ha tenido respuesta. Más de un lector, de los cercanos, que casi siempre suelen ser los más severos, me han devuelto el mensaje y me han preguntado ¿y tú, has organizado tus rutinas, te has impuesto obligaciones, las cumples? Los hay que directamente me han reprochado militar en el club de los del «consejos vendo que para mí no tengo». Incluso alguno me ha dicho que tengo toda la pinta de llevar once días procastinando. Aunque estoy seguro de que eso, por muy valiente que sea el que me lo ha dicho, ahora mismo no se atreve a decírmelo en la calle. Voy a tratar de describir cómo me he organizado para sobrevivir a los rigores de una reclusión que va camino de ser de todo menos corta.
Madrugo, mucho. 7.15. Me despierta Pedro Blanco en la radio todas las mañanas. Después de desayunar repaso las webs, me descargo El Norte en KioskoyMás y... llega la primera franja de ejercicios para no perder la forma. Media hora por la mañana y media hora por la tarde y con dos tipos de rutinas distintas. La matinal, más clásica, gimnasia sueca, con ejercicios no excesivamente exigentes y con los que, a pesar del nombre, ni se me ponen los ojos azules ni el pelo rubio y, lo peor, ni voy a pasar ya del unosetenta.
Ducha y a trabajar, siempre antes de las nueve. Lo primero, cumplir con la entrega del Diario del confinamiento. Procuro trabajar siempre con música –en el periódico la pongo y se trata de replicar el mismo ambiente, pero sin la añorada presencia de Ascen, la recepcionista, conminando a las visitas a no tratar de acceder por el torno de empleados sino... ¡¡¡por la puerta!!!!–. Escucho de todo, pero nunca falta el cantautor estadounidense Grant-Lee Phillips, al que la alerta sanitaria le va a impedir cumplir con la cita que teníamos con él en Madrid el último fin de semana de abril, y desde hace poco oigo a diario a mi penúltimo descubrimiento, Blind Pilot (Piloto ciego, que para estos tiempos resulta un nombre de lo más divertido), que hacen folk y son de Oregon.
Consejos y recomendaciones
Carmen Barreiro
Pausa a eso de las 13.30 para comer. La suerte del teletrabajo es que da oportunidades a platos que pueden elaborarse justo antes de consumirlos y así variar una dieta de menús de víspera. Este lunes, por ejemplo, me hice un arroz con bacalao que ni el de Lola Flores de 'Sarandonga'. Almuerzo con la radio, con el monotema en las voces del equipo que dirige José Antonio Marcos en la Ser.
Por la tarde, remate de las páginas del periódico del día siguiente, con mi compañera Vicki multiplicándose en una sección de Cultura más que mermada por el efecto omnímodo de sobra conocido y a eso de las siete y media u ocho –con la pena ya escrita de no poder asomarme a la ventana para ovacionar a los sanitarios–, segunda ronda de ejercicios, estos más aeróbicos que los matinales, por lo que suelo llegar a la ducha en modo caracol. Y para acabar, casi siempre libro. Ahora, 'Universidad para asesinos', del griego Petros Márkaris, con su comisario Kostas Jaritos, pariente del añorado Savio Montalbano del italiano Andrea Camilleri e incluso del sueco Kurt Wallander, de Henning Mankell. Otras veces, el teniente Colombo en Prime Video (estoy en la temporada dos). Luego un rato de charla en guasap y a las 23.30 a dormir, con 'El Partidazo' en Cope.
Pero si todavía no habéis perfilado tanto las rutinas no sufráis, los hay más lentos. La Comisión Europea, por ejemplo, adoptó el martes, varios miles de muertos en la UE después, decisiones sobre «normas armonizadas que permitirán a los fabricantes comercializar productos de alta eficacia en la protección de los pacientes, los profesionales sanitarios y los ciudadanos en general». Más vale tarde que paqué las prisas.
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