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He aquí el mejor amigo del oso. Guillermo Palomero, cántabro de Torrelavega (pero también de Palencia y de cualquier otro lugar en el que habite ... el oso pardo) y presidente de la Fundación Oso Pardo Cantábrico. No consta en ningún sitio, pero Palomero nació con el destino asignado en esta vida: ayudar a la supervivencia en la Cordillera Cantábrica del plantígrado que, a la vez, más ha cautivado y tensionado al ser humano en el idílico hábitat de la montaña del norte de España. Y vaya si lo ha conseguido, liderando equipos de trabajo de técnicos tan entusiastas con el oso como él; aplicando el macho pilón en su relación con las administraciones, para que la legislación no castigue al animal frente al hombre, y desarrollando una labor didáctica pueblo a pueblo, casa a casa, habitante a habitante de las zonas oseras para concienciar de que la convivencia entre hombre y oso es posible. Y a base de años y tesón... ¡vaya si lo está consiguiendo!
–¿Su atracción por el oso pardo viene por raíces familiares, por las novelas...?
–Es algo que me pregunto muchas veces.
–¡Bien empezamos!
–Solo encuentro una respuesta: me gustaba leer en libros cosas que tenían que ver con los carnívoros y llegó Félix Rodríguez de la Fuente, cuando yo empezaba a estudiar Biológicas en Salamanca, y, con su capacidad de impactar y sensibilizar, me envolvió. Me atrajo tanto lo que decía que ví con nitidez que lo que me gustaba era la naturaleza, la montaña. Vinculado a que me atraían los grandes carnívoros y que los que teníamos en nuestro país eran el oso y el lobo supongo que fue lo que me condujo a empezar a explorar qué pasaba con estas especies y a adentrarme durante días en el bosque y la montaña.
–Algo que no se estila en estos tiempos tan internetizados...
–Pues yo echo de menos esos tiempos en los que igual me iba a Somiedo o a los montes del Narcea una semana o diez días y me quedaba allí. Fueron tiempos muy felices. Hablaba mucho con la gente, que siempre fue muy hospitalaria y me contaban. Para mí fue descubrir un mundo, a la vez que aprendí a entender a la gente rural, sus problemas, sus ansiedades y su forma de ver y relacionarse con la naturaleza.
–¿Y le enseñaron al oso?
–Tardé cuatro años en ver mi primer oso.Me hartaba de ver huellas y esuchar relatos, pero no veía al oso. Y una vez lo ví...
–¿Y...? ¿Fue como tocar el cielo?
–¡Fue maravilloso! Una osa, con dos pequeñitos... ¡Me impactó!
–Más de 30 años dedicado a proteger al oso pardo, mira atrás, ¿y qué se dice?
–De mano, agradezco el día en el que un grupo de amigos decidimos crear la Fundación Oso Pardo. Y si cuando empezamos nos dicen que íbamos a llegar en estos años a este nivel de población en el que estamos y con una aceptación social importante, me habría costado creerlo.
–¿Tan mal estaba la supervivencia del oso pardo cantábrico?
–Estaba en peligro crítico de extinción y se le seguía matando, a pesar de estar protegido. Estamos felices de lo conseguido, fruto del trabajo de muchos, más o menos coordinados, que hemos remado en la misma dirección lo que ha generado que un animal que estaba al borde mismo de la extinción se esté recuperando con un buen nivel de aceptación social.
GUILLERMO PALOMERO
–¿Ha llegado a tocar a un oso?
–A un oso adulto, no. Le he dado el biberón a un osito muy pequeño y un cachorro me mordió y arañó jugando. Nosotros no trabajamos con osos en cautividad y nuestra Fundación tampoco ha capturado osos; hemos colaborado con las administraciones en la recuperación de algunos ejemplares, pero esos trabajos los han hecho otros. Nosotros trabajamos con los osos salvajes y con las actividades humanas que ocurren en las áreas oseras, buscando siempre la compatibilidad de la presencia de los osos y las actividades humanas, que son muchas. Ese es nuestro estilo de trabajo y eso no necesita tocar osos.
–Pero no dejará de emocionante y excitante tocar uno...
–Lo que me sigue emocionando muchísimo es verlos en la naturaleza. ¡No me canso! Incluso ver sus huellas. Veo una huella de oso, que he visto montones en muchos años, y me sigue emocionando poder interpretarlas, ver qué significan, qué hacía ese oso, por qué estaba en ese lugar... Me sigue gustando mucho trabajar como lo hacemos con los osos y sigue siendo un aprendizaje conocer cómo viven los humanos que conviven con los osos, cómo lo están pasando, qué problemas les genera el oso, cómo podemos contribuir a suavizarlos y cómo hacer para que el oso contribuya a una economía rural que está muy necesitada de apoyos.
GUILLERMO PALOMERO
–Usted, naturalista, ha llegado a definirse como biopolítico. ¿Qué es un biopolítico?
–Es que hay que hacer mucha política. Hay que tener muchas ganas de hablar, de escuchar y de buscar consensos para ir avanzando hacia objetivos. Nuestros osos no son como los de Alaska, donde todo es para ellos porque hay muy poco humano y actividad en sus territorios. Aquí los osos coexisten con las actividades humanas. La Cordillera Cantábrica está fragmentada por pueblecitos, carreteras, pistas, actividades ganaderas, se caza, cada vez hay más afluencia de personas que quieren hacer senderismo y disfrutar de su ocio en nuestras montañas y la clave es buscar que todo eso sea compatible.
–¿Y cómo lo trabajan?
–Todo eso necesita debatir mucho, hablar, no tener prisa para llegar a ciertas metas, acordar con los cazadores, con las federaciones de montaña, con las administraciones... Por eso hablo de que muchas veces somos más biopolíticos que naturalistas, aunque nos hace felices ser naturalistas; lo otro hay que hacerlo si verdaderamente queremos avanzar en la conservación del oso.
–Lleva muchos años alertando de los peligros del turismo para el oso pardo, pero la industria esencial en España es el turismo.
–Y no olvidemos que el ecoturismo, el turismo vinculado a la naturaleza, está creciendo y lo seguirá haciendo. Eso es una buena noticia: no todo se concentra ya en las playas. Cada vez hay más turismo en el medio rural que busca un contacto estrecho con la naturaleza porque quiere ver fauna y flora.
GUILLERMO PALOMERO
–¿De dentro y fuera de España?
–Vienen turistas anglosajones a los que les atrae muchísimo ver osos, lobos y linces, pero a la vez quieren ver aves, orquídeas, mariposas y quieren conocer el escenario. Esto va a más y es muy interesante porque es una fuente más de economía y empleo para el medio rural que, insisto, lo necesita mucho.
–A ver si entiendo: el oso y el ser humano, que aparecen hasta en la literatura como enemigos, ¿resulta que tendrían hoy en común el objetivo de la generación de empleo y riqueza?
–El oso es tremendamente atractivo. Los grandes carnívoros siempre lo han sido. Claro, si traemos un turismo para ver osos hay que hacerlo con mucho cuidado. Hay que hacerlo con regulaciones para que no haya incidentes entre los turistas y los osos. Y en eso se está trabajando. Con las administracioens delPrincipado de Asturias y de Castilla y León hemos hecho un marco regulador de las observaciones de osos, donde se han tocado todos los palos que había que tocar para que esto se haga de manera organizada y que deje recursos en el medio rural, que también es bueno que los vecinos vean que el oso deja y genera dinero.
–¿Y lo deja? ¿Hay datos reales que lo constaten?
–Hemos hecho un trabajo con economistas de la Universiad de Oviedo, que verá la luz enseguida, que da unos niveles de facturacion vinculados a la presencia del oso en el occidente cantábrico durante ciertos meses del año sorprendentes. Ya empiezan a venir un buen puñado de agencias internacionales y empresas y ha crecido la cifra de guías locales. Es lo que nos interesa a nosotros que genere puestos de tabajo locales, que no paran de recibir visitantes de diversos lugares de Europa que vienen a ver osos.
GUILLERMO PALOMERO
–¿Y los ven?
–¡Los ven, los ven! Porque, afortunadamente, nuestra cordillera por su tipo de paisaje permite ver osos a distancia, sin necesidad de atraerlos como pasa en otros lugares de Europa, donde hay que ponerles comida para verlos desde torretas o casetas. No, aquí te sientas, te pones a mirar por los telescopios, tu guía te explica que estás en plena naturaleza, que ves ganado, un paisaje, las plantas ¡y los osos! Y eso les maravilla mucho. Esto no ha hecho más que empezar. Y bienvenido sea.Pero hay que regularlo.
–¿Llegaremos a ver esas regulaciones en los boletines oficiales?
–Espero que las administraciones pongan en marcha pronto todo lo que hemos debatido estos dos últimos años y que ya está recogido en documentos para regular un turismo que va a seguir creciendo y que deja una facturación más que importante en los escenarios donde se pueden ver estos grandes carnívoros.
–¿Estos tiempos de confinamiento han cambiado la actividad sobre el terreno a la que les obliga el fin de la hibernación osera?
–En el periodo de confinamiento más estricto nos hemos quedado todos en casa, pero los guardas y los técnicos hemos podido salir al campo porque ahora es cuando salen las osas con los nuevos osos de la oseras. Hemos sido en este sentido afortunados y hemos podido estar estas semanas en el campo, viendo los osos, con los osos, y en una primavera adelantada que realmente es preciosa. Hemos podido trabajar y no hemos perdido la información que necesitamos para dar continuidad a nuestros proyectos.
–¿Y esa información qué noticias arroja?
–Buenas, noticias buenas. La verdad es que el censo de los osos cantábricos está creciendo paulatinamente. Ya están en contacto los dos núcleos, el occidental y el oriental, y se localizan osos de cada uno de ellos en el otro núcleo.
GUILLERMO PALOMERO
–Lleva toda la vida dedicado usted a proteger una especie animal. ¿Hacia dónde cree que puede derivar el ser humano, el animal racional, tras la covid-19?
–Si de esta terrible desgracia que estamos sufriendo no sacamos algunas conclusiones positivas es que estamos los humanos un poco mal de la cabeza.
–¿Conclusiones como cuáles?
–Aparte de que tengamos una sociedad más solidaria, que cuide mucho mejor a sus mayores, a sus científicos y sanitarios, tenemos que tener claro que hemos de evolucionar hacia un modelo de economía y de consumo diferente al actual porque estamos empezando a salir de la pandemia, pero tenemos un problema muy grave sobre nuestras cabezas, el cambio climático, que ya están aburridos todos los científicos del mundo de advertirnos de su gravedad y tenemos que aprender a controlar los gases que emitimos, tenemos que cambiar un modelo económico, cogiendo lo bueno de lo global pero fijándonos más en lo local, contaminar menos, consumir de una manera más sostenible, reciclable, integrando más y reutilizando los recursos que tenemos... Hay que ir más hacia la sostenibilidad, hay que consumr más productos de proximidad, y eso le vendrá muy bien al medio rural, y hay que emitir menos gases ya. No puede ser de otra manera.
–Usted acumula decenios de actividad entregado al oso pardo. ¿Tendrá relevo?
–¡Por supuesto! Afortunadamente en la Fundación tenemos relevo suficientes, chicas y chicos que conocen perfectamente nuestras estrategias de trabajo, que participan de ellas y que están altamente capacitados.
GUILLERMO PALOMERO
–¿Qué puede llevar a un joven a interesarse por una actividad como la suya? ¿Podrá vivir de ello?
–Sí, ¿por qué no? La biodiversidad y los técnicos que trabajen en ella van a ser cada vez más numerosos. La biodiversidad, que todavía se percibe como una parte del problema que está generaldo el despoblamiento, vamos a trabajar para demostrar que es parte de la solución; tenemos que ponerla en valor inteligentemente, conseguir que eso genere empleo, actividad económica. Ese proceso tiene que generar puestos de trabajo, en gestión, en conservación y en aprovechamiento. Tenemos plena fe en ello .
–Después de más de 30 años protegiendo al oso pardo, ¿tiene ya claro qué quiere ser de mayor?
–Un jubilado muy activo. Trabajaré muy intensamente, no solo por los osos, sino para poner en valor la biodiversidad y hacer todo lo que esté en mi mano para combatir los problemas del cambio climático y no dejar a los niños, como el mío, que tiene 9 años, la herencia de una Tierra tambaleante como está ahora. No pienso consentirlo en lo que esté en mi mano.
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