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La propuesta de la Junta de Castilla y León de que se posibilite un confinamiento estricto, al estilo de marzo, no llegó viva ni al Consejo Interterritorial. La secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, abortó el debate antes del roscón mañanero. Compareció ... en la Ser y argumentó para descartarlo que «ha habido comunidades autónomas con incidencias acumuladas muy altas que fueron capaces de revertirlas con los instrumentos de que se dispone».
El coste político se sitúa en el centro del debate de nuevo. Castilla y León (PP-Cs) pide medidas radicales, «quirúrgicas», que atajen de manera drástica la propagación de la enfermedad.
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Antonio G. Encinas
Medidas que, por su excepcionalidad, como es en el caso del confinamiento total, solo puede adoptar el Gobierno central si adapta el decreto del estado de alarma.
El Gobierno (PSOE-Unidas Podemos) alega que hay restricciones suficientes en el documento que se aprobó hace dos meses, y que las pruebas están en que con ellas se consiguió acotar la segunda ola.
Medidas que pueden aplicar las comunidades autónomas.
Francisco Igea, vicepresidente de la Junta, ha clamado en varias ocasiones por lo que entiende que es un juego sucio por parte del Ejecutivo. El Gobierno habla de la llegada de las vacunas, tatúa las cajas de los primeros envíos con pegatinas y deja las malas noticias, la adopción de restricciones severas, en manos de las comunidades autónomas, asegura. Es el reverso de lo vivido en los primeros meses de pandemia, cuando comenzaron a crecer las críticas al Gobierno central, primero en las prórrogas del estado de alarma, luego en la desescalada.
El pulso entre Gobierno y comunidades se recrudece ahora. Y es que en el resto de España, la situación epidemiológica es similar. Y preocupante.
Hay dos numeritos que se han convertido en augures del desastre. Son el Rt, el índice de contagiosidad del virus, y el porcentaje que resulta de cruzar la incidencia a 7 días con la incidencia a 14.
Si el primero es mayor que 1, malo.
Si el segundo es mayor que el 50%, peor.
Si los dos superan sus umbrales, esto se encamina al colapso a un ritmo vertiginoso. O como escribía Ignacio Rosell, secretario del comité de expertos:«Si en toda esta semana (4-10 de enero) hubiera un 30% más de casos que en la semana de Navidad (21-27 diciembre), sería un gran incremento. Pero si en solo dos días (4-5 enero) ya ha superado ese 30% más de casos, la subida es...». Se quedó sin adjetivos.
Las nueve provincias de Castilla y León superan el 1 en el Rt.
Siete provincias están por encima del 50% en el cruce de incidencias acumuladas. Solo se salvan Burgos y León, que están al 49,25% y 46,84%.
Diez comunidades superaban a finales de año el umbral del 1 en el factor de propagación del virus. En 14 territorios la relación de las incidencias rebasa el 50% en el último parte ministerial.
Así que las autonomías han empezado a presionar. En Asturias (PSOE), el consejero de Sanidad no descartaba que sean necesarios «confinamientos domiciliarios estrictos». La Rioja (PSOE) pidió a sus ciudadanos que se quedaran en casa. En Valencia, Compromís (socio de Gobierno con PSOE y UP) ya propuso a sus socios un confinamiento casi total que, de momento, se ha rechazado.
El gran repunte temido, la tercera ola, ya está aquí. Y falta por saber qué efectos dejan las celebraciones navideñas. Cabe recordar, llegado este punto, que el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco (PP), evitó ir más allá en las restricciones el pasado 18 de diciembre. Francisco Igea, su vicepresidente (Cs), había insinuado poco antes que iba a endurecerlas. Este martes, Verónica Casado dejó entrever que existen diferencias de criterio. «Vamos de la mano de los datos epidemiológicos. Muchas veces hemos estado tentados, nuestro portavoz [Francisco Igea] quizá el que más, de ser muy ágiles [en la toma de medidas], pero si nos hemos puesto una serie de criterios es para cumplirlos».
Nadie quiere anunciar que vuelve a cerrar la hostelería, por ejemplo. Algo que ocurrió en Castilla y León cuando se alcanzaban los 800 casos acumulados a 14 días por cien mil habitantes. Son parte de las medidas que según Calzón funcionaron. Incluso puso ejemplos: «Cataluña y Navarra consiguieron un descenso espectacular de la incidencia y de la presión asistencial implementando las medidas de que disponen, herramientas que permiten disminuir los contagios», dijo.
Cataluña impuso el 15 de octubre medidas drásticas como el cierre de los bares y poco después las complementó con el toque de queda, el cierre de los centros comerciales y gimnasios... Ese 15 de octubre, según los datos de la Generalitat, la incidencia acumulada a 14 días era de 272 casos por cien mil habitantes. Un mes más tarde era de 490. Y justo antes de la Navidad, el 15 de diciembre, se situaba en 202.
Han pasado tres semanas en los que el puente de la Inmaculada, la Nochebuena y Navidad y más tarde la Nochevieja y el Año Nuevo han empezado solo a dejarse notar y Cataluña, que ya partía de unas cifras altas, está en 373, según el Ministerio de Sanidad.
Con el caso navarro, aducido por Calzón, el éxito también tiene su doble versión. Cuando se decretaron las medidas más excepcionales por parte del Gobierno navarro (21 de octubre), se hallaba en pleno vértigo ascendente.Pasó de una incidencia acumulada a 14 días de 811 a 1.140 (primeros de noviembre). A mediados de diciembre el esfuerzo –drástico– había permitido alcanzar los 194 casos. Han pasado tres semanas y ya se está en 226 y subiendo. Ayer, el Gobierno navarro abogaba por recuperar «las restricciones de noviembre» para poder cortar esta nueva tendencia al alza.
Castilla y León también recibió la alabanza de Calzón por el modo «acertado» que ha tenido, a su juicio, de «combinar medidas concretas en municipios concretos para controlar la situación». Un modo de invitar a seguir por la misma senda.
En esas medidas «concretas» debe incluir Calzón los cierres perimetrales y la reducción de movilidad entre provincias del mismo nivel de alerta, porque las más dramáticas, como el cerrojazo a la hostelería y los centros comerciales y deportivos, han sido generalizadas para todo el territorio, como el toque de queda a las 22 horas, desde el principio uno de los más estrictos del país, ahora imitado por otras comunidades autónomas.
Con todo eso, Castilla y León partía de 418 casos por cien mil (acumulada a 14 días) a mediados de octubre y consiguió rebajarla hasta 185 dos meses más tarde, justo antes del periodo navideño. Eso sí, con diferencias enormes entre territorios. El último parte del Ministerio de Sanidad, tres semanas después, deja a la comunidad en 223.
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