Secciones
Servicios
Destacamos
Profesores que cuelgan las fichas plastificadas en las verjas del colegio rural. Profesores que van casa por casa, en un centro público con alumnado gitano, repartiendo tacos de fotocopias. Profesores preocupados porque saben que algunos de sus alumnos no comen en condiciones si no hay ... comedor escolar. Profesores que llaman por teléfono, que usan el aula virtual. Profesores que cuelgan un aviso, «como ya visteis Pitágoras el año pasado, podéis ver los temas 9 y 10», y pista. Profesores que elaboran vídeos, que buscan recursos en línea, que intentan que los estudiantes puedan utilizar el móvil para hacer sus tareas, porque sospechan que no todos tienen Internet en casa.
Profesores que llevan un mes sin saber cómo va a acabar esto.
La Consejería de Castilla y León envió una nota este lunes. «Estos días hay que repasar y reforzar los contenidos trabajados». Durante tres días solo. Porque este miércoles, 31 días después del inicio del estado de alarma, equivalentes a 17 días de clase presencial que se han ido al limbo de la imprevista docencia a distancia, el Ministerio de Educación se reunirá con las comunidades autónomas para ver cómo se remata el curso.
Coronavirus en Castilla y León
Un curso que hace ya tiempo que se sabe que no acabará como se preveía. El 4 de abril, Pedro Sánchez anunció otra prórroga que llevaba el estado de alarma hasta el 26. La consejera de Sanidad, como otros expertos en todo el país, dijo la semana pasada que, como mínimo, es absurda la idea de volver a las clases hasta que se registren quince días sin casos positivos en una provincia. La que menos tuvo ayer, enCastilla y León, fue Zamora, con 5, pero en Valladolid se registraron 180 y en León, 186 nuevos casos. En Wuhan, después de levantar el bloqueo hace una semana, los colegios siguen cerrados.
«Imagínate que en toda tu etapa escolar hubieras perdido un trimestre, ¿habría sido irrecuperable en tu vida? ¿No hablamos de una evaluación continua, de un aprendizaje continuado?», se pregunta una profesora de un centro público bilingüe de Primaria. Y añade una anécdota que vio en su Facebook. «Los padres de Infantil preguntando qué fichas tenían que trabajar. ¡Dedíquese a jugar con él, haga un bizcocho o lea un cuento!».
Prefiere, como todos los que han contestado a la llamada de El Norte, guardar el anonimato. Unos han contestado por Whatsapp, otros por teléfono. Una profesora de Primaria de un centro concertado explica por correo que, afortunadamente, ya estaban trabajando con nuevas tecnologías: «Fue hablar con los alumnos y, sin ayuda de ningún tipo por la Consejería, empezar a crear horarios de trabajo». Y matiza. «Sin obligarles a seguirlo, por supuesto, pues no sabes la situación de cada casa. En muchas comparten la misma 'tablet' los padres para el teletrabajo y dos o más niños». En su caso, optó por «dosificar el trabajo mandado» al desconocer cómo iba a evolucionar todo.
Una profesora y madre padeció esa dualidad. «Las dos primeras semanas han sido un agobio. Primero, por parte de mi hija. Me veía incapaz de ayudarla a todo lo que le exigía cada profesor. Siete profesores hicieron aula virtual por Google, otros por la cuenta de correo y otros hicieron grupo de clase dentro de la cuenta de Educacyl», señalaba en su faceta de míster Jekyll.
«Al mismo tiempo, yo como profesora tenía que preparar material, clases y reuniones por videoconferencia, que si normalmente duraban una hora ,de forma telemática duraban 2 horas», añade en su cara de míster Hyde. «Esta es la situación con solo una hija, y con su madre que entiende de aplicaciones y se maneja bien. No quiero pensar familias con más hijos y compartiendo ordenador, impresora, y sin conocimientos informáticos».
El director de un instituto en un barrio con altas cotas de marginalidad considera que sería «una barbaridad que se decidiera que un 20% del alumnado repite porque no tiene Internet o recursos».
Y es que la diversidad de etapas educativas se une a las diferencias socieconómicas y convierte este trimestre en un puzle de difícil encaje. Una profesora de FP en un instituto público escribe que trata de cumplir con «videoconferencias y videollamadas para poder ver a los alumnos», pero algunos no cuentan con las infraestructuras necesarias. «Hay obsesión por encajar de manera precipitada todo esto en lugar de pararse a pensar», añade.
En Infantil se dan circunstancias complejas. Una profesora de esa etapa, psicóloga, relata por correo que «es el momento de otros contenidos, esos que estaban olvidados por la velocidad de la sociedad». Y recuerda que hay niños con situaciones especiales. «¿Cuáles son los sinsabores? No llegar a todo el alumnado, a esos pequeños que ya viven en desigualdad y a los que desde los centros se les da una educación compensatoria, a esos con necesidades educativas especiales y a todos los que conforman la heterogeneidad de las aulas, pues a veces solo reciben una mirada cómplice al día o un gesto de cariño y es a través de la figura del maestro».
¿Y qué hacer, por tanto, con la dichosa tercera evaluación?
La profesora-madre mencionada antes apuesta a por «dar prioridad al bienestar de los alumnos y familias, la parte curricular en esta situación es secundaria». No quiere decir que no tengan trabajos, matiza, «en su justa medida». Y aboga por «evaluar con las dos primeras evaluaciones». Apunta: «Hay muchos alumnos que no disponen de los recursos necesarios ni apoyo familiar, estoy pensando por ejemplo en alumnado de compensatoria, como rumanos, búlgaros, marroquíes...».
Una profesora de Primaria de un colegio rural opina que habría que considerar «las dos primeras evaluaciones» y que la tercera no se se tenga en cuenta. «Cada casa y cada situación familiar es un mundo y, a pesar de que muchas tienen acceso a Internet, ordenadores, tablets, móviles... Eso no es garantía de que reciban la formación y tareas de forma correcta». Invita, en este caso, a una comunicación entre centros de Primaria e institutos para el curso próximo. «Para que sepan desde dónde tienen que partir».
De similar modo se expresa otra profesora de Primaria. «El próximo curso, dependiendo de estas dos evaluaciones, se valorará la necesidad de avance o repetición, hay criterios claros aunque falte un trimestre. Después cada uno ya en su clase comenzará el curso con contenidos del tercer trimestre no trabajados presencialmente, iniciando el curso en los primeros días de septiembre para todos los niveles, colegios, institutos y universidad».
El director de instituto cree que no van a volver a las aulas este curso. Si acaso, dice, los de 4º de la ESO y los de 2º de Bachillerato, que tienen que titular y hacer la EBAU, respectivamente. «En Primaria refuerzas tareas y para el siguiente curso. En Infantil no es un drama. Pero hay tres tipos de alumnado complicado: FP con prácticas, 4º ESO y 2º de Bachillerato», especifica. No cree en el «aprobado general» que se pide en algunas instancias, pero sí en aplicar sentido común al conocimiento del alumnado. «No puede perjudicar esto a los chavales y a ver cómo articulamos que a partir de la primera y segunda evaluación puedan mantener o subir nota, o los que no a ver cómo van. Y en junio decidimos y al que no, le queda la opción de septiembre».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.