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He aquí una hacedora de emociones. Ana Gallego (Peñafiel, Valladolid, 1962) lleva toda su vida entregada en cuerpo y alma al mundo de la escena. Actriz y codirectora de Teloncillo Teatro, compañía a punto de cumplir 55 años, Premio Nacional de Artes Escénicas para la ... Infancia y la Juventud 2013. Codirectora también de Los Encuentros TE Veo, festival de Artes Escénicas para la infancia y la juventud, que este año cumple 25 años del 14 al 20 de noviembre en el Teatro Calderón de Valladolid, hace 26 años cogió las riendas del Grupo Teloncillo Teatro, junto a Ángel Sánchez, con el que ha conseguido que Valladolid sea referencia mundial en el teatro para niños. 'El Desván del Teatro Calderón' es en la práctica su casa y hasta el 26 de marzo, en dos pases diarios a las 11:00 horas y a las 12:30, ponen en escena 'La Granja' (hoy y mañana,); 'La Cocina', el mes de febrero, y 'Nidos', en marzo.
–Hace un año dijo que los artistas que trabajan para la infancia son considerados «menores en el maltratado escalafón artístico». Un año después...
–Sigo diciendo lo mismo.
–¿De quién es culpa?
–De la sociedad.
–¿De toda la sociedad?
–Con la importancia que tiene la educación en la sociedad, ¿vas a considerar menos importante en el escalafón educativo al que está enseñando a dar los primeros pasos intelectuales a un niño? Pues pasa eso. Un educador para niños cobra menos que uno de instituto y este, menos que el de la Universidad. Con los actores dedicados a la infancia pasa algo así.
–De eso no debaten los adultos.
–Si, como hacen otras sociedades como la nórdica y otras centroeuropeas, le diéramos el valor que tiene la educación y el acercamiento al arte desde las primeras edades pondríamos medios y medidas al servicio de que ese ciudadano desde sus primeros pasos tenga un desarrollo normal.
–Los niños no como ciudadanos del futuro, sino ya ciudadanos del presente, ¿no?
–Y en ese 'ya' son ciudadanos por completo; ya son espectadores, ya son consumidores. Quieren trabajan en márketing tienen claro dónde está su punto de mira respecto a los niños y al consumismo. Nosotros, en esa minusvaloración o en esa hiperprotección, dejamos a los niños en ese mundo de pérdida y que se busquen la vida, se hagan a sí mismos y si tienen más medios económicos familiares se van a desarrollar en mejores centros desde el punto de vista de la cualificación.
–¿Y si tienen menos recursos?
–Pues suerte y al toro, y que les vaya bien en la vida. Es ahí, en la educación infantil, en la importancia de la relación del niño con el arte desde sus primeros pasos donde hay que ponerlo todo. La relación del niño con el arte, pero con un buen arte: espectáculos de buena calidad, bien pensados, bien desarrollados, bien elaborados; y si es pintura o literatura, lo mismo.
–Muchos padres para que no les den la lata sus hijos les ponen ante la pantalla del móvil con dibujos animados y, hala, ahí quietecitos...
–La experiencia directa, el ir a presenciar un espectáculo único y que va a ocurrir en ese momento, con él y sus compañeros de colegio, o sus amigos o sus familiares, ese en vivo y en directo no lo van a sentir con las máquinas.
–Hay vida fuera de las pantallas.
–Los niños, en particular, y los humanos, en general, entendemos de emociones y del aprendizaje a través de la emoción. Lo que el teatro y un espectáculo en directo le ofertan al niño es algo único y en estos momentos lo valoran mucho los papás y mamás jóvenes, que saben el valor de que no esté enganchado a la virtualidad y a lo inexistente o a lo imperceptible, sino a lo real, a lo auténtico. Porque los niños entienden mucho de autenticidad y de verdad. Y ahí estamos nosotros compitiendo, pero creo que en algunos aspectos estamos ganando la partida y en otros está esa falta de que las instituciones y los adultos entiendan el valor de eso que hablamos, del espectáculo en directo, de la experiencia única.
ANA GALLEGO
Actriz y codirectora de Teloncillo Teatro
–¿Lo público y lo privado hasta dónde se comprometen económicamente con el teatro infantil? Porque, claro, el público al que se dirigen ustedes no vota...
–¡Eso para empezar! No votan. Y de ahí parte todo. Sin embargo, son ciudadanos del presente, forman parte de la sociedad, de toda la sociedad, nos acompañan a lo largo de la vida y luego van a ser los futuros políticos, los futuros artistas, los futuros economistas... Por eso, para mí el cuidado viene de ahí y creo que en la sociedad hay un salto. Porque como ellos no deciden qué consumen y dónde van, a qué colegio, a qué espectáculo..., dejan a la información de los papás esa decisión. No ponen al niño nunca en el centro de las decisiones. Es una labor que tenemos que hacer todos.
–Y que deduzco de sus palabras que no se hace.
–He entrado en la web del Ayuntamiento de Valladolid y hay unos presupuestos participativos con un apartado en el que los niños también deciden. Al verlo, exclamé: ¡Bien!, algo estamos haciendo bien. Todo se empieza siempre por algo. Tampoco voy a decir que no todo es así, porque veo gestos. Pero hay que pasar de los gestos a los hechos y crear para ellos centros.
–¿Qué tipo de centros?
–Igual que se crea el Centro de Arte Joven, ¿por qué no hay en esta ciudad un centro de la infancia? Porque mire que hay dotaciones culturales en Valladolid para todas las edades, para todos los rangos, para todo tipo de bolsillos... Valladolid es una ciudad viva por eso, y a mi parecer, es un ejemplo de ciudad a la hora de cómo tratar y de cómo tener en cuenta a los ciudadanos. Pero siempre hay camino por recorrer con los niños, siempre.
–Usted ve renovarse el patio de butacas cada cierto tiempo. Si echa la vista atrás 25 años, ¿cuánto ha cambiado el público infantil y cuánto le ha hecho cambiar a usted?
–Nosotros formamos parte de Artesa, que es la asociación de compañías profesionales, y formamos parte de TE Veo, asociación de compañías profesionales dedicadas a la infancia y la juventud. En esa asociación, cada año y desde hace diez, en Valladolid organizamos un festival, Encuentros TE Veo. Los primeros 14 años fueron en Zamora, con mucho apoyo institucional, tengo que decirlo, miramos a Alemania, Bélgica, Italia, Reino Unido, Chile, México, Argentina y nos revolucionó nuestra mirada a la escena.
–¿En qué y a causa de qué?
–Vimos que tenían en cuenta las edades evolutivas; no era todo infantil, no, no. Había cosas establecidas según la edad y el momento evolutivo del niño; según la edad, la guerra, las drogas, el amor, el desamor, temáticas como más relacionadas con los adultos, pero tratadas para que los niños también entiendan temáticas y temas tabú. Había mucha profesionalización en otros países, mucha especialización y muchos profesionales trabajando alrededor de un espectáculo, es decir, dramaturgos específicos para la infancia y la juventud, dirección específica, actores muy preparados para dirigirse a los niños y cómo, con instituciones que protegían mucho eso que yo me quejo que aquí no pasa, que en la infancia pase lo mejor y lo que pase sea muy bueno para que en su desarrollo lo interioricen y sean ciudadanos más libres, más abiertos y más críticos.
–¿Encontraron ejemplos a seguir?
–Ahí aprendimos mucho y a las compañías que estábamos alrededor de ese proceso nos cambió mucho nuestra mirada al teatro para niños. Algunos ya veníamos con criterios e información, pero ver en vivo y en directo que en Alemania hay centros dramáticos específicos para niños, teatros que se programaban para niños y jóvenes, ver esa especialización nos fascinó y, a la vez, vimos que se podía hacer teatro serio, riguroso y muy importante dirigido a la infancia. Aprendimos mucho.
ANA GALLEGO
Actriz y codirectora de Teloncillo Teatro
–¿El actor dedicado a la infancia es más que un intérprete? ¿Tiene algún componente propio de los maestros?
–Soy actriz y transmito valores con lo que hago, transmito emociones a través de lo que digo, cómo lo digo. Pero no me considero maestra de nada, no soy educadora. A mí vienen a verme como actriz y con lo que ven ellos se van a llevar su propia valoración de lo que hago. Estamos en la Mesa Arte y Educación, Mercartes, poniendo en valor la unión de arte y educación para que no vayan separadas y en las escuelas entren artistas preparados o los maestros se preparen para impartir disciplinas artísticas. Creo que esas dos cosas tienen que ir de la mano en la educación, pero separadas en la escena. El espectáculo tiene que tener, 'per sé', un punto pedagógico y una transmisión de valores, pero no de una forma directa.
–¿Un ejemplo?
–Si voy a mostrar que hay que tratar bien a los animales, no te lo voy a decir, te voy a representar cómo se puede tener cierta sensibilidad hacia el mundo animal. O hacia la pobreza, o hacia los niños diferentes... Te voy a transmitir valores; pero la educación, en la escuela. Y la educación y el arte ir de la mano porque creo que es un error la separación que ha habido. Pero, ¿sabe lo que es lo bueno del teatro para niños?
–Usted dirá..
–La imbricación de todas las artes: la danza, el teatro, el títere, el objeto, la música... En los espectáculos para niños ha habido menos complejo de decir voy a hacer títeres, voy a hacer danza, porque se tiende a compartimentos estanco: que si esta compañía es de danza, que si esta de títeres, que si esta de objetos, que si esta de actores... Y en el teatro para niños hay muchas más conexiones porque tendemos a utilizar todas las herramientas posibles para transmitir a los niños mejor los que queremos. Tenemos menos complejos.
–A una actriz, a un actor, ¿qué le da un espectador infantil que no le dé uno adulto?
–Esa mirada sin prejuicio: es alguien limpio, sincero y que va a responder a lo que yo le transmito. Con lo cual, mucho respeto porque tú, adulto, puedes estar sentadito en un patio de butacas pensando en tu trabajo si no te interesa lo que sucede en escena. Pero esa respuesta inmediata y sin complejos y directa de un niño hay que temerla.
–¿A qué se refiere?
–Como a un niño no le interese lo que ve, se levanta, solivianta a los de alrededor y eso puede ser un huracán en el patio de butacas. Con lo cual, te dan un oficio y mucho respeto para interesarlos, captarlos y estar muy atenta actuando; no puedes estar ajena a lo que pasa en el patio de butacas. Los adultos sabes que te van a responder, están sentados y callados y pueden estar contigo o en su propio mundo; la respuesta de los niños es movimiento, hablar, hacer ruido y eso puede distorsionar mucho tu trabajo. Y ante eso, hace falta mucha profesión.
–¿Dónde está el imán que atrae a los niños hacia el teatro?
–En esa inmediatez, en ese estar ahí, en ese está sucediendo aquí y ahora y para mí si eres espectador. Y si encima te interesa y te llega lo que sucede ahí arriba, fíjate tú. Esa pasión, esa inmediatez y esa verdad que se transmiten con algo en vivo.
–Actriz, productora, directora, coordinadora de cursos, eventos, y publicaciones, cantante, escritora... El día tiene 24 horas para todo el mundo. ¿Cómo lo hace para desarrollar tantas facetas profesionales?
–Mi pasión por el oficio, por las artes. Sigo formándome y a la vez soy espectadora.
–¿En qué faceta de las que desarrolla se siente más cómoda?
–Como actriz. Además, creo que cada vez lo disfruto más. Me da mucha vida, mucha energía, muchas fuerzas. Lo que más me gustan son los procesos creativos y cuando lo llevas a escena y notas que gusta, disfrutas y lo transmites al público.
–¿Tantos años entre niños y niñas, ¿se ha parado a pensar qué quiere ser de mayor?
–'Espectatriz': seguir vinculada a este mundo, pero desde la tranquilidad y por puro placer, además de ser espectadora, porque amo el teatro y lo que le rodea.
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