Augusto Cobos era un espectador de la política hasta hace cinco años. Dicen sus amigos que él era el único que no sabía que acabaría en este mundillo mientras se dedicaba a impartir clases en la Universidad de Valladolid. Entre otros, a los alumnos de ... Periodismo, a quienes inculcaba nociones de Empresa Informativa.
-De la Universidad a la política. ¿Cómo llega a meterse en esto y en Ciudadanos?
-Siempre me ha gustado la política pero como espectador, viéndola desde fuera. Nunca había encontrado un partido con el que me sintiera identificado en un porcentaje muy alto. Sí con cosas de unos o de otros, o había cosas que no me gustaban de los grandes partidos. Y cuando llega Ciudadanos dije 'este es el momento'. Coincide que dejo la dirección de área en la universidad y me apunto como un afiliado de base, como uno más, y empiezo en los grupos de trabajo, principalmente en Educación y en Economía. Y a partir de ahí vas implicándote cada vez más hasta que llega el momento en que te proponen como delegado territorial de la Junta Valladolid.
-¿En qué año entra?
-En otoño 2015. En el proceso entre las dos elecciones generales de aquel entonces.
-Ha vivido entonces el auge, caída y lo que venga después de Ciudadanos.
-Entré en el momento en que Ciudadanos desembarcaba en la política nacional, en el Ayuntamiento de Valladolid teníamos dos concejales que luego quedaron reducidos a uno -Pilar Vicente, tras pasar a ser concejal no adscrito Jesús Presencio-; en las primeras elecciones obtuvimos 40 diputados, que luego se quedaron en 32. Y luego he vivido todo el proceso de crecimiento a nivel nacional y esa situación de las últimas elecciones generales.
-¿Había tenido alguna participación en política antes?
- Nunca. Nunca había estado afiliado a un partido. Siempre me llamó la atención. Mis amigos, cuando les dije que me había afiliado, o cuando les dije que iba a ser delegado territorial, me dijeron que ya era hora, que era algo que todos sabían que iba a acabar pasando, que terminaría en política. Todos menos yo. No sorprendió a nadie en mi círculo de amigos.
-¿Y qué le ha sorprendido de lo que ha visto en política?
-He llegado en un momento en el que es todo completamente distinto. La circunstancia en la que me ha tocado ejercer como delegado territorial es completamente diferente. Me ha sorprendido para bien la capacidad para establecer relaciones personales que ayuden a la colaboración entre las administraciones. El descubrir que muchas veces esa enemistad u oposición que puede existir entre los partidos nunca, o muy pocas veces, se lleva al terreno personal. Y que se abren muchos cauces para establecer colaboraciones entre administraciones. Es lo que más me ha llamado la atención, la sensación de que por dentro no es todo tan negativo como muchas veces lo vemos a través de la televisión o como se nos hace ver con un ambiente de mucha polarización.
-¿Y por qué se traslada eso, entonces? Porque no es solo cuestión de medios de comunicación, los propios políticos en sus redes sociales muestran esa polarización.
-Para alguien que viene de fuera de la política, sorprende cómo se hace ese doble juego. Por un lado, vender a la sociedad una oposición, una enemistad, una polarización, buscando los votos. Cuando eres consciente de que en el día a día, y más en el ámbito de la política más provincial, tienes que trabajar codo con codo con todas las administraciones. Y es fácil establecer acuerdos con las personas.
-Pero es un gran riesgo ese doble juego.
-Sí, pero se hace más desde la política nacional. Muchas veces es la gente que está en la estructura de los partidos, quienes están realizando esas campañas de marketing en los partidos, son quienes están empujando a esa polarización. Más que aquellas personas que ocupamos cargos en los niveles más bajos y próximos al ciudadano.
-¿Y cuando desde este cargo de ve que Francisco Igea y Óscar Puente montan un gran follón y en el origen está que no se han llamado?
-Desde dentro, como delegado territorial lo que haces es poner todo lo posible, cuando se produce una situación así, para suavizarla y reconducirla a lo que realmente ocurre, que es una colaboración entre administraciones en las que puede haber desacuerdos o tensiones. Como delegado territorial trabajas para que eso se reconduzca en el ámbito de la negociación entre administraciones. Y que en la medida de lo posible el público vea esa colaboración. Hay veces que lo que se ve es precisamente lo contrario, el enfrentamiento.
-Le ha tocado hacer de mediador.
-No es tanto de mediador… La figura del delegado territorial es la interlocución directa de la Junta con los ayuntamientos de la provincia. Es parte del trabajo. No se trata de mediar, sino de canalizar la colaboración que existe entre las administraciones. Estoy seguro de que los dos, además, comparten la preocupación por la salud y por la situación sanitaria. En el caso de Óscar Puente, de la ciudad, y en el de Francisco Igea, de la comunidad. Lo que intento muchas veces es que esa colaboración se mantenga, que esa preocupación lleve a colaboraciones efectivas en el día a día más allá de esa, en ocasiones, apariencia que pueden trasladar las redes sociales.
-Es que son dos figuras con proyección nacional. Ahí entramos en asunto de las estructuras de partido, que hablaba antes.
-Bueno, son dos figuras que tienen proyección nacional y que son personalidades fuertes en ambos casos. Hay veces en las que a nivel público pueden dar una imagen que entiendo que en unos momentos como estos no es exactamente la que a nuestra sociedad le gusta ver. Pero además no es la que traduce la realidad. Es mucho más real la relación de colaboración entre administraciones.
-Está en un puesto que antes de la pandemia quien lo ocupaba podía elegir ser invisible. Con la Junta instalada en la ciudad, era un papel en segundo plano. ¿Ha llegado en mal momento o ha elegido no ser invisible?
-Es el momento. El delegado territorial, cuando llega a una situación como la actual, con un estado de alarma, se convierte en el presidente del Cecopi, un organismo pensado para gestionar esta situación. Que estaba planteado para situaciones de 24-48 horas y que ahora lleva funcionando más de diez meses. Y los que nos quedan. Por tanto, no era una opción. Además el delegado territorial asume la condición de autoridad sanitaria provincial, así que lo de la invisibilidad no era posible.
-Pero sí es cierto que era una figura tradicionalmente menos importante. Y se puede pensar, en esos casos, qué necesidad hay de tener Delegación Territorial de la Junta, Diputación… Muchas competencias divididas entre muchos. ¿Es así o no?
-El papel del delegado territorial puede ser más importante de lo que ha sido tradicionalmente. Al fin y al cabo, la Junta es la que tiene el mayor volumen de competencias y en ámbitos esenciales para el ciudadano, como puede ser la Educación o la Sanidad. Es cierto que al estar en Valladolid los propios ayuntamientos acudían directamente a los consejeros y se saltaban ese eslabón. He trabajado para que ese eslabón adquiriera una mayor relevancia, no tanto a nivel social, de los ciudadanos, sino de la relación con los ayuntamientos, que se sintieran mucho más próximos a la Junta de lo que estaban antes. Por ejemplo, cuando hablaba del Cecopi, una de las fórmulas que implantamos en la provincia fue abrir ese órgano de coordinación a todos los alcaldes de municipios de más de 2.000 habitantes de la provincia. Para que tuvieran información de primera mano. Sanitaria, de vacunación, de los cribados… Uno de mis objetivos era precisamente que los ayuntamientos me vieran como interlocutor real y directo fuera cual fuera la competencia que tuvieran que tratar con la Junta. En el caso de subdelegado del Gobierno, la relación es inmejorable, están perfectamente definidas cuáles son las competencias y el ámbito de colaboración. Y con la Diputación ocurre algo parecido, aunque ahí las competencias pueden quedar más difuminadas. Pero la colaboración entre las tres instituciones es inmejorable en la provincia de Valladolid.
-¿Se plantea seguir con la carrera política, una vez que la ha probado?
-Una vez que me preguntaron dije que me gustaría por lo menos vivir una legislatura normal en el ámbito de la política. Ahora mismo estás absorbido por el presente y tampoco haces planes de futuro y esta pandemia nos ha enseñado que planificar a medio y largo plazo nuestra vida profesional no nos lleva tampoco a ningún sitio. Pero sí me gustaría continuar en política.
-¿Y cómo ve el futuro de Ciudadanos? Pasaron unas primarias dolorosas y justo llegó la pandemia. Tienen nueva Ejecutiva autonómica que de momento, poco puede hacer.
-El futuro de Ciudadanos consiste en que la sociedad sepa cuál es el papel que vino a jugar Ciudadanos desde el primer momento, que es ocupar un espacio de centro que te permite llegar a acuerdos con prácticamente todas las fuerzas políticas haciendo una labor de Gobierno en la comunidad, o municipal. O incluso pudiera ser para llegar a acuerdos de gobierno a nivel nacional. Es cierto que vivimos una situación de polarización en la que los partidos situados en los extremos juegan a eso, a llevar al votante hacia el extremo. Si desde Ciudadanos somos capaces de volver a trasladar la necesidad de un partido como el nuestro, la gente entenderá ese mensaje y nos dará el papel que tenemos que ocupar. Que seguramente no será el de partido mayoritario, pero sí el de un partido que puede ser esencial para llegar a políticas de estado o de gobierno en diferentes ámbitos. El problema lo tenemos en ese papel de polarización extrema en la política nacional que no es favorable para nadie.
-Esa idea de pactar a ambos lados que ahora llevan como eslogan definido y que, de haberse llevado a cabo en otro momento, habría cambiado mucho las cosas.
-Seguramente. La sociedad castiga a quienes no han llegado a un acuerdo, pero fundamentalmente a una de las dos partes. Por eso insisto en la importancia de saber transmitir ese mensaje de la necesidad de un partido como Ciudadanos y de que cuando no se llega a un acuerdo no solo es culpable Ciudadanos. El castigo que se infligió en la siguiente convocatoria nacional se centró en una de las dos fuerzas. El acuerdo no se cumple porque no se llega a un acuerdo por ninguna de las dos partes. En las siguientes elecciones hay un acuerdo rápido del PSOE con Podemos y está claro que es lo que se buscaba desde le primer momento. Pero no supimos transmitir ese mensaje a la sociedad, de que no toda la culpa era nuestra.
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