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Gloria Sánchez Antolín, Carlos Martín Tobalina, Tomás Vega, Francisco Igea, Elvira Callejo y David Martín. Faltan en la imagen Ignacio Rosell y José María Eiros. Todos ellos forman el comité de expertos autonómico para la desescalada. Alberto Mingueza

Los expertos de Castilla y León advierten: «Caminamos sobre un terreno minado»

El alivio de las fases de desescalada inquieta al comité autonómico, que observa un riesgo claro de rebrotes

Antonio G. Encinas

Valladolid

Lunes, 25 de mayo 2020, 07:05

Ahora se sospecha que el primer caso de covid-19 en China pudo ser el de un paciente del 17 de noviembre. Seis meses y ocho días después, en el mundo se han diagnosticado 5.344.539 positivos, que serán más porque la contabilidad en ... cada país varía en función de las pruebas que se realicen, de si se hace un barrido a toda la población o si los asintomáticos quedan escondidos entre la multitud sana... Ese avance dramático y vertiginoso, trufado de muerte, se ha producido, además, con muchos de los 188 países aún afectados en estricta cuarentena domiciliaria. «Una gripe muy contagiosa, un año malo, alcanza al 1%-2% de la población española en un año. Este virus ha llegado al 7% pero con todos confinados dos meses», resume Ignacio Rosell, especialista en medicina preventiva.

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La conclusión, dice Francisco Igea, vicepresidente de la Junta y al frente del comité de expertos autonómico, es que con un 7% de seroprevalencia en España, «apostar por la inmunidad de grupo», como pretendían Gran Bretaña o Suecia, «conlleva un precio inasumible». Un 7% de incidencia media ha colapsado hospitales, unidades de cuidados intensivos y sistemas sanitarios completos. Ha arrasado más de 30.000 vidas, en un cálculo que siempre parece quedarse corto, y destrozado la economía. «El resultado del estudio de seroprevalencia», dice Igea, «obliga a caminar por un terreno minado, porque el riesgo de tener un nuevo brote es muy alto».

Igea y Rosell son dos de las patas sanitarias de un comité de expertos que también reúne a economistas. En su faceta les acompañan el epidemiólogo Tomás Vega, Elvira Callejo (directora técnica de Planificación, Atención Primaria y Derechos de los Usuarios de Sacyl), Gloria Sánchez Antolín (directora técnica de Hospitales) y José María Eiros (microbiólogo y director del Centro Nacional de Gripe de Valladolid). En lo económico, los puestos son para Carlos Martín Tobalina, viceconsejero de Economía, y David Martín, viceconsejero de Empleo.

Son los que estrujan los datos epidemiológicos y los confrontan con la situación económica y la estructura sanitaria regional para decidir quién debe pasar a qué fase en cada momento. «El estudio de seroprevalencia –al que le quedan dos tandas aún– refuerza la posición de precaución que hemos tenido hasta ahora y nos ayuda a intentar que la gente sea consciente de eso. Nos ha deprimido un poco pero no nos viene mal, confirma lo que pensábamos», señala Igea. «Castilla y León ha sido especialmente prudente dentro del contexto español porque las circunstancias nos han atacado duramente. Han sido 30.000 muertos en España con un 5% de contagios. No es buena noticia pero nos consuela porque la letalidad en Castilla y León en relación a la infección no es mala, la respuesta sanitaria ha funcionado», añade Rosell, sin un atisbo de triunfalismo. Más bien con resignación.

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Porque la valoración de ese consuelo parcial tiene en cuenta que a pesar de todo son ya 3.693 los muertos que el coronavirus ha dejado en la región. «La diferencia de mortalidad en Castilla La Mancha, respecto a Castilla y León, es de 600 personas, de cómo se ha comportado aquí y allí la letalidad». Los ejemplos son Soria y Ciudad Real. Un 14,2% de seroprevalencia contra un 11,1%. Un 0,9% de letalidad frente a un 1,8%. Las dos provincias están en la fase 1.

«Esto refuerza nuestras posiciones, pero no quiere decir que no vayamos aprendiendo de los que tenemos delante, veremos cómo va la evolución en Castilla La Mancha y otros sitios», advierte Igea.

Por eso mientras Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta, anunciaba ayer que se pedirá el pase de El Bierzo a la fase 2 lo antes posible –esta semana es la segunda de esa zona en la fase 1–, el comité de expertos tiende a meter la reductora para desescalar. «Con tantas personas susceptibles de infectarse es necesaria la llamada a la prudencia», apunta José María Eiros, microbiólogo. Y señala que, más allá de lo que suponen las estadísticas frías, los análisis de curvas y tendencias, el sistema sanitario necesita «tiempo para la reflexión, para reponerse, para el descanso de los profesionales, para ponderar lo que pueda venir, diseñar estrategias sólidas de cara a una potencial segunda ola que ojalá no ocurra».

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Porque todos intuyen, así ha sido tantas veces en la historia negra de las epidemias, que habrá una segunda ola. O rebrotes. Y de su intensidad dependerá el futuro mientras llegan una vacuna o un tratamiento.

También pidió Mañueco (PP) que se vigile Madrid. «Nos preocupa la movilidad de las personas entre los territorios. Siempre he insistido que la limitación de la movilidad es fundamental, siempre hemos pedido una restricción de esa movilidad», insistió, apenas una semana después de apoyar el no de su partido al estado de alarma, que es precisamente la norma que permite rebajar ese derecho fundamental de desplazarse libremente. Y Francisco Igea, su vicepresidente aliado (Cs), asevera que, a la vista de los datos, en el caso de Soria, la provincia con más incidencia de España (14,2%), «hay relación directa con la frecuencia de contactos con Madrid». Y lo mismo ocurre con Segovia (12,6%).

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El segundo avance del estudio puede clarificar algunas cosas más. Por ejemplo, se está comprobando que puede haber personas con anticuerpos que minimicen sus efectos por haber padecido antes otras patologías. Y hay que comprobar si la inmunización por haber pasado la enfermedad persiste en el tiempo. Lo que dan por descartado, sin embargo, es que se pueda alcanzar esa inmunidad de grupo que en su día avaló Boris Johnson en Gran Bretaña. «Pretender alcanzar un efecto rebaño no es posible», zanja Ignacio Rosell. Y pone como ejemplo lo sucedido en Suecia. Allí las restricciones fueron mucho más leves y además se beneficiaban de algo que también se esperaba que fuera beneficioso en Castilla y Léon: la dispersión de la población. Aquí, Palencia y Zamora son las provincias que se han beneficiado más de esa circunstancia habitualmente negativa.

«Los suecos viven más aislados, hay menos relación familiar, hay muchas personas que viven solas...», señala Rosell. La curva creció despacio, con menos explosividad que en España. Sin embargo, a día de hoy suma ya 3.992 muertos y 33.188 casos para una población de 10,2 millones de habitantes. Respecto a los países de su entorno, acumula 50 muertos por cada 100.000 habitantes frente a los 4,5 de Noruega, los 5,94 de Finlandia o los 11,17 de Dinamarca.

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El grupo de expertos observa con preocupación los excesos de relajación en los ciudadanos. El buen tiempo y las fases de desescalada, continuamente flexibilizadas respecto al plan inicial trazado por el Gobierno y presionadas por una economía que se asfixia, contribuyen a que se empiece a rebajar la percepción del riesgo. «Dicen siempre que 'el virus no sabe de clases sociales'. El virus es un pedazo de ARN, pero las personas que viven más agrupadas, compartiendo viviendas o situaciones complicadas, tienen más riesgo que quien vive distanciado o separado», recuerda Ignacio Rosell.

Y esto es especialmente relevante cuando la movilidad dentro de la provincia va a empezar a dispararse como ya lo ha hecho en los entornos urbanos con la paulatina vuelta a la actividad comercial e industrial. Las visitas a las segundas residencias, a los familiares mayores que viven en el pueblo, las reuniones con amigos... Donde los ciudadanos ven alivio y desahogo los expertos ven amenazas. Porque este virus, además, alimenta su peligrosidad con algo que le es ajeno: las incertidumbres científicas.

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«En Brasil salió un tratamiento basado en artemisa y hierbas… Trump, con la cloroquina», rememora Rosell. «Cuando hay incertidumbres científicas se abre la vía a que mucha gente vea la oportunidad de vender su moto y se abre espacio para las pseudoterapias. Ya teníamos problemas con el virus, tener que rebatir los bulos en el ámbito de salud es un desafío más que pone todo más difícil», indica.

Y José María Eiros recuerda que esta pandemia, «por inesperada, aunque se esperaba en teoría, surgió y no le otorgamos la credibilidad que se merecía en un principio». De China, en aquel mes de noviembre, a Japón a mediados de enero, Europa a finales de ese mes... Ahora la amenaza se cierne sobre Sudamérica, dice la Organización Mundial de Salud. Pero eso no quiere decir que el resto, y especialmente España, esté ya a salvo.

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David Martín y Carlos Martín Tobalina, viceconsejeros de Empleo y Economía, de frente, son la parte económica del comité. Alberto Mingueza

Los representantes económicos admiten «presiones» pero piden «prudencia»

«Tenemos muchas presiones, pero es una comunidad prudente y lo hemos venido demostrando y damos pasos firmes y prudentes, sería un caos tener que reescalar». Lo dice David Martín, viceconsejero de Empleo, que forma el tándem económico en el comité regional de expertos junto a Carlos MartínTobalina, viceconsejero de Economía. Es de los que vivieron de cerca ese momento caótico en que los países se birlaban aviones de mascarillas chinas a pie de pista. «Pedidos que teníamos hechos en China nos los quitaron de las manos los americanos. Y a todas las comunidades autónomas. El fin de semana del 14 de marzo fue crítico. El día 13 solicitamos que se decretara el estado de alarma. Los días 14 y 15 estuvimos en Sanidad intentando comprar EPI, pero no había en Castilla y León ni en España, y había que buscar para dos semanas, porque los pedidos tardaban mínimo diez días. El día 15 el vicepresidente de la Junta hizo un llamamiento a las empresas de la región, que suministraron EPI para los sanitarios. Gracias a eso y a las compras que realizamos en otros mercados y a empresas de Castilla y León y de toda España, salimos adelante».

Y esa es una lección de futuro. Martín pide que las empresas se adapten al nuevo escenario. Y entre la adaptación, sugiere la seguridad como atractivo. «Los consumidores exigirán seguridad y calidad en el turismo y es un reto para nosotros. Tira de la hostelería y del comercio». Un comercio que, augura, «nada tendrá que ver con el de hace cuatro meses. El comercio se tiene que reformular, también los pequeños comerciantes porque el consumidor va a ser ás exigente y va a mirar las medidas de seguridad que ha adoptado el peluquero. Ese elemento de seguridad se ha convertido en un elemento de venta».

La ciencia desmenuza el virus en tiempo récord pero amenazada por los bulos

«Es tremendo cómo se ha trabajado en investigación», dice Ignacio Rosell. «Un virus que se conoce el 31 de diciembre de 2019 ¡y en enero de 2020 ya sabemos su secuencia genética! Y a partir de ahí podemos hacer test de anticuerpos, hacer pruebas PCR. Es increíble». José María Eiros apoya a su compañero. «El virus lo hemos conocido a las dos semanas. Recibimos la alerta en la víspera de Reyes de que en China estaba existiendo un brote inusualmente grave de casos de neumonía. Los chinos identificaron el agente causal en un tiempo récord, una semana. Y los primeros datos de la secuencia genética los volcaron a la red internacional una semana más tarde. Y desde entonces hay una red internacional (GISAID), que primariamente recibe genomas de la gripe identificados por todo el mundo, que ha empezado a monitorizar los coronavirus nuevos. Es decir, el Sars-Cov-2».

Entre las cosas que se han aprendido sobre el nuevo virus están, señala Eiros, «que es muy estable desde el punto de vista genético».

«Tiene tres propiedades muy importantes. Se difunde a velocidad de manera silente, las personas se infectan y siete u ocho de cada diez no tienen clínica.Dos, que su genoma es muy estable y el virus es aparentemente igual, por lo que desde el punto de vista de diagnóstico nos encontramos razonablemente seguros con los PCR; y tres, que lo importante sería que bajara de actividad con el buen tiempo, que la transmisión se dificultara».

Las publicaciones e investigaciones se han multiplicado como no había sucedido nunca en la historia. Y eso es fantástico, «realmente la comunidad científica está avanzando en muchas cosas», indica Rosell, pero conlleva riesgos. Las publicaciones, que normalmente exigen revisiones exhaustivas por parte de otros científicos, corroborar datos, comprobar contextos, no dan abasto y han relajado su vigilancia. «Aquel artículo francés de la hidroxicloroquina parecía encaminado y ahora hemos sabido que no», indica Ignacio Rosell. «Queremos mantener los estándares de rigor científico, pero hay que ir más rápido cuando tienes las UCI llenas», admite el experto.

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