La comparecencia iba de acuerdos sanitarios, de protocolos y de actuaciones que se diría de sentido común, como articular la prestación de servicios médicos en las zonas de Castilla y León que limitan con Castilla-La Mancha y de Castilla-La Mancha que rondan Aragón. ... Pero Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta de Castilla y León, soltó el dato nada más empezar a hablar. «Representamos al 43% del territorio». Y Emiliano García-Page, de Castilla-La Mancha, lo dijo con menos estadística. «Cada comunidad por separado somos más grandes que muchos países de Europa. Juntas somos, como diría mi hijo, la repera». Una repera que en términos geográficos se resume en 221.405 kilómetros cuadrados.
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«Representamos más del 40% de este país. En cuanto a población representamos menos», admitió Fernández Mañueco.
Y ahí estaba, en realidad, la clave de este tripartito al que se ha invitado, dentro del foro de Desafíos Demográficos, a La Rioja, Galicia, Extremadura, Asturias y Cantabria. Las tres comunidades reunidas ayer en Talavera de la Reina sumaban en el año 2000 el 13,34% de la población española. Desde entonces, el país ha aumentado sus habitantes en casi siete millones. Castilla y León ha perdido, mientras que Aragón y Castilla-La Mancha han recuperado algo. Sin embargo, entre los tres han caído y representan el 12,2% de la población nacional.
ALFONSO FERNÁNDEZ MAÑUECO
«Somos tres comunidades con mucho territorio, con mucha población pero poca en relación al territorio», señaló García-Page. «Esta realidad marca nuestra agenda, nuestro presupuesto».
Y llegó lo mollar. La rebelión financiera de tres territorios cuya densidad de población es de 26 habitantes por kilómetro cuadrado. «Los fondos europeos son una oportunidad muy importante y debemos preguntarnos qué modelo territorial queremos para Europa, si grandes urbes superpobladas o equilibrio y actividad económica en todo el territorio», advirtió Mañueco. Madrid, con quien también se han reunido Mañueco y García-Page para buscar otros acuerdos contra la pandemia, presenta 830 habitantes por kilómetro cuadrado. En el año 2000 eran 648.
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«No puede ser igual financiar a la comunidad de Valencia por habitante que a Castilla-La Mancha o Aragón. Los servicios sanitarios o educativos cuestan mucho más, por cuestiones de densidad demográfica, en cualquiera de nuestras tres comunidades que en las más pobladas», atacó Javier Lambán, presidente de Aragón. Y recordó que ya hablaron de ello en septiembre de 2018. Dos años y ningún cambio.
EMILIANO GARCÍA-PAGE
«Necesitamos la reforma de la financiación autonómica», dijo Lambán. «El modelo de financiación autonómica debe financiar los servicios públicos y atender a todas las personas en todo el territorio. No es lo mismo trasladar esos servicios en grandes ciudades que en una población dispersa», añadió Mañueco. «La financiación autonómica no puede estar en el mercadeo parlamentario. Los que quieren acabar con España no pueden beneficiarse más que el resto, deben responder a parámetros normales», concluyó García-Page, con un aviso a nacionalistas catalanes y vascos, a quienes ya había dedicado una revisión en clave histórica su compañero de filas socialistas Javier Lambán. «Vascos y catalanes, en los últimos siglos y décadas, han sido los principales beneficiarios de las políticas centralistas, y comunidades autónomas del interior hemos sido los paganos de estas políticas», había dicho el presidente aragonés.
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La mirada se ha fijado, además, en Europa. En dos direcciones, además. Por un lado, en los fondos que van a servir para atajar las secuelas económicas de la covid-19. Las comunidades autónomas han de presentar sus proyectos y competir por esos recursos, que priorizarán lo relativo a la sostenibilidad, la digitalización o la modernización industrial. Castilla y León, Aragón y Castilla-La Mancha han decidido, explicó Mañueco, crear un «grupo de trabajo permanente» para «poder compartir proyectos que sirvan a todos». Cumple así una aspiración que ya dejó entrever semanas atrás, la de cooperar con otras comunidades en proyectos que puedan ser de interés.
La segunda vertiente europea tiene que ver con los fondos más comunes, los Feder (Fondos Europeos de Desarrollo Regional). Esta misma semana se ha modificado el concepto de despoblación en el reglamento que los regula, y la nueva definición beneficia a territorios como los de la España vaciada, donde los núcleos más grandes compensaban la exigua densidad de población del mundo rural y situaban las cifras por encima del mínimo requerido para ser consieradas zonas despobladas.
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Razones suficientes como para que los tres presidentes más afectados por el llamado reto demográfico quieran ver en este momento, y en clave europea, el punto de inflexión para una tendencia desgarradora. Porque no es solo la falta de población, sino su progresivo y constante envejecimiento.
«Queremos que el desarrollo de España se produzca de manera armónica, equilibrada», dijo Lambán. Y vaticinó: «En ese sentido, se avecinan debates que van a ser fundamentales». Y en esos debates, territorios con gobiernos de distinto color quieren unificar voces. Para que al 12,2% que ocupa el 43% se le escuche cuando empiece a reclamar.
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«Gracias a Javier y a Alfonso, amigos», comenzó García-Page. «Espero con esto no haceros excesivo daño en vuestros perfiles políticos». Porque en el escenario se encontraban dos socialistas, los presidentes de Castilla-La Mancha y Aragón, y un popular, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. «Además de izquierdas y derechas, distinción que me importa bien poco, hay constructores de puentes y destructores de puentes, que se llaman pontífices», intervino después Lambán. «Y nosotros somos pontífices». Término que García-Page tradujo después por «militantes de la moderación». El tercero en este triunvirato de comunidades despobladas, Fernández Mañueco, siguió la tónica. «Muchas gracias, presidente, Emiliano, amigo. Amigo», recalcó. «Amigo Javier, presidente de Aragón». Amistad que también encontró un sinónimo conforme avanzaban los discursos. Lo pronunció el propio Mañueco: «Política útil». Renegaron del «frentismo», como dijo García-Page, pero lo cierto es que sí formaron un frente común tanto a favor de lo suyo como en contra del papel de los nacionalismos en el reparto de la financiación autonómica.
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