Europa es la palabra que trae la reconstrucción económica al escenario postpandémico. Juan González-Barba, secretario de Estado para la Unión Europea, quiso evaluar junto a su equipo qué necesidades peculiares tiene Castilla y León, como territorio, para afrontar este Plan Marshall que viene con ... la exigencia de una transformación profunda del modelo económico y de consumo.
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–Castilla y León, Castilla La Mancha y Aragón firmaron un convenio y reclamaron que Europa no solo trate como provincias en riesgo de despoblación a Soria, Cuenca y Teruel. Palencia o Zamora se han quedado al límite.
–Es cierto que hay unas magnitudes estadísticas que, cuando uno ve cuál es la densidad de población por provincia, arrojan lo que arrojan. Pero hay otras provincias que tienen una situación similar, solo que varía por unos pocos tantos porcentuales. Y que además tienen otras variables como la estabilización o no de las tendencias de despoblamiento, o sobre mayor o menor tasa de desempleo. Y hay que tenerlas en cuenta. En eso estamos trabajando, porque efectivamente no es algo que se pueda dirimir exclusivamente con estadísticas.
–El sociólogo Sergio Andrés dice que hay que proteger las ciudades pequeñas. Y en ellas se dan situaciones como que las tiendas de Inditex cierren en el centro de Palencia. Señales que no se miden, pero que deberían tenerse en cuenta.
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–Hasta ahora lo que había era una situación estructural que afecta a las regiones septentrionales de la UE, y eso está tasado desde el principio, figura así en los tratados. Pero luego hay otro fenómeno que se ha exacerbado en las dos últimas décadas. Y se trata de ponerlo en el centro de la preocupación. Al principio tiene que ser más de trazo grueso y a medida que se dediquen más esfuerzos y atención se podrá descender a otros detalles. Pero estamos sobre todo en el primero de los objetivos, que se sepa que esto no solo atañe a las regiones septentrionales de Europa, sino que se da en España y en otros países y que pensamos que con las políticas adecuadas es reversible. Una vez se consolide será más posible entrar en detalles.
–Estamos pendientes de los 10.000 millones para el reto demográfico, de los fondos Next Generation… ¿Está preparada Castilla y León? Porque son fondos competitivos.
–En muchos casos va a ser un reparto competitivo, pero también está el compromiso de los poderes públicos de que sea equitativo territorialmente. La ejecución será exitosa en la medida en que los ciudadanos de los distintos territorios perciban que nadie ha quedado atrás. No es el desembolso tradicional de los fondos de cohesión, que bastaba con certificar el gasto. Aquí se trata sobre todo de invertir para transformar, con una serie de hitos y objetivos y un control adicional por parte de la Comisión y del Consejo Europeo, con lo que todos estamos innovando. Hay una total disposición de todas las administraciones para que la ejecución de estos fondos sea un éxito. España no se puede permitir fracasar.
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–Europa impone una hoja de ruta, el Green Deal, que exige a Castilla y León acelerar a un ritmo que quizá no pueda seguir. En automoción, por ejemplo.
–Tiene que haber una transición. Pero toda transición, para que sea exitosa, debe ser percibida como justa. Y la justicia implica dos cuestiones: la gradualidad de los tiempos de transición y el acompañamiento financiero para compensar los sacrificios que hay que hacer. Debemos tener la suficiente habilidad e inteligencia para combinar objetivos con medios a fin de no pedir a nadie algo que sea imposible, está claro.
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–Es que aquí tenemos malas experiencias. Las cuencas mineras muestran que cuando se pretende reconvertir un sector y no se hace adecuadamente los efectos pueden ser catastróficos.
–Sabemos que ha habido otras transiciones, en concreto la del carbón hacia otras fuentes, y si queremos que toda la población y la ciudadanía europea, especialmente la de otras áreas más afectadas, contribuya, debemos poner los medios. Tenemos que escuchar a la población.
–En las Cortes se ha hablado mucho del Corredor Atlántico, que se ha visto discriminado respecto al Corredor Mediterráneo, y de la necesidad de impulsarlo.
–Está metido en las prioridades del Gobierno, en el Plan de Reconstrucción y Resiliencia, y los dos corredores son estratégicos para España y para Europa, con lo que pensamos que recibirá un impulso importante.
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–Pero que sean los dos… Lo que se reclama es la discriminación positiva. Si habla con el alcalde de Soria (PSOE) o con el presidente de la Diputación de Zamora (Cs), es una expresión que sale de sus bocas continuamente. Empezamos de más abajo, luego necesitamos más impulso.
–Se trata de que ambos proyectos se desarrollen sin menoscabo el uno del otro. Cuando visito comunidades afectadas por el desarrollo del Corredor Mediterráneo lo incluyen como una de las prioridades. Aún no ha vinculado suficientemente al puerto de Algeciras, por ejemplo.
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–Pero aquí afecta a este territorio más Portugal. El presidente Sánchez vino a una cumbre hispano-lusa antes de la pandemia a hablar de actuar sobre La Raya.
–El desarrollo de Castilla y León, como el de las otras tres comunidades autónomas fronterizas con Portugal, depende de un desarrollo armónico de las comarcas que están a uno y otro lado de la frontera. Hay que incidir en ellas en coordinación con Portugal.
–Se habla mucho en las medidas del reto demográfico de municipios hasta cinco mil habitantes. Eso en Castilla y León es una ciudad. Y en un territorio en el que la dispersión es un lastre a la hora de financiar los servicios.
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–No es lo mismo un pueblo de cinco mil habitantes aquí que en otra región más densamente poblada, pero a medida que descienda el foco de atención se podrán ver y considerar mejor los detalles y la relatividad de las magnitudes, y que se comprenda que, como dice, un pueblo de cinco mil habitantes es en una región que afronta este desafío, una ciudad, y que hay que dotarla de medios aún mayores que los que corresponde a su dimensión, porque a todos los efectos puede ser la metrópolis de una serie de alquerías, casi, que están a su alrededor.
–Habla de profundizar. ¿Cuánto tiempo tenemos para ello? Zamora ha perdido un 12% de la población en una década.
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–Se trata de evitar que se cumplan las profecías sobre la base de los datos y las tendencias que nos han precedido inmediatamente. Es cierto que si se ve el ritmo de despoblación de algunas de las provincias, y se hace una proyección a futuro de diez años, nos daría que se podría perder un 10% más de la población. Se trata de, a la vista de estas tendencias, adoptar las políticas públicas y de estímulo al sector privado para revertir estas tendencias.
–¿Hacia qué nichos, actividades, mercados, debería apuntar Castilla y León?
–Con los nuevos sectores que se abren, las posibilidades de crear negocios y actividad económica que ate a la población al territorio son muy nuevas, están por explorar. Aún no sabemos qué tipo y modelos nuevos de creación de riqueza puede originar la transformación digital. A lo mejor resulta que, gracias al teletrabajo y la movilización de recursos vía telemática, lo que era impensable en poblaciones de 2.000 habitantes es una realidad. Y lo que ofrecen es una calidad de vida que se pierde en las grandes conurbaciones. Con lo que, si es posible acceder a servicios sanitarios y educativos básicos, si se tiene acceso digital, será posible crear nuevas empresas y nuevos modelos que harán que descendientes de personas que décadas atrás abandonaron estos territorios, en búsqueda de oportunidades de trabajo en las grandes ciudades, reconsideren volver a sus orígenes. Y que otros ciudadanos españoles y europeos consideren que la riqueza que ofrece el modo de vida en estas zonas poco pobladas, junto a las nuevas oportunidades de negocio, son suficiente reclamo para repoblarlas.
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–Llama la atención el choque entre la tendencia de la UE hacia lo verde y ese modelo de megalópolis que concentran todo y llevan a lo contrario.
–Cuando se habla de transformación es íntegra. No solo externa, sino interna. Hacia nosotros mismos. De transformación de las pautas de consumo, por ejemplo. De la economía circular. Tenemos que cambiar el modelo económico de modo que la actitud del consumidor se más responsable, no solo de usar y tirar. Es una transformación integral.
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–Que empieza por la educación.
–Sin duda. La educación es una parte esencial de lo que tenemos que hacer.
–¿Este es el último tren que le queda por coger a Castilla y León?
–No sería tan radical, pero sí es un tren importante. Cuando uno ve la historia humana, patrimonial, cultural, que hay detrás de estas tierras, sabe que hay mucho pasado pero también mucho futuro. Pero no puede desperdiciar ninguna oportunidad que aparezca en el horizonte, y esta es una gran oportunidad que tenemos todos. En el marco de un proyecto que en el mundo globalizado del siglo XXI es el más atractivo que podíamos tener, la Unión Europea. Es una superación de lo que había sido una historia muy productiva, sí, pero también muy conflictiva. Es la manera de conseguir que toda nuestra riqueza y nuestra diversidad la pongamos al servicio de una empresa común y a la vez al servicio de la humanidad. Porque la UE sienta tendencia en muchas de sus iniciativas: la voluntad y determinación de conseguir una transformación ecológica pionera y en plazos muy ambiciosos; o una transformación digital que ponga a la persona en el centro de las preocupaciones, que garantice la privacidad y que no sea una jungla virtual. Este es un tren que sale de una estación que es parte de nuestro entorno, la UE, y no es la última oportunidad, pero sí es muy importante.
–Arraigaban los proteccionismos con Trump o el Brexit. ¿Cree que la gestión de la UE en la pandemia, con este Plan Marshall que se avecina, la ha reforzado como institución?
–Usted, como ciudadano europeo, ¿cómo ve a la UE? ¿Mejor, ha cambiado? Noto una reconexión con la Unión Europea, hay una mayor satisfacción, implicación, la percepción de que los líderes europeos no han abandonado a los ciudadanos, de que han sabido poner a disposición de ellos, en tiempo récord, unas vacunas que nos han salvado la vida. De que, ante la negritud de la crisis en que nos encontrábamos, la UE puso sobre la mesa un plan de recuperación sin precedentes. Usted responderá, pero le puedo decir que otras muchas personas a las que les he preguntado me han dicho que estaban relativamente desencantados con la UE y que la manera en que esta ha reaccionado les ha hecho volver a creer en el proyecto europeo.
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