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El foco dejará de estar permanentemente sobre Castilla y León. El escrutinio de las urnas municipales y, sobre todo, el de las autonómicas sitúa a dirigentes del PP en la senda que ha transitado en Castilla y León Alfonso Fernández Mañueco, la de pactar con ... Vox. Aparte de un resultado generoso con el PP de Castilla y León, a cuyo frente está el presidente de la Junta, Mañueco ha logrado en estas elecciones un plus que no se mide en votos ni escaños, el de la tranquilidad que otorga dejar de ser el único dirigente del PP coaligado con Vox y que depende del apoyo de los de Santiago Abascal para gobernar. El augurio que hizo Mañueco de el trabajo de la coalición PP-Vox iba a «poner de moda» Castilla y León ha tenido lecturas peculiares en estos meses.
Ese avance electoral del PP en Castilla y Leon y el aflojamiento de la presión informativa externa y política a nivel interno de la relación con García-Gallardo coincidió en la jornada en la que Pedro Sánchez anunció el adelanto de las generales para julio y con rumores sobre posible adelanto electoral en Galicia y Castilla y León para hacer coincidir las autonómicas con esa cita nacional y aprovechar el efecto de la ola PP y la ola Feijóo. Alfonso Fernández Mañueco se limitó a trasladar por la tarde, a través de la red social Twitter, que «la marea azul es imparable. Los resultados electorales han llevado a Pedro Sánchez a convocar las elecciones generales, en las que culminaremos el cambio de ciclo que iniciamos ayer. Núñez Feijóo será el próximo presidente del Gobierno de España». De posibles autonómicas en Castilla y León, sin que haya pasado año y medio de las anteriores, para intentar sacudirse de encima a Vox no apuntaba nada.
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Ese foco de la polémica va a repartirse por otras comunidades y ayuntamientos principales. Van a brotar 'gallardos' en gobiernos y corporaciones a partir de las próximas semanas. Y 'mañuecos', con lo que se va a socializar dentro del PP el efecto de los pactos con Vox. Solo se libran en el PP del abrazo de este socio tan correoso Isabel Díaz Ayuso, en Madrid, y el riojano Gonzalo Capellán, que se suman al andaluz Moreno Bonilla. El PP necesita el apoyo de los ultraconservadores para investir presidentes en Valencia, Extremadura, Aragón, Murcia, Cantabria y Baleares. Eso, sin contar los ayuntamientos. En Castilla y León, los populares requieren de Vox para hacer alcalde a Jesús Julio Carnero en Valladolid y a Cristina Ayala en Burgos. En Segovia, José Mazarías puede optar por mirar hacia la concejala que ha sobrevivido de Cs o afrontar el gobierno en solitario. Se ha quedado solamente a un concejal de la mayoría absoluta.
Alfonso Fernández Mañueco ha sido el primer dirigente del PP en abrir la puerta a Vox en un Gobierno autonómico y en ceder al partido ultraconservador la presidencia de un parlamento autonómico. El propio calendario de su investidura, retrasada intencionadamente por los de Abascal para que Alberto Núñez Feijóo estuviera ya al frente del PP y que quedara claro que refrendaba la coalición, dejó ver que el pacto no resultaba para los populares tan fácil de asumir como fue en 2019 el de Ciudadanos. Núñez Feijóo alegó problemas de agenda en abril del año pasado para salir en las Cortes de Castilla y León en la foto con Santiago Abascal. La mayoría absoluta que logró el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla semanas después, en junio, evitando a Vox, acentuó ese efecto de soledad de Fernández Mañueco.
La cohabitación entre PP y Vox en Castilla y León, entre Mañueco y Gallardo, se ha visto salpicada cotidianamente por las polémicas generadas por el vicepresidente Juan García-Gallardo desde su posición institucional en la Junta. El gobierno echó a andar a finales de abril y en mayo el presidente tuvo que pedir perdón a la procuradora del PSOE Noelia Frutos por el incidente que provocó el vicepresidente en el hemiciclo al asegurar a la parlamentaria, que padece una grave discapacidad física, que le iba a responder «como si fuera una persona como todas las demás».
Esa fue la primera, luego llegaron, entre otras, las arremetidas contra el Diálogo Social impulsado por el PP durante 20 años con sindicatos y empresarios, la despoblación de Zamora con causa en la hipersexualización de la sociedad que separa las relaciones sexuales de la finalidad de la procreación, la iniciativa para reabrir la central nuclear de Garoña contra criterio del PP y de las dos eléctricas propietarias; el insulto a Francisco Igea en el hemiciclo sin tener Gallardo siquiera el uso de la palabra y el apelativo de «banda criminal» al PSOE y «jefe de banda criminal» al presidente Pedro Sánchez, el concierto fallido de la Sierra de la Culebra o el conflicto por el protocolo de medidas provida y antiaborto que presentó el dirigente de Vox tras un Consejo de Gobierno y que tensionó la coalición en enero, al intervenir las direcciones nacionales de Vox y del PP. Los primeros exigiendo que se aplicara y los de Feijóo instando a Mañueco a que saliera para desmentir a García-Gallardo. El vicepresidente volvió a resucitar ese protocolo de medidas antiabortistas en los mítines que ha dado esta campaña electoral en la Islas Canarias.
Y a cada polémica política le ha seguido una polémica mediática, con el presidente de la Junta en el foco informativo. Un foco que se diluye con el escrutinio del domingo.
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