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Alguien dispara el dedo corazón en respuesta a que no le gusta lo que oye y eso es una peineta en toda regla, sea ese ... alguien el vecino del 15 o Alfonso Fernández Mañueco. Si eso sucede en un parlamento es que el argumento para responder a la otra parte descansa en paz. Si se niega lo evidente, captado en foto primero y después en un vídeo en el que el dedo corazón persiste en ese gesto que la Academia de la Lengua define como «ofensivo» y está reforzado con una mirada de elocuente fastidio, se termina faltando a la verdad.
La gestión de daños una vez plasmada la peineta dejaba dos salidas creíbles al presidente. Podía haber optado por aplicar un 'a lo hecho pecho' y argumentar lo que pudiera sobre la peineta o transitar el camino que desbrozó el rey emérito con el lapidario «lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir». Al completo o por partes.
La peineta del presidente Mañueco a la procuradora socialista Rosa Rubio, paisana salmantina que le afeaba desde la tribuna que no atendiera al debate sobre una ayuda para que las familias con celiacos puedan aminorar el sobreesfuerzo económico que supone llenar una cesta de la compra libre de gluten, supera lo anecdótico dentro del ámbito parlamentario y la convivencia institucional. Marca el nivel de crispación de la política autonómica actual. Sería algo impensable en etapas anteriores.
Fernández Mañueco aseguró que fue un gesto involuntario e invitó a comprobarlo en el vídeo. Pueden hacerlo si son de los que aún no lo han visto. La resaca del que será recordado como el pleno de la peineta amargó a Mañueco una noticia que es oxígeno político en vena, el archivo de la instrucción judicial por posible delito de financiación ilegal del PP de Salamanca para incorporar afiliados al censo de las primarias regionales que ganó en 2017. El juez considera «plenamente legales» los pagos investigados. Y el lío de la peineta no ha gustado en Génova. «No sé en qué contexto se produjo, pero yo no hago peinetas y considero que no hay que hacerlas», precisó Borja Sémper, portavoz nacional de campaña del PP.
Agradó más a Abascal. De mitin en Valladolid, aprovechó la ola del incidente para respaldar el gesto –«poco me parece para los insultos que recibimos»– y deshacerse en loas a Mañueco, al que ve como «un ejemplo para el PP» gracias al empuje amigo de Vox en la Junta. El presidente-socio de Castilla y León es el espejo en el que se mira Abascal y que rompería Feijóo hoy. El único barón del PP coaligado con Vox, a la espera de lo que ocurra en mayo, después de que Moreno Bonilla neutralizase el macarenazo.
Puede que la famosa peineta termine siendo culpa del fotógrafo de la Agencia EFE que captó la instantánea y el cámara de TVE que grabó el vídeo. Habrá que ver si no tiene consecuencias en la limitación del trabajo de los gráficos en el hemiciclo autonómico. Antecedentes hay. Se prohibieron la fotos desde la tribuna de invitados cuando en 2014 un fotógrafo cazó a la socialista Teresa López, entonces alcaldesa de Medina del Campo, jugando en el escaño al 'Candy Crush'. Después, en 2020, mi compañero Alberto Mingueza sorprendió a la procuradora del PP Smara Morala 'de tiendas' en el hemiciclo, vía portátil. Son fotos que no gustan a los políticos.
Ahora, para peinetas contundentes, las de los sufridores de las listas de espera, que en el Río Hortega hacen imposible una cita en este año para el reumatólogo. O la que recibió una paciente de Ponferrada, que pidió consulta para Rehabilitación en junio de 2022 y le dieron para diciembre de 2024. Eso es una peineta en toda regla. Como las que han recibido al menos 9.335 jóvenes de Castilla y León que cumplían los requisitos para cobrar el bono de alquiler que promovió el Gobierno de la nación y se quedan sin ingresarlo por agotarse los fondos. Un fiasco. Pero esto da para otro artículo.
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