Nevenka Fernández, junto a su abogado, hace pública la acusación por acoso sexual contra Ismael Álvarez en marzo de 2001. A. F. Barredo
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Nevenka vive, respira

El escaño 82 ·

Ella fue la víctima y él fue el agresor, pero ella tuvo que autoexiliarse para encarrilar su vida y él siguió con la suya como si nada

Susana Escribano

Valladolid

Sábado, 13 de febrero 2021, 18:40

Pero para hacerlo tuvo que dejar Ponferrada, Castilla y León y España. Lleva fuera veinte años. Los que hace que denunció por acoso sexual a Ismael Álvarez, entonces alcalde de Ponferrada y procurador del PP en las Cortes. Ella era la concejala de Hacienda y había ocupado, con 24 años, el tercer puesto en la candidatura de Álvarez, que la acosó sexualmente. Esto no es opinable. Lo consideraron probado los magistrados del Tribunal Superior de Justicia que condenaron al edil en mayo de 2002 y los del Supremo que ratificaron esa sentencia.

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Ella fue la víctima y él fue el agresor, pero ella tuvo que autoexiliarse para encarrilar su vida y él siguió con la suya como si nada. La noticia de que Netflix estrenará una miniserie sobre el caso de acoso sexual que estalló en marzo de 2001 resucita recuerdos de aquellas fechas.

En mi cabeza revive la imagen de una Nevenka Fernández arruinada física y emocionalmente el día que hizo pública su denuncia. Ojeras, lágrimas contenidas y nervios, pero también un relato sin fisuras. Mantuvo una relación de cuatro meses con Álvarez y cuando le dijo 'se acabó' él empezó el acoso y derribo. Y lo bordó. Notas manuscritas, mensajes al móvil, comentarios sexuales y desprecio de su trabajo, traslado del despacho de la concejalía a dependencias de otro edificio... Humillación y menoscabo. Ponferrada llegó a amanecer sembrada de panfletos intoxicadores con el bulo de que la concejala seguía una cura de desintoxicación en Madrid. Anónimos, claro.

El resto de ediles del PP no vieron nada. Eso dijeron en el juicio. Si alguno de los 47 procuradores compañeros de Álvarez en la bancada popular de las Cortes puso algún reparo a que mantuviera su escaño no lo manifestó en público. El partido dio la espalda a la concejala y optó por el alcalde, que era una especie de capo todopoderoso en Ponferrada. Un político de una actuación «impecable», en palabras de Ana Botella aquellos días. Recuerdo a Ismael Álvarez arrellanado en su escaño del castillo de Fuensaldaña. No defendió un solo asunto en sus dos años como procurador, pero sí le dio tiempo a firmar contra la violencia hacia la mujer antes de que le condenaran.

Recuerdo a un fiscal preguntando a Nevenka por qué aguantó, si ella no era una cajera del Hipercor que tenía que soportar que el jefe le tocara el culo para dar de comer a sus hijos. Tras el fallo, 3.000 personas se manifestaron jaleando en Ponferrada a Ismael Álvarez, que dio el pregón en las fiestas de su pueblo. «Eres el mejor», rezaba una pancarta. Nevenka Fernández ya había hecho la maleta. Economista y experta en auditorías, no encontró trabajo en España.

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Hemos cambiado desde 2001, aunque no creo que suficiente. Me pregunto si algún cargo de aquel PP, muchos aún hoy en activo, trasladó a la concejala una mínima disculpa. Nunca es tarde.

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