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Ha sido guardar las bolas del árbol y despertar del espejismo de tregua vivido en las casas en las que se conoce solo de oídas al coronavirus. En los hogares que no han tenido esa suerte, los que han enterrado a alguno de los ... alrededor de 8.200 fallecidos en la comunidad o en los que han faltado a la mesa los 650 hospitalizados hoy, 133 de ellos peleando por seguir vivos en una UCI, ese amago de pausa no ha existido.
Ha sido desmontar el nacimiento, despabilarse del sueño navideño y comprobar, a lo Augusto Monterroso, que el dinosaurio todavía seguía allí. Amenazador y crecido. La ilusión de la vacuna se ha disipado al ver la falta de brío en la vacunación y la desigual eficiencia en pinchar que dibuja la España de las autonomías. La vacuna ha vuelto a sacar los colores a la España de los 18: el Gobierno central y los 17 autonómicos. Tanto, que se echa en falta aquel Instituto Nacional de la Salud (Insalud) que se diluyó cuando las autonomías asumieron la asistencia sanitaria. Castilla y León, con Asturias, está a la cabeza de vacunación, cifras que hay que reconocer a la consejera Verónica Casado, pero el ritmo es insuficiente.
Se ofrecen veterinarios, militares, profesionales de Sacyl para echar horas después de su jornada... Están las mutuas y la sanidad privada. Si no somos capaces de aprovechar todos los recursos ante una pandemia, tenemos un problema serio. Lacerante.
Con la velocidad de transmisión del virus disparada de nuevo, hemos constatado que en el Gobierno autonómico de coalición hay dos tratamientos. El que prima lo sanitario, que firman Igea y Verónica Casado, con medidas contundentes para reducir la movilidad de las personas y del virus que circula con ellas, y el que plantea restricciones atemperadas para limitar el roto económico, al que pone cara Mañueco.
Se vio el jueves, tras un consejo de Gobierno que la evolución de la pandemia obligó a convocar, en una semana que habían fijado de vacaciones. Se impusieron el presidente y el PP. Las UCI de nuestros hospitales mostrarán en dos o tres semanas el acierto o el error de esa vía más tibia.
En esas camas está la verdad más dura. La que desnuda polémicas sobre las no-cabalgatas y sí-desfiles de los Reyes Magos por media comunidad, con el Ayuntamiento de Valladolid en vanguardia. Con la que está cayendo, la crisis no la puede marcar que se vea o no a Melchor, Gaspar y Baltasar en la calle. Si hay que buscar lagunas legales para que desfilen, malo. Evitar riesgos debería ser la máxima.
Impagable habría sido la imagen de la detención de sus Majestades por agentes vallisoletanos con Francisco Igea de testigo. ¿Imposible? Después de ver a un energúmeno tocado con la piel de un bisonte 'presidiendo' el Capitolio estadounidense, tras el asalto al Congreso de una potencia mundial, imposible no hay nada.
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