El escaño 82: 'Cuña de cantero'

Tenía entonces de vicepresidente a Francisco Igea y el anuncio obligaba a meter con calzador esa casi supresión (desgravaba el 95%) en el presupuesto que luego no vio la luz. Que esa propuesta adoquinaba el camino hacia el anticipo electoral que se concretó apenas tres semanas después, el 20 de diciembre, era algo que podía intuirse. Por la evolución de las encuestas y los juramentos de los socios de que el Gobierno era fuerte y había intención de acabar la legislatura. Lo que pasó después es conocido. Ese presupuesto nonato, que se quedó en puertas de ser votado (y sin aprobar todas las medidas que incluía), sirvió de combustible para dinamitar el pacto PP-Cs y sacar las urnas del almacén.

El de 2023 sí tiene todas las papeletas para entrar en vigor. De camino, PP y Vox harán una escabechina masiva de las enmiendas de la oposición, a semejanza de lo que Pedro Sánchez hizo con las presentadas al presupuesto del Estado, y las cuentas estarán listas para ser votadas el 23 de diciembre y entrarán en vigor el 1 de enero.

Eso pondrá fin al periodo político de antes del presupuesto, en la coalición que preside Mañueco y vicepreside García-Gallardo, y abrirá el periodo de después del presupuesto. Porque las cuentas tienen consecuencias prácticas en la posibilidad de gestionar las partidas de gasto, pero también, un efecto político.

Amplían el margen de maniobra del PP. Con él aprobado, puede lanzarse a explorar otras fórmulas de gobierno si la alianza con Vox se le atraganta. Aquí, o en la calle Génova. Jugando en las Cortes la carta de que sería díficilmente explicable para el electorado que los de Abascal se aliaran con PSOE y Unidas Podemos en el hemiciclo. Y eso le permitiría ir tirando al PP, que con sus 31 escaños de 81 es el grupo mayoritario.

Mañueco podría trabajar acuerdos puntuales con UPL, Soria ¡Ya! y Por Ávila con obras y servicios de refuerzo para territorios que, por otro lado, presentan déficit de infraestructuras y peores indicadores económicos y demográficos. Esa situación, de gobierno en precario pero posible, es la que abren unas cuentas de 2023 que son un presupuesto cuña. De cantero. Sobre la que golpea una maza que parte una piedra en dos, y quien dice una roca dice una coalición de gobierno que el PP necesitó para seguir en la Junta y a Vox le permitió entrar en un Ejecutivo y presidir las Cortes, pero que une a dos partidos que necesitan comerse terreno electoral entre ellos para crecer.

Un presupuesto recién estrenado permite a Mañueco agarrar la maza, por ejemplo, de la violencia de género, la normativa de concordia, la gestión de la Consejería de Industria o la guerra entre Vox y los sindicatos y la patronal y empezar a golpear sobre la cuña. Hasta que casque la coalición. Puede ocurrir o no. Pero es un escenario que abren unas cuentas frescas en manos de personas con experiencia que se las saben todas en la Administración. Hoy, dos principalmente: Carlos Fernández Carriedo en el manejo presupuestario y Jesús Julio Carnero en la labor de control, dentro de la coalición. Suma a sus funciones como consejero de Presidencia competencias que le convierten en dique frente al vicepresidente. El presupuesto de 2023 no será un presupuesto sin más. Es un presupuesto cuña.