Terapia de pareja: para avanzar en la relación o para facilitar una separación ordenada
Los tratamientos psicológicos para enderezar la unión de dos personas deben contribuir a que ambos miembros encuentren su bienestar
Suele ser el último clavo ardiendo al que se agarra la pareja para salvar la relación. «Depende de los casos, pero si no van al límite, lo rozan, algo que no es algo muy positivo, porque tu paciencia, tu ilusión y tus ganas están dañadas y no te implicas tanto como si se hubiera cogido más a tiempo». El estado de deterioro es pues avanzado, pero la intervención de un tercero, de un profesional de la Psicología, puede ser más que valiosa. Bien para pegar un empujón a la unión y que esta se consolide; bien para ayudar a una separación de una forma civilizada y ordenada. Porque en estas terapias esto último también se puede calificar como un éxito. La psicóloga vallisoletana Inés González Carballo ha trabajado a fondo este tipo de problemáticas. «Normalmente, no se acude tan pronto como se debe. La falta de comunicación o de mala comunicación, las discusiones continuas y frecuentes, ya está arraigada. Discutir puede ser hasta sano, pero ya se discute mal, faltando al respeto», explica.
«En el grueso de las parejas que acuden a consulta no hay algo muy gordo detrás, sino que es un poco el gota a gota, cuestiones del día a día que han ido deteriorando la relación», bien por falta de tiempo, porque no se ha priorizado esa unión, por discrepancias a la hora de educar a los hijos o porque uno mismo se ha ido dejando de lado y eso hace que cada miembro de la pareja mire horizontes diferentes. Terminan sintiéndose como dos extraños, se pierde la admiración y el respeto que había al principio», relata la especialista.
«En el grueso de las parejas que acuden a consulta no hay algo muy gordo detrás, sino que es un poco el gota a gota, cuestiones del día a día que han ido deteriorando la relación»
González Carballo aclara que no es lo mismo acudir a un terapia cuando ha habido un punto de inflexión, como una infidelidad o una discusión muy fuerte por un tema familiar, donde se aborda desde esa causa en concreto a los problemas generales que subyacen bajo ese hecho, a que cuando la pareja busca ayuda por el «efecto bola de nieve», por la concatenación de pequeñas cosas, que, sin ser graves por sí mismas, han deteriorado la relación.
«También nos encontramos con parejas jóvenes con un patrón de discusiones muy frecuente o con temas de celos; acuden para aprender a manejar esas discusiones o para saber dar independencia a su pareja, eso pasa ahora mucho con las redes sociales, por ejemplo por el controlarse por vía WhatsApp», añade.
La horquilla de quienes acuden a consulta es muy amplia. La mayor parte está entre los 30 y 50 años, pero cada vez hay más parejas jóvenes y también mayores de 60. Los primeros, en general, empiezan a tomar conciencia antes. «A lo mejor vienen de tener una serie de relaciones anteriores que han fallado, empiezan una nueva, ven que se repite el patrón y deciden acudir cuanto antes, no sea que les vuelva a ocurrir lo mismo».
En el caso de los más veteranos, suelen ser personas que ya se han jubilado. «Ahí se encuentran el uno con el otro, tienen que pasar mucho tiempo juntos, los hijos ya se han ido de casa y de repente parece que se encuentran con un extraño y hay una crisis de pareja, una crisis evolutiva y normal, pero que hay que saber gestionar», acota la psicóloga.
Estos encuentros en territorio neutral se suelen aceptar bien, aunque, según matiza la experta, la implicación no es igual por ambas partes. Siempre hay alguien que está más comprometido en buscar una solución.
Muchos piensan que siempre son sesiones conjuntas y no es así. Se intercalan. En las primeras, se abordan cuestiones que afectan a la pareja desde un ambiente terapéutico en el que se sacan las cosas sin echárselas en cara, en el que se pueden dar una directrices profesionales en un espacio adecuado. En las individuales, se trabajan cuestiones de índole más personal, pero que pueden afectar a la relación, a lo común. «La pareja avanza, si las dos personas que la forman avanzan», recalca González Carballo.
El papel del psicólogo es ayudar a que ambos descubran qué les está pasando, cuál es el conflicto que subyace en esas pequeñas discusiones, que les lleva a no entenderse, a no comunicarse bien, a tenerse rencor. «Se trata de trabajar esas cosas de base, que se den cuenta de que está habiendo una falta de entendimiento, hay que trabajar la empatía, que se puede discutir, pero desde su acepción francesa -dialogar a fin de encontrar una solución- y no como lo entendemos aquí a la española, que es tirándose los trastos a la cabeza», subraya.
Un tratamiento fluido: de lo conjunto a lo individual y viceversa
Estos encuentros en territorio neutral se suelen aceptar bien, aunque, según matiza la experta, la implicación no es igual por ambas partes. Siempre hay alguien que está más comprometido en buscar una solución. «En general hacen caso a las pautas, si no es así, son terapias de recorrido muy corto. Nadie acude a que le digan lo que tiene que hacer, si no quiere hacerlo y si, además, tiene que pagar por ello», señala. También es habitual que terapias de pareja se conviertan en terapia individual o que las individuales se convierten en tratamientos de pareja. Esto es fluido.
A la hora de acudir, son dos personas y muchas veces no tienen el mismo deseo. Siempre hay una que está más volcada. «Lo importante es hacerles ver a los dos que se puede resolver el conflicto o plantear una separación adecuada. Hay veces que esta terapia debe ayudar a facilitar la separación. Lo que se tiene que buscar es el bienestar de ambas personas y, a veces, ese bienestar pasa por seguir juntos y otras por no hacerlo. El objetivo no es siempre el 'vivieron felices y comieron perdices' y esto se les dice», argumenta Inés González Carballo. Individualmente, tienen que estar bien. De partida, siempre van a salvar la relación, en el 95% de los casos, pero cuando «se ve que terapéuticamente hay una fisura muy fuerte de fondo o conflictos irresolubles, hay ocasiones en el que estar juntos lo único que les hace es daño. Lo sano es plantear una separación», desgrana.
En otras ocasiones, puede suponer una solución una separación, siempre y cuando conduzca al bienestar de las dos personas, aunque suponga un duelo y sea muy duro
¿Qué pautas se trabajan en esas sesiones? Muchas veces, matiza Inés González Carballo, las parejas se han elegido mal. Coinciden en gustos, pero no en valores. Uno quiere tener hijos y el otro no. Uno aspira al matrimonio y para la otra persona no es prioritario. Una quería recorrer el mundo y otra no. Ahí es más difícil intervenir.
Lo que se trabaja, generalmente, es la «buena comunicación, la calidad en la comunicación». La empatía para comprenderse y el respeto. «La confianza hace perderlo y sin respeto no hay calidad de comunicación y no hay relación», sentencia.
A su juicio, también es importante cuidarse, tanto a la pareja como a uno mismo. El día a día, la rutina te lleva a acostumbrarte y no cuidas a la pareja. «Si no riegas se deteriora».

También es básico cuidarse uno mismo. «Llegan con deterioro personal, porque no tienen tiempo para ellos, para cultivar sus aficiones y gustos. Pequeñas cosas que a uno le hacen sentirse bien y le equilibran. Cuando eso falla, va a fallar la pareja. Necesitamos que individualmente se esté bien para que la pareja esté bien. De ahí que sea tan importante que en las terapias se intercalen sesiones conjuntas e individuales», insiste.
Con implicación de los dos miembros y buena predisposición, el porcentaje de éxito de estos tratamientos suele muy alto. Es el caso idílico. Los dos acuden, quieren salvar la relación y están dispuestas a asumir parte de responsabilidad. En otras ocasiones puede suponer una solución la separación, siempre y cuando conduzca al bienestar de las dos personas, aunque suponga un duelo y sea muy duro.
La experta reconoce que cada vez se acude más al psicólogo en general y a terapias de pareja, en particular. «Sí que se ha quitado ese tabú de un tercero en nuestra relación, pero no es un tercero que se posiciona, se busca una postura imparcial y de lo que se trata es de ayudar. Parece banal, pero en esta petición de ayuda a los psicólogos el papel de los famosos y celebridades que lo han aconsejado para superar sus crisis ha llevado a que se socialice más este recurso y se vea como una posible solución, según desvela la profesional.
Infidelidad y celos
En los casos de infidelidad, cada terapia se trabaja de forma distinta, aunque, primero, hay que centrarse en ese motivo, el por qué ha ocurrido, qué tipo de responsabilidad asume la persona que ha sido infiel y qué papel pasivo o activo ha tenido la otra. Una vez superado ese momento, hay que trabajar para saber si se puede subsanar y que la relación continúe o no. Luego hay que ir al trasfondo. No ocurre porque sí. Hay un deterioro en la relación de pareja. «Trabajaríamos la causa local y concreta y luego iríamos a trabajar el resto», afirma la experta.
Cuando se trata de celos, matiza la psicóloga, el patrón tiene que ver mucho más con temas emocionales más individuales, del grado de seguridad y de posesión que tiene uno de los dos miembros. Suele venir de atrás, de la educación, de los patrones de apego, aunque dé la cara en la edad adulta.
La psicóloga, lógicamente, recomienda acudir a un profesional, aunque antes propone que la pareja mantenga una conversación larga y tranquila, sin discutir, para hacer una reflexión y análisis de ellos mismos y saber en qué situación se encuentran «Es importante que tomen de conciencia y que reflexionen si quieren salvar la relación o no. En una terapia de pareja siempre hay que mirar al interior de uno antes que mirar al otro, porque muchas de las cosas que suceden en esa dinámica disfuncional de dos ocurren por cuestiones personales, proyectamos en el otro cosas que no son de su responsabilidad», concluye.
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