![Los Simpson no son para niños](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201907/09/media/cortadas/ninostele-kviB-U80691019865OoG-624x385@El%20Norte.jpg)
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Todos recordamos esas series infantiles, esos 'dibujos animados' que nos marcaron cuando éramos niños. Los tiempos han cambiado pero los infantes de hoy siguen enganchándose a esas historias que influyen en su manera de comportarse. Con la llegada del siglo XXI las pantallas nos persiguen ... allá donde vayamos, en el trabajo, en casa, en el transporte público... y los niños no son, ni mucho menos, inmunes a ellas. La sobreestimulación a la que se encuentran sometidos en su día a día puede hacer que dejen de lado otras actividades, tal y cómo explica David Cortejoso, psicólogo sanitario especialista en riesgos de las TIC: «Todo lo que se visualiza influye, no solo los dibujos. Hoy en día se puede acceder a contenidos a través de Internet, también están los videojuegos». Y distingue cuando los niños se encuentran delante solos visualizando su serie favorita, por ejemplo: «Ver algo delante de una pantalla es una actividad solitaria, menos los videojuegos. Cuando los niños se encuentran en grupo se suelen centrar en juegos colaborativos».
Cortejoso apunta dos aspectos fundamentales a tener en cuenta: el tiempo que los niños pasan expuestos a una pantalla y si los contenidos son adecuados para la edad del menor.
«De lo primero que nos tenemos que dar cuenta es que cuándo nosotros éramos pequeños había media hora de dibujos a la semana. Ahora existen varios canales dedicados 24 horas». Por eso, explica, hay que controlar el tiempo que los niños están viendo dibujos. Y apunta, como uno de los principales problemas que puede causar esta sobrestimulación, que afecte a su imaginación y creatividad que a su vez, son la base del aprendizaje. Además, puede llegar a perjudicar sus relaciones sociales.
En este sentido Cortejoso indica la resolución de conflictos como uno de los principales problemas con el que se pueden encontrar los padres. «Durante la primera infancia (6-8 años dependiendo de la madurez del menor) no distinguen la realidad de la ficción. Una vez superada esa etapa sí lo hacen, pero pueden cometer el error de extrapolar un problema ficticio y la resolución de ese problema, ficticia también a su día a día». Y continúa: «Pueden llevar los problemas que ven en los dibujos a la resolución de un ejercicio de matemáticas, pero en el entorno social pueden llevarlo también y es ahí donde puede generar más problemas. Como solución la comunicación es lo más importante y «poner ejemplos que ayuden acomprender que no se pueden extrapolar conflictos y soluciones de la ficción a la realidad». De otra manera, durante la primera infancia hay que explicar a los niños si lo que ven es o no real «que los superpoderes no existen, por ejemplo», explica.
Por supuesto, si los menores dedican un tiempo excesivo a la pantalla estarán desatendiendo otras actividades. «Niños y adultos tenemos obligaciones y no se pueden desatender, tampoco los niños pueden desatender sus obligaciones escolares».
Pero dada la época del año en la que estamos Cortejoso advierte de algo también muy importante: «Los padres nos relajamos con el tema de las pantallas en verano, casi siempre por falta de conciliación, pero es ahora cuando los niños deberían dedicarse a jugar y a realizar actividades de ocio lejos de una pantalla».
Respecto a la clasificación por edades David Cortejoso explica que el tipo de dibujo que ven es muy importante. «Hay recomendaciones de edad y muchas veces los padres no hacemos caso, o no averiguamos, o no atendemos». Los contenidos no siempre son los adecuados para la edad por el lenguaje soez, trato denigrante, etc., y no les está aportando nada bueno. Y pone un ejemplo: «Los Simpson no son dibujos dedicados a menores y aunque no contengan violencia o lenguaje soez, simplemente utilizan un tipo de humor que los niños no entienden». Como edad mínima para poder verlos Cortejoso lo establece en los 14 años, «siempre dependiendo de la madurez del menor, pero sería la edad estándar. A esa edad ya tienen una serie de recursos cognitivos propios para poder comprenderlos».
Bob Esponja también estuvo envuelto en la polémica en su día porque algunos estudios de expertos culpaban a su «velocidad» excesiva de una sobreestimulación en los menores. Esos mismos estudios apuntaban a que podían influir en niños diagnosticados de déficit de atención o hiperactividad. «Ojo», aclara, «no es que provoquen los síndromes, pero sí que pueden agravarlos».
Eso sí, David Cortejoso deja claro que los niños ahora están mucho más preparados que hace años. «El nivel de información que tienen ahora no tiene nada que ver con el de hace años. Los padres ahora se preocupan más de explicar las cosas de una manera mucho más abierta».
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