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Bicho, uno de los gatos de Alejandro Rodríguez. A. Rodríguez Bartolomé
Mi mascota, primero

Mi mascota, primero

El 52% de los dueños de animales les prefieren antes que a otras personas

Miércoles, 9 de octubre 2019, 07:16

Muchos quizás nunca pensaron que un cachorrito o un gatito podría desbancar tanto al niño como al adulto en el orden de prioridades de una tercera persona. Sin embargo, hoy en día, la frase aquella de «cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro»- que se ha atribuido a personas tan diversas como Lord Byron, Hitler o Diógenes- podría demostrarse curiosamente auténtica para al menos la mitad de la población de España. Lo dice Amazon, el 52% de los españoles prefiere a sus mascotas antes que a los seres humanos.

«No es que las quiera más que a mi familia, pero sí más que a otras personas», reconoce la vallisoletana Verónica Cacho Blanco, que tiene una gata que se llama Kiara y también una perra, de nombre Sira. «Son como mis hermanitas y, de hecho, hacemos casi todo con ellas, les falta comer con nosotros». Además, también viven con la familia dos pájaros, Nico y Perico.

Todo sacrificio puede ser, según qué dueño o dueña tenga el animal, puesto que los hay muy abnegados y también más austeros. Desde comprar muebles nuevos, algo que hace el 36%, hasta algo como sobrevivir a las alergias (18%) con tal de que permanezcan a su lado. Esto último a base de champús especiales y antihistamínicos. «Cuando estoy en Valladolid me tomo una pastilla al día que me deja un poco hecha polvo, me da sueño», cuenta Verónica. Estudia en Salamanca, y admite que en parte se alegra de no vivir ahora en el hogar familiar: «Si viviera allí, no nos hubiera quedado otra que plantearnos buscarles otra familia», dice con pena. «A largo plazo tengo pensado adoptar un perrito hipoalergénico, aunque tendría que mirarlo bien», completa. El veterinario Juanjo Rivas, que trabaja con perros y gatos pero también con iguanas, loros o erizos, descubrió cuando estaba terminando de formarse que era levemente alérgico a los gatos. «Me decían que cambiara de ocupación pero, ¿cómo podía dedicarme a otra cosa?», rememora él.

La implicación de los dueños lleva al 60% a considerar que la empresa debería dar días de permiso en el caso de que el animal de esa persona muera o tenga crías, moción que aprueba un nada desdeñable 29% de la muestra. «Para la muerte lo puedo llegar a entender», responde Juanjo Rivas ante la pregunta de si cree que deben aplicarse este tipo de medidas. «Se pasa muy mal y para mucha gente supone un trauma, así que el mismo día en el que se muere la mascota quizás no sea el más indicado para trabajar, pero ya ausentarse cuando tiene cachorros es más complicado, porque según la especie puede haber una camada hasta cada dos semanas», señala el profesional.

Relaciones humanizadas

Los porcentajes de la encuesta de Amazon concretan el por qué de esa preferencia por amigos de pelos, escamas o cuatro patas. El vínculo en algunos casos es más que preciado. Cerca de un 70% les pone nombres cariñosos y 'humanizantes' como «bebé» o «hijo». Alejandro Rodríguez Bartolomé tiene un gato y una gata, Bicho y Rin, y usa otros como «bruja», «pequeñaja» o «patas sucias», pero cuenta que su pareja tiene una cobaya y que ella si se dirige a la mascota como «bebé»: «Son uno más en la familia, pero no son bebés ni hijos», observa, divertido.

Algunos llegan por casualidad pero para quedarse, como Mía, la perrita de Rebeca Jiménez Marinero. La dueña cuenta que apareció temblando en un momento extraño de su vida, porque se había muerto su gato y estaban «tocados», lo último que querían en su familia era tener otra mascota. «Pero cuando le vi la carita ya... me encariñé enseguida», admite, evocando el momento. «Se la encontró mi padre un 1 de agosto y por la fecha pensamos que era un 'capricho abandonado', así que la llevamos a la policía por si acaso», explica Rebeca. Como el dueño no aparecía ni tenía chip, la familia la llevó al veterinario y le puso uno.

Verónica Cacho, Rebeca Jiménez y Alejandro Rodríguez con Sira, Mía y Rin, respectivamente. C. R. Miguélez / Cedidas por los dueños.
Imagen principal - Verónica Cacho, Rebeca Jiménez y Alejandro Rodríguez con Sira, Mía y Rin, respectivamente.
Imagen secundaria 1 - Verónica Cacho, Rebeca Jiménez y Alejandro Rodríguez con Sira, Mía y Rin, respectivamente.
Imagen secundaria 2 - Verónica Cacho, Rebeca Jiménez y Alejandro Rodríguez con Sira, Mía y Rin, respectivamente.

Para cuando un niño del barrio, al verla en el parque -y pasado el verano-, reconoció en Mía a su 'Estrella', Rebeca y sus padres ofrecieron a los antiguos dueños recuperarla si pagaban los costos de adopción que ellos le habían proporcionado. Pero al pequeño se le escapó que su padre «la echó de casa» y ante la incertidumbre de que la pudieran volver a abandonar Rebeca y los suyos se quedaron definitivamente a Mía.

Algunas mascotas hasta tienen perfil en redes sociales, un 20%, según la muestra recogida por la compañía de venta por Internet. Y ante este trato tan humano, un debate interesante, clave a la hora de enfocar la relación que se establece con las mascotas, es el de si los animales tienen derechos o si, en cambio, es una responsabilidad de las personas respetarlos y cuidar de ellos.

«Los animales domésticos tienen una dependencia que no tienen los salvajes, así que cuidarlos es una responsabilidad»

Alejandro Rodríguez Bartolomé

«En este caso, para los animales domésticos es una responsabilidad de las personas, pero para los salvajes es un derecho, un derecho a la libertad, a seguir siendo libres», apunta Alejandro. «No puedes tratar igual a un animal salvaje que a animales que si les dejas de dar de comer o de sacarles se mueren», se explica. «Los animales domésticos tienen una dependencia que no tienen los salvajes», redondea. «Tienen que tener derecho a un bienestar mínimo», reflexiona Rivas, «el problema es cuando se les humaniza en exceso o se les ve desde fuera y no se entiende el cariño que hay de por medio».

Los gastos que puede suponer adoptar a un animal incluyen algo más que la comida, pero la oferta pasa por artículos que van mucho más allá. Los dueños pagan por juguetes, ropa, comida 'gourmet', vacunas, pasaportes, veterinario en general... Rebeca considera que no consienten demasiado a Mía, pero relata que para tenerla bien cuidada le compraron un abrigo- en invierno pasaba frío- y que necesita que velen por su salud bucodental. Para Sira, la bulldog de Verónica, se compra mucha comida especial ahora, porque tiene problemas intestinales.

La encuesta de Amazon habla una vez más y arroja cifras que a algunos se les antojarán normales y a otros descabelladas: desde un 62% que celebra los cumpleaños de la mascota hasta un 21% de los encuestados que confiesan que se gastan más en la peluquería para sus animales que en ellos mismos. Beatriz, de la tienda de accesorios-peluquería MásQMascotas, en la capital vallisoletana, se para en el dinero que supone cortarle el pelo a un perro. «Un bichón maltés, por ejemplo, que nos lleva unas dos horas y necesita un corte alrededor de una vez cada tres meses, cuesta unos 25€», explica, aunque especifica que los tiempos y el precio dependen de la raza.

El gasto medio en las mascotas es de 45€ al mes, según la encuesta. «Llevarles al veterinario, pasaporte, vacunas... con un gato, igual te pones en 500 euros el primer año para que sea 'tuyo'», calcula Alejandro.

Beneficios para ambos

Ante tantas amorosas molestias, la posibilidad de enfrentar el duelo o que escuezan los ojos de alergia, ¿merece la pena adoptar a una mascota desde el punto de vista del bienestar? Según esta encuesta, el resultado sería un 'quid pro quo' para dueños y mascotas: un 86% valora la presencia y cuidado de su perro, gato, hámster o iguana, por ejemplo, como algo altamente gratificante que repercute positivamente en su salud mental.

Aquí los dueños solo tienen buenas palabras. A Alejandro, sus gatos le aportan compañía, confidencialidad y apoyo. «Alegría», añade después. «Son mucho más fieles que las personas, y aunque a veces no puedan darte lo mismo que ellas ganan puntos por eso, son muy nobles e intuitivas», opina.

Y este interés por los animales en lo particular apunta a iniciativas en lo general. Las mascotas reciben una creciente importancia en el orden de prioridades de mucha gente, e incluso mueven a la solidaridad. La cadena de supermercados Gadis da un ejemplo de esto: ha organizado una recogida de alimentos para mascotas que dura hasta el 10 de octubre.

Para otros, los animales son inspiración para el trabajo, y para llegar a los demás. Ese es el presente de Rebeca Jiménez y Mía. La joven logopeda ha ideado un sencillo taller- que de hecho se celebra este 9 de octubre- en el que llevará a su perrita al centro de día de ASPAYM, donde trabaja con una beca Funge. «Se me ocurrió que, aunque algunos pacientes tienen deterioro cognitivo, el tema de los animales podía resultarles estimulante», resume ella.

Animales en escaparates: ¿sí o no?

Este auge también encuentra su reflejo en ordenanzas municipales, como la que se aplica ahora en Valladolid: la 'Ordenanza reguladora de la convivencia responsable y protección animal'. Sus medidas actualizaron en octubre del año pasado una normativa anterior que había quedado desfasada, de 1999, y recogen artículos más obvios pero también algunos que cambian o condicionan la relación entre animales y ciudadanos. Por ejemplo, la prohibición de tenencia de animales como reptiles de más de dos kilogramos o primates, entre otros, explicitada en el artículo 25 de la ordenanza, o el veto a la exhibición de animales en escaparates (al final del artículo 38).

Esta última norma se revela últimamente como un punto controvertido, y es que varias asociaciones animalistas han denunciado a tiendas de la ciudad que aún mostraban a las mascotas a la venta en su escaparate. De esta manera, recientemente muchas han retirado a los animales de la vista de los transeúntes o colocado cristales semitranslúcidos que no permitan distinguirlos. A pesar de la satisfacción de las organizaciones y de algunos negocios que apuestan por otros modelos, fuentes del sector que prefieren no identificarse lamentan tener que hacer estas adaptaciones pues explican que, en muchos casos, fuerzan a los animales a depender de luz artificial y eso les confunde.

Héctor Vicente, auxiliar técnico veterinario, trabaja en una clínica adosada a una tienda en la que no tiene ese problema: «No nos ha afectado la ordenanza porque los animales nunca han estado en el escaparate, pero están relativamente cerca de la entrada», explica, y cuenta que les llega claridad todo el día. No se venden ni perros ni gatos (se adoptan), pero sí que tienen pequeños mamíferos o periquitos, entre otros.

Ni Héctor Vicente ni Juanjo Rivas recuerdan entre sus pacientes a mascotas separadas de sus dueños por el mandato municipal. ¿Y entre los peores errores en el trato con los animales? «La autoprescripción, mucha gente medica a los animales con lo que se medican ellos mismos, y paracetamol e ibuprofeno son tóxicos para ellos», señala Vicente, que reconoce que también está el otro extremo, en el que hay personas muy informadas.

Beatriz, de MásQMascotas, hace una parada en cómo se vive esa disyuntiva entre comprar y adoptar en Valladolid. «Viene mucha gente a preguntar si vendemos animales, mucha gente compra perros 'de antojo' y no se informa adecuadamente antes», critica, y hace hincapié en cómo ellos no venden animales en tienda por principios: «Nosotros apoyamos mucho el tema de las adopciones y orientamos o ponemos en contacto a la gente siempre que podemos».

En resumen, sea una inspiración de Byron, Diógenes o Hitler, parece que -si bien puede quedar pendiente aquello de querer un poco mejor a los seres humanos-, no es tan raro aquello de querer a los perros, o a cualquiera de las mascotas que entran en las familias como si fueran uno más, y que devuelven el cariño incondicionalmente a sus dueños.

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