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A nadie en su sano juicio se le pasa por la cabeza llevar a la piscina a un niño sin haberle embadurnado de crema antes. Todos somos conscientes de los riesgos que las radiaciones ultravioletas ejercen en la piel, pero parece que nos relajamos si ... se trata de proteger los ojos frente al sol. «Cuando se habla de la protección ocular frente al sol en los más pequeños de la casa parece que prestamos menor atención y, al igual que sucede en la piel, los efectos de la radiación son acumulables en el tiempo», asegura Ana Vallelado, oftalmóloga pedriática del IOBA y del Hospital Clínico de Valladolid.
«La queratitis actínicas (ceguera de la nieve), el desarrollo de degeneraciones conjuntivales (como el pterigium) o el envejecimiento prematuro del cristalino (cataratas) y de la retina», explica la doctora vallisoletana, son solo algunas de las dolencias ligadas a la sobreexposición de los ojos a altas dosis de rayos UV. Por este motivo -recuerda- es conveniente que los niños mayores de un año lleven gafas de sol «siempre que vayan a estar expuestos a una gran intensidad de luz y, antes de esa edad, estar atentos de protegerles con una gorra o sombrero».
Aunque existan multitud de modelos en el mercado, conviene comprar gafas homologadas, con la etiqueta CE (Conformidad Europea), que implica haber superado una serie de pruebas de calidad. «Sin duda -añade Ana Vallelado- las gafas de sol que ofrecen las ópticas garantizan su idoneidad» y contribuyen a evitar las nefastas consecuencias de las radiaciones en los ojos a la larga.
ana vallelado | oftalmóloga
A corto plazo, para los meses de calor «aparte de las gafas, debemos mantener una higiene y lubrificación adecuada y recordar a los usuarios de lentes de contacto que no se pueden bañar con ellas, por el riesgo de sufrir infecciones oculares muy graves». «En verano -concluye la doctora- aumenta la frecuencia de conjuntivitis irritativas, entre ellas las causadas por alergias, agentes químicos (como el cloro de las piscinas), el agua salada. Para disminuir la incidencia de esta patología se aconseja la utilización de gafas de sol, que sirven de barrera para ciertos alérgenos y las gafas de protección para la piscina».
Cinco aspectos a tener en cuenta
1
Es muy importante no mirar nunca directamente al sol y no exponerse a las radiaciones solares en las primeras horas de la mañana y en las últimas horas de la tarde sin unas gafas de sol homologadas.
2
En la playa es aún más prioritario proteger los ojos ante el sol ya que la arena blanca refleja hasta el 15% de la radiación solar. Ojo, hay que utilizar gafas de sol aunque el día este nublado.
3
Si compras un par de gafas que son demasiado grandes o pequeñas para la cara del niño hay muchas probabilidades de no esté a gusto y sea reacio a usarlas. La mayoría del peso de la montura de las gafas del niño recae en la nariz, por eso es fundamental elegir unas gafas que se apoyen bien.
4
Un 90% de radiación UV (UVA+UVB) llega a nuestros ojos y, de ahí se reparte por las diferentes estructuras oculares. El filtro del cristalino no termina de desarrollarse hasta los 12 años, por lo que todo lo que la córnea no filtra, termina pasando a la retina.
5
Cuando adquirimos unas gafas de sol en una óptica podremos observar que lleva una etiqueta o va acompañado de un folleto en el que se especifica un número del 0 al 4, se trata de la categoría del filtro. Este número indica la cantidad de absorción lumínica visible, luminosidad, no de absorción de radiación. Una lente muy oscura no necesariamente protege de la radiación UV ya que es el material el que debe absorber o repeler la radiación, no el tinte que lleva incorporado.
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