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Desde marzo el uso de tablets, móviles, ordenadores y videoconsolas se estima que se ha visto incrementado en menores de 18 años, entre un 70% y un 80%. Gran parte de ese incremento se debe a las clases 'online' y el acceso a recursos ... para realizar las tareas. Sin embargo, el problema reside en que su ocio, debido a las condiciones del confinamiento, también se ha basado en estos dispositivos. Ahora bien, no nos rasguemos las vestiduras. Era una situación nueva y cada uno la hemos afrontado de la mejor manera posible. Y aunque la tecnología en edades tempranas tiene sus pros y sus contras, ahora con un 'curso normal' llega el momento de volver a usarla con moderación.
La Asociación Americana de Pediatría (EE UU es el séptimo país en consumo de nuevas tecnologías) recomienda no utilizarlas en niños menores de dos años. En niños entre tres y cinco, no exceder de 30 minutos/día; entre los seis y los 12 años, un máximo de una hora/día; y entre los 13 a 16, no exceder de dos horas.
Y dirás… 'Qué bonito es escribir datos desde una pantalla, pero yo quiero soluciones. ¿Cómo ajusto a mi hijo dentro de eso parámetros?'. La receta no es sencilla y no se aplica por igual a todos los niños, sin embargo, no desesperes, hay pautas que se pueden realizar en todas las casas:
1
Recuerda que somos padres: ni amigos ni colegas. Es hora de negociar sin miedo. Nosotros tenemos la autoridad y, por tanto, la última palabra. En ocasiones habrá normas o condiciones que no se negociarán y las impondremos con la explicación pertinente. Como decía antes, no hay normas de oro. Cada niño y familia son diferentes, por tanto, lo que en una casa funciona puede no servir en otra.
Es importante que alguna de las normas sean flexibles. Por ejemplo, no se puede dedicar el mismo tiempo a las nuevas tecnologías en temporadas de exámenes o de mayor carga de trabajo que en épocas del curso más relajadas.
2
Soy consciente de que es una tentación muy grande dejarles el móvil en un restaurante para que 'desaparezcan' y no molesten (entono el 'mea culpa'); pero una pequeña libreta y un lapicero pueden dar mucho juego. ¿Y en casa? En casa tenemos estanterías y cajones que dan envidia a la mejor de las jugueterías: hagamos que jueguen con ello.
3
No prediques, da ejemplo. ¿Cuántas veces los adultos miramos el teléfono durante la comida o en un momento familiar? ¿Cuántas veces nos están contando algo que para ellos es importante y les oímos pero no les escuchamos? Estoy seguro de que podemos comer sin ver la tele, de que el 99% de los Whatsapp no hay que responderlos inmediatamente y que el trabajo puede esperar. Nuestros hijos no, no van a esperar por la sencilla razón de que crecen a una velocidad de vértigo y esos momentos no volverán. Hagamos de los momentos a su lado tiempo de calidad.
4
Es importante que tengas las claves de acceso a todos los dispositivos y aplicaciones que usen tus hijos. Revisa con periodicidad las conversaciones que tengan y edúcales en los peligros de Internet y de la falsa sensación de impunidad que da el anonimato. Se está generando un nuevo vocabulario relacionado con el ciberacoso que es importante conocer: 'sexting' (la acción de enviar contenidos de tipo sexual), 'groomind (estrategias que una persona adulta desarrolla para ganarse la confianza de niños y adolescentes para obtener evidencias de tipo sexual) y 'sextorsión' (chantaje bajo la amenaza de publicar imágenes de la víctima en actitud erótica o pornográfica). Ante todos estos peligros sólo podemos vigilar y no cerrarnos a las bondades de las nuevas tecnologías, que son muchas. El futuro está aquí, no podemos negarlo. Es la hora de los nativos digitales.
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