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miriam najibi
Miércoles, 28 de octubre 2020, 08:08
En un mundo virtual donde el éxito se cuenta en 'likes', el 'honrarás a tu físico sobre todas las cosas' es uno de los mandamientos establecidos. Ni las redes sociales con su 'boom' de filtros y retoques ni Internet son los culpables de crear un rechazo sobre la imagen, pero sí obedecen al aumento de la presión sociocultural sobre nuestros cuerpos. En especial, sobre el de las mujeres.
Sucedió -y sucede- con las imágenes de prototipos de belleza comercializadas por la industria de la moda. Pero actualmente, la sobreexposición 'on-line' hacia imágenes desligadas de la realidad y contenidos que intentan modificar los hábitos alimenticios también son uno de los factores de aparición de Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA).
¿A quiénes afectan?
La Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) distingue entre factores «precipitantes y predisponentes», es decir, tienen orígenes diversos: «tipo genético, psicológico, sociocultural, familiar y personal», pero cuya interacción converge en el deseo de adelgazamiento.
Esta obsesión por el peso, la alimentación y el físico puede desembocar en graves enfermedades físicas. La anorexia, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón son los principales trastornos del comportamiento alimentario que ponen en riesgo la salud física y mental. De hecho, el 11% de los jóvenes españoles podría sufrir algún tipo de trastorno alimentario, según un estudio de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB).
Afecta principalmente a mujeres y niñas, en el 90% de los casos, según datos de la misma organización. La tasa de prevalencia de la anorexia sitúa en cerca del 0.3% , la bulimia en el 0.8% y el TCA no especificado en alrededor del 3.1% de las mujeres entre 12 y 21 años.
La adolescencia es la franja de edad en la que se concentra la población de riesgo para padecer un TCA. Los porcentajes de ambos géneros señalan tasas de 4,1€ y 4,5% entre los 12 y los 21 años.
Internet, ¿inocuo?
Siempre conviene tener en cuenta que la red es una puerta de fácil acceso a la información, buena y mala. Por ello, en la red quedan a la vista recovecos oscuros en los que se comparten experiencias y trucos para adelgazar «en todo tipo de páginas, desde blogs, foros, chats, perfiles de redes sociales, webs o aplicaciones para dispositivos móviles», según expone la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB).
Casi 4 millones de estas publicaciones se esconden bajo los hastags #Ana (de anorexia) y #Mia (de bulimia), según indica un informe de la Agencia de Calidad de Internet. Con estas etiquetas se presenta la anorexia y bulimia lejos de ser trastornos mentales, sino como «estilos de vida». Al introducir cualquiera de estas dos palabras en buscadores de redes sociales como Instagram o Pinterest aparecen avisos sobre el contenido «delicado o incómodo para las personas que lo ven» a lo que se añade el teléfono y web de 'El teléfono de la Esperanza'.
También proliferan retos que fomentan la delgadez extrema. Algunos de los más populares son el #A4Paperchallenge, que anima a publicar una imagen que demuestra que nuestra cintura es más estrecha que una hoja DIN A4, o el #iphone6challenge, para probar que nuestras dos rodillas juntas no miden más que el modelo de móvil en cuestión (13,8 cm).
¿Síntomas?
La Asociación contra la Anorexia y la Bulimia insiste en el papel de la familia y la escuela como herramienta para reducir la aparición de conductas de riesgo. En este sentido sí que hay algunas pautas para detectar síntomas:
-Cambios en la manera de comer: lentitud, de pie, que esté alerta si estamos «controlando», desmenuzar o guardar la comida…
- Aumento del interés por un estilo de alimentación «más saludable» así como del ejercicio físico excesivo.
- Mayor obsesión por la apariencia física: uno de los primeros indicios que vemos en los jóvenes es el deseo de obtener un físico diferente. Los cuerpos empiezan a cambiar y al no encontrarse seguros de sí mismos comienzan a obsesionarse con la ropa, no se ven bien con nada o comienzan a utilizar ropa demasiado ancha para disimular su figura. Dentro de esto, también pueden detectarse ciertos comentarios por parte del joven en el que se reflejen insatisfacción personal o baja autoestima.
¿Qué hacer desde el entorno familiar?
- Una comida diaria en familia y, preferentemente, comer todos los mismo.
- Potenciar la comunicación familiar.
- Evitar forzar a los más jóvenes a comer: «confiar en su capacidad de autorregulación y saciedad».
- No utilizar alimentos como premio o castigo: esquivar los mensajes como «si te lo acabas todo, te daré un helado».
- Hacerles ver que el peso y la comida sana son un aspecto que afecta a la salud, no al físico. En este aspecto, los más mayores no han de «dejarse llevar por la permisividad social respecto a hacer dietas restrictivas sin control médico».
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