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La ley electoral del País Vasco tiene algunas peculiaridades respecto a la que rige en Castilla y León. Por ejemplo, el número de escaños ... por provincia -por circunscripción- es idéntico y no varía en función de la población. Así, Vizcaya, Guipúzcoa y Álava reparten 25 sillones cada una a pesar de que el censo electoral en la primera es de 945.784 ciudadanos con derecho a voto, más que las otras dos provincias juntas: 587.709 en Guipúzcoa y 261.623 en Álava.
En Castilla y León hay un fijo de 3 procuradores por provincia y uno más por cada 45.000 habitantes o fracción superior a 22.500. Si se hiciera ese reparto por población en el País Vasco, Vizcaya tendría 26 a añadir al número de escaños fijos; Álava, 7 y Guipúzcoa, 17.
En ambos casos, el partido que no obtenga un 3% de los votos válidos en cada provincia no puede optar al reparto de escaños. Por eso Vox ha obtenido un escaño por Álava, al tener un 3,71% de los votos y 5.623 apoyos; al igual que Sumar, con un 3,69% y 5.603 votos. Ambas fuerzas han agrupado sus electores en esta provincia, mientras que Podemos ha obtenido un 2,25% en Vizcaya, un 2,40% en Álava y un 2,18% en Guipúzcoa. De este modo, no entra en el reparto en ninguna de las provincias. En este caso, aunque hubiera superado el umbral mínimo del 3% tampoco habría conseguido arrebatar ningún sillón al resto de contendientes.
Los resultados, respecto a 2020, muestran el crecimiento de Bildu (6 escaños más), PSOE (2 más) y PP (1 más). Pero curiosamente son más los que han crecido en votos. El propio PNV, pese a bajar 4 diputados, ha logrado 21.000 votos más que en 2020, cuando se registró una participación menor y ese número le permitía tener un 39% del voto válido frente al 35,22% del pasado domingo. Bildu es el que más ha subido, 92.000 votos. Le sigue el PP, con 36.500 más, y detrás va el PSOE, con 27.000 más que en 2020. En ese contexto de subida generalizada por el aumento de la participación (12 puntos más que en la abstencionista cita de 2020, cuando la mitad de los vascos con derecho a voto se quedó en casa), Vox ha escalado 3.827 votos. El pagador de este incremento general -al que se añaden los 35.092 votos de Sumar- es Podemos, que ha perdido 48.400. Es la sexta fuerza en votos, por delante de Vox, pero sin representación parlamentaria. De 6 a 0 en cuatro años.
Castilla y León tiene un representante que será decisivo. Eneko Andueza, líder del PSOE vasco, tiene raigambre zamorana. Tanta, que es habitual verle por el pueblo de sus ancestros, Morales de Toro. En su cierre de campaña, los socialistas que acudieron a brindar apoyo desde Castilla y León se encontraron con una pléyade de burgaleses, zamoranos o palentinos entre el público. Tiene su lógica: según el Instituto Nacional de Estadística, 149.678 personas nacidas en Castilla y León residen en el País Vasco. Es un 6,75% de la población de aquel territorio.
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Su formación tendrá la llave decisiva del Gobierno. Ha compartido tándem con el PNV y los socialistas han tenido a su cargo tres consejerías: una vicepresidencia (con Idoia Mendia) con competencias en Trabajo y Empleo; Planificación territorial, vivienda y transportes, con Iñaki Arriola; y Turismo, Comercio y Consumo, con Javier Hurtado. Una estructura muy similar a la que el PP de Castilla y León mantiene con Vox. Hay que recordar que los de Juan García-Gallardo tienen la vicepresidencia, la consejería de Industria y Empleo (Veganzones), la de Turismo (Gonzalo Santonja) y a mayores respecto al PSOE en el País Vasco, la de Agricultura (Gerardo Dueñas).
En el reparto de funciones puede estar una de las claves del futuro Gobierno vasco. Al crecer el PSOE, Andueza pedirá más competencias y más visibilidad en el nuevo Ejecutivo autonómico, pero el PNV, según parece, tiene determinadas consejerías calificadas como «fijas» que no quiere ceder. Puede ser el gran debate previo a la investidura.
Una investidura que también es diferente de la de Castilla y León. En el País Vasco puede haber varios candidatos a la Presidencia de la Junta. Por ejemplo: el PNV puede proponer a Pradales y Bildu a Otxandiano. En Castilla y León la Presidencia de las Cortes, previa consulta con los portavoces de los partidos, designa al candidato que cuenta, a priori, con más apoyos. Y este debe conseguir la mayoría absoluta en primera votación o por mayoría simple en la segunda.
Y aquí está la otra diferencia relevante. En Castilla y León se puede votar sí, no o abstención al candidato propuesto. Mañueco obtuvo 44 votos a favor (mayoría absoluta con 31 de PP y 13 de Vox) y 37 en contra. En el parlamento vasco también se precisa la absoluta en primera votación o la simple en la segunda, pero no se puede votar en contra, solo a favor o abstención. Si hay varios candidatos y ninguno de ellos logra la absoluta, será proclamado presidente quien venza en la siguiente votación.
Esto es, si Pradales (PNV) y Otxandiano (Bildu) contienden y el PSOE no ha alcanzado un acuerdo previo con ninguno, podría abstenerse y que las demás fuerzas decidan quién gobierna (PP, 7 escaños; Sumar y Vox, 1 cada uno).
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