He aquí alguien que sabe de lo que habla porque lleva 40 años pisando y estudiando el terreno en el que vive. Juan Ignacio Plaza (Palencia, 1959). Catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Salamanca, después de haberse formado en la de Valladolid. ... Es una de las voces académicas más autorizadas en estos momentos para hablar del ser humano en su relación con el entorno, la evolución de ambos, el porqué de lo que ha sucedido con las poblaciones y los movimientos que han experimentado en los últimos decenios y, sobre todo, para intuir por dónde evolucionará la demografía en el próximo cuarto de siglo. Es realista como pocos, pero también pragmático: por eso sabe quién ha de tomar las soluciones.
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–Se decide a estudiar Geografía e Historia en 1976 ¿por qué?
–Me gustaba. Tanto que cuando me tocó hacer COU no había Geografía de asignatura optativa en los Maristas de Palencia y me cambié a un instituto.
–¿Y ya sabía entonces a qué se dedicaba un geógrafo?
–Ni idea tenía yo.
–Curioso: quería estudiar Geografía y no sabía lo que hace un geógrafo...
–Cuarenta años de profesión le garantizo que ha sido tiempo suficiente para saber a qué se dedica un geógrafo.
–Pues venga, detalle.
–A estudiar, intervenir, conocer y trabajar sobre el territorio y, sobre todo, aquello que tiene que ver con él: paisaje, procesos, problemas...
–Y a finales, como estamos, del primer cuarto del siglo XXI, ¿qué utilidad tiene un geógrafo?
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–Un geógrafo ahora está trabajando en todos esos temas que tienen que ver con la planificación, con riesgos, climatología...
–¿Riesgos de qué?
–De inundaciones, el volcán que hemos tenido, riesgos en otras zonas del planeta por tipos de causas que aquí no conocemos como los seísmos,... Un geógrafo tiene la ventaja de que estudia algo que es muy abierto, muy transversal y muy versátil; da una interpretación coordinada y global de todo ello y hace intervenir también al hombre.
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–El Juan Ignacio Plaza que empezó a los 23 años como profesor de Geografía y el de 40 años después, ¿qué cambios ha experimentado en cuanto a la evolución de la profesión, la disciplina y la tecnología?
–No tenía que ver lo de entonces con lo que se hace ahora: en métodos, en formas de preparar las clases, en problemas a los que te enfrentas, en la gente a la que das clase... El alumno de 1982, el de 1990, el del 2000 y el de ahora no tienen nada que ver entre sí. ¡Nada! Desgraciadamente, y esta es una opinión muy compartida, en muchas carreras de Humanidades, los alumnos vienen cada vez con más carencias de todo. Les faltan referencias para entender muchas cosas. En la Geografía estudias el espacio, el tiempo y la forma, el territorio evoluciona y en eso ayuda mucho haber estudiado Historia, Filosofía... Ahora, notas unas carencias bestiales.
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–¿Están pagando en la universidad tantos cambios de planes de estudios como llevamos en la democracia en los primeros estadios de la Enseñanza?
–Yo creo que sí, sinceramente. Porque un problema de España es que lo de la Educación ha sido no sé si una especie de cachondeo, pero que cada vez que ha venido un gobierno haya cambiado la ley... Es un tema muy serio. Se ha ido cambiando todo y, en algunos casos, a peor. ¿Que las nuevas tecnologías han ayudado mucho en las aulas? Claro que sí, pero también han introducido muchas cosas negativas: el alumno no se esfuerza, no atiende, cuelga los materiales y ya verá el profesor qué hace con ello, descontextualiza las cosas... Como no estudia historia, lengua o literatura es difícil que entienda algunas cosas. Y leen poco ¡o nada!
Juan Ignacio Plaza
Catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Salamanca
–¿Lo que antes se estudiaba en Primaria ahora se llega sin saber a la Universidad?
–Sí.
–¿Y hay que colegir que eso es malo?
–Es una carencia importante porque son elementos de referencia. Un geógrafo trabaja sobre el territorio porque la Geografía es la ciencia del territorio. Pero tenemos que conocer un mínimo el territorio. No podemos hablar de ordenar el territorio, de intervenir sobre el paisaje, de hablar sobre la planificación si no conocemos mínimamente el territorio. No, no, no se puede. Hay elementos de localización esenciales, básicos: ríos, embalses, montañas, valles...
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–Y si eso no se estudia de niños ni de preadolescentes, ¿cómo hay luego jóvenes que quieren estudiar Geografía en la Universidad?
–¡Buena pregunta para ellos! Yo no sé por qué lo hacen. La verdad es que lo que nos viene a nosotros en la Universidad no es muy vocacional, por no decir casi nada. Son pocos los que estudian Geografía y muchos lo hacen como segunda opción. Y muchos descubren cosas que no sabían que se explicaban aquí. Pero vocacional, lo que se dice vocacional...
–¿Permite que le diga que suena un poco deprimente?
–¿Me lo dice o me lo cuenta? Es que es así, desde hace unos años es así.
–¿Hablamos de demografía?
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–Podemos hablar y entonces eso sí que es deprimente.
–¿Los geógrafos tienen las claves que han llevado a la despoblación? Diagnosticado el problema sería fácil la solución.
–Sería supuestamente fácil.
–¿Supuestamente?
–Claro, porque el problema es que las soluciones no dependen de lo que digan un académico o un técnico; son los políticos los que toman las decisiones.
–¿Y los políticos al menos les piden ayuda o asesoramiento y les escuchan?
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–Sí, sí; si en eso no ha habido problema. Me acuerdo incluso que cuando se llevó a cabo la ordenación del territorio en Castilla y León a finales de los 90 y principios de los 2000 estaba de consejero José Luis González Vallvé e hizo una propuesta de ordenación del territorio muy interesante, útil y buena. Pero, es lo de siempre, luego viene la política... Hay ocho mil informes, y se siguen haciendo, pero falta la decisión que tomen los políticos, haciendo a lo mejor caso de lo que dicen los técnicos...
–¿A lo mejor?
–Digo a lo mejor porque eso también hay que discutirlo. Los técnicos no somos dios, los académicos no somos dios, los políticos, tampoco.
Juan Ignacio Plaza
Catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Salamanca
–¿Usted habría llamado a la despoblación reto demográfico?
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–Estamos muy mediatizados por el vocabulario.
–Reto demográfico suena a eufemismo que esconde el problema.
–Sí, pero esto del reto demográfico se ha incorporado de Europa, ya venía en los documentos de los años 90. Lo que pasa en España pasa en otros muchos países europeos: el contexto marca.
–¿'Mal de muchos...', entonces?
–No, no... Es verdad que hay un reto que es intentar en la medida de lo posible corregir una serie de manifestaciones que hacen que la demografía europea haya ido cambiando de un tiempo a esta parte...
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–...¿Que estaríamos a tiempo de corregir?
–En algunos casos es muy difícil. Cuando explico lo de la despoblación, y no me importa decirlo y lo pongo en las diapositivas, les digo a mis alumnos que comparto con mi colega Fernando Molinero que la despoblación no tiene solución como tal. Por lo menos aquí. En Aragón yo creo que tampoco. Ahora, podemos hacer cosas y se deben hacer cosas. Por ejemplo, la gente que vive en los pueblos, que tenga los servicios de asistencia que debe tener. Eso sí. Pero engañar a la gente diciendo 'vamos a revertir...', 'vamos a hacer que esto...'. Es muy difícil, por no decir imposible: tú no vas a cambiar ahora una tendencia de hace mucho tiempo.
Juan Ignacio Plaza
Catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Salamanca
–Ese círculo vicioso de 'como hay poca gente, no se destina más a servicios esenciales en los pueblos y como estos son de baja calidad, la gente se marcha...'
–El efecto sumidero que decía Gómez Orea al explicar la ordenación del territorio. Él llamaba efecto sumidero al 'Invierto poco porque no hay rentabilidad porque no hay población y como no hay población, no es rentable y no invierto'. Yo no digo eso. Digo que lades población en territorios como Castilla y León, Aragón, una parte importante de Asturias, que son los territorios más afectados, no tiene remedio. ¿Esto va a revertir, va a repuntar? ¡No! Ahora bien, eso no quiere decir que como se da así, se desentiendan. ¡Tampoco! Hay que crear condiciones para que quienes quieren seguir viviendo allí lo puedan hacer en igualdad de condiciones que los que están en zonas urbanas. Es un deber ético y social. Porque, a ver, ¿cómo va alguien a crear empleo en un pueblo si no le dan las condiciones adecuadas para ello?
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–¿Quedamos condenados a decena y media de grandes núcleos de población y entre ellos la nada o la casi nada?
–Desgraciadamente, es lo que es. Empezaron perdiendo población primero los pueblos pequeños; luego, los intermedios; después, las cabeceras de comarca, a continuación, las capitales de provincia. Claro, en estas el fenómeno es distinto porque empezaron perdiendo población por el tema periurbano, de falta de suelo para vivienda, pero también es verdad que hay capitales que pierden población porque su dinamismo económico es pequeño.
–Cuando habla de servicios y equipamientos básicos, ¿ambos dependen de la ordenación del territorio, como se ha dado a entender a veces?
–En parte, sí. Es verdad que el problema también de la despoblación y el conjunto de causas y consecuencias que ha generado tiene que ver también por cómo está planteada la dinámica, la estructura y la organización del territorio. Pero yo creo que hay impulsos que aunque se haga una buena adecuación, con áreas funcionales, tienen aspectos que se nos escaparían. ¿Es buena la ordenación del territorio para eso? Sí, pero no es lo único que habría que hacer.
–¿Qué más, entonces?
–Me voy al ejemplo de Aragón, que tiene una ley comarcal , con un mapa de comarcas, y sigue teniendo el problema de la despoblación. Una adecuada ordenación comarcal no lo resuelve todo, aunque puede facilitar el tema de equipamientos y servicios.
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–Pero por ahí se podría empezar, entonces.
–Claro, pero no sé si, por ejemplo, el modelo que hay en Castilla y León es el más adecuado.
–¡Ah! ¿Pero hay modelo en Castilla y León?
–En teoría, el modelo territorial de la ley de 2013, a la que se opusieron muchísimos alcaldes de uno y otro signo.
–Y nadie mueve nada, tampoco los que están ahora...
–Lo han dejado quieto, sin hacer nada. Ahora no sabemos si se hace algo o no. Y tampoco sabemos si era un modelo muy racional, porque era un modelo muy complejo. Las cosas hay que hacerlas sencillas y prácticas, pero empezar a crear unidades y subunidades y unidades que regirían dos años para luego desaparecer... ¡Oiga! ¡Piense en la gente que vive ahí, en los pueblos! La gente no es tonta y está arraigada al territorio: empiece por atender sus necesidades.
–¿Qué le da su tierra para haber decidido quedarse en ella?
–Un territorio muy amplio y diverso que me gusta. Con distintos tipos de paisajes y problemas. Y, ojo, que viajo mucho porque por mi vocación por la Geografía me gusta viajar. Castilla y León me parece un territorio muy diverso, muy rico y suficientemente amplio como para poder hacer muchas cosas.
–Entre tanto estudiar el entorno, ¿se ha parado a pensar ya en qué quiere ser de mayor?
–Quiero seguir haciendo lo que me gusta: escuchar música, hacer fotografía, ver paisajes, viajar y comer bien. ¡Y bajar a Cádiz en verano!
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